Cruzan las calles y atraviesan carreteras como una cordillera de asfalto, estos enemigos de los conductores se hallan en un limbo práctico, pese a que la normativa de Fomento que los regula ya tiene dos años de antiguedad. De hecho, cientos de ayuntamientos pueden ser sancionados por no adaptar los reductores de velocidad y bandas transversales de alertas, más conocidos como badenes o 'guardias dormidos',
Muy pocos cumplen con lo establecido y estos altos obstáculos pueden causar daños en los vehículos e incluso en los conductores. En concreto, más de 10 centímetros de altura pueden suponer una verdadera muralla para muchos automóviles.
Aunque muchos consistorios acumulan quejas y reclamaciones, el problema sigue sin resolverse. De hecho, según las asociaciones de automovilistas la mitad de estos reductores no cumple la norma incluida en el reglamento de circulación. La polémica está servida.
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