El olor de la comida engorda y mucho, según han comprobado los científicos

Informativos Telecinco 07/07/2017 09:23

Nuestro sentido del olfato es clave para el disfrute de los alimentos, por lo que puede no sorprender que en experimentos en la Universidad de California en Berkeley, los ratones obesos que perdieron el sentido del olfato, también perdieron peso, recoge un artículo publicado en la página web de la universidad de Berkeley.

Lo curioso, sin embargo, es que estos ratones delgados pero con deficiencia de olor comían la misma cantidad de alimento graso que los ratones que conservaban su sentido del olfato y aumentaban al doble su peso normal. Además, los ratones con un sentido del olfato potenciado se volvieron aún más gordos con una dieta alta en grasa.

Los hallazgos sugieren que el olor de lo que comemos puede jugar un papel importante en cómo el cuerpo se ocupa de las calorías. Si no puede oler su comida, puede quemarla en lugar de almacenarla.

Estos resultados apuntan a una conexión clave entre el sistema olfativo y las regiones del cerebro que regulan el metabolismo, en particular el hipotálamo, aunque los circuitos neurales todavía son desconocidos.

Los seres humanos que pierden su sentido del olfato debido a la edad, lesiones o enfermedades como el Parkinson a menudo se vuelven anoréxicos, pero la causa no ha sido clara porque la pérdida de placer en comer también conduce a la depresión, que por sí misma puede causar pérdida de apetito.

El nuevo estudio, publicado esta semana en la revista Metabolismo de las células, implica que la pérdida de olor en sí desempeña un papel, y sugiere posibles intervenciones para aquellos que han perdido su olor, así como aquellos que tienen problemas para perder peso.

"Los sistemas sensoriales juegan un papel en el metabolismo. El aumento de peso no es puramente una medida de las calorías tomadas; También se relaciona con cómo se perciben esas calorías ", dijo Andrew Dillin, autor principal de Thomas and Stacey Siebel, en la investigación sobre células madre, profesor de biología molecular y celular y investigador del Instituto Médico Howard Hughes. "Si podemos validar esto en los seres humanos, tal vez podamos hacer una droga que no interfiera con el olfato pero bloquea los circuitos metabólicos. Eso sería sorprendente."

Riera señaló que los ratones, así como los seres humanos son más sensibles a los olores cuando tienen hambre que después de haber comido, por lo que tal vez la falta de olfato sean trucos del cuerpo. Mientras busca alimento, el cuerpo almacena calorías en caso de que no tenga éxito. Una vez que el alimento está asegurado, el cuerpo se siente libre de quemarlo.