El tejido sí importa: en el frío y en el bolsillo

Nica Cero 06/03/2016 08:00

Elegir el tejido adecuado de nuestra ropa puede ser fundamental para soportar el frío durante el invierno. Pieles, plumas, lana… existen muchos materiales naturales, y ahora también sintéticos, que nos salvaguardan de las bajas temperaturas. ¿Cuáles son los que más abrigan?, ¿cuáles nos protegen más de la humedad? Hay una extensa gama para cada momento.

Uno de los tejidos que más abrigan son los elaborados con pieles, teniendo en cuenta que, desafortunadamente, están elaborados con pieles de animales y que estos, gracias a su pelaje, pueden aguantar muy bajas temperaturas. Por suerte –debido a las detestables técnicas de obtención de estas pieles– la ingeniería textil ha evolucionado para hacer de la piel sintética una buena opción, combinando elementos para incrementar su calidad en cuanto a ligereza, impermeabilidad, calidez y, además, permitiendo la transpiración natural corporal.

Las aportaciones andinas

Si optamos por algo natural, más económico y con menos impacto en la naturaleza, la lana es otra de las mejores opciones. Es una fibra natural que se obtiene de los animales caprinos y de otros como llamas, alpacas, guanacos, vicuñas o conejos, a través del proceso de esquilado. Entre sus características más importante destaca su resistencia, su elasticidad, la absorción de humedad y su flexibilidad.

Como decíamos hay diferentes tipos de lanas, una prueba más de que la naturaleza es sabia, puesto que las lanas que más abrigan provienen de los animales más acostumbrados a las bajas temperaturas, como la alpaca de los Andes. La fibra de la alpaca es considerada una de las más lujosas y finas del mundo, no solo por su capacidad térmica, por su suavidad y resistencia, sino porque es escasa en el mercado. Las más preciadas son aquellas provenientes del primer esquilado, las llamadas baby alpaca.

El clima montañoso del altiplano andino también es el hábitat de la vicuña, estrechamente relacionado con la alpaca, aunque son camélidos más pequeños. Es considerada una de las lanas más finas del mundo. Las condiciones de frío y temperaturas extremas que deben soportar estos rebaños hicieron que desarrollaran una protección contra el frío, la lluvia y el viento, cuyas características son el pelo muy corto y denso.

Directamente desde el Himalaya

La cachemira, producida por la cabra Kasmir, es otro de los tejidos más cálidos y costosos. Hay que tener en cuenta que la producción anual de fibra de seis cabras es suficiente para sólo hacer una chaqueta. Su origen proviene de las solitarias y aisladas poblaciones locales de las montañas del Tíbet y de la región de Xinjang, en China, zonas de montaña generalmente con temperaturas bajo cero donde habita este animal. Es suave al tacto, sedosa, ligera y buen aislante térmico.

De otra cabra, en este caso de la de Angora, procede otra de las fibras más cálidas y suaves: el mohair. Este animal es oriundo del Tíbet y llegó a Turquía en el siglo XVI, en concreto a Ankara. La fibra es similar a la lana de las ovejas, pero más aislante, más delgada, lisa y brillante. El pelo fino de las cabras más jóvenes se utiliza para ropa, pero el de los animales más viejos sirve para alfombras, telas pesadas y prendas de abrigo.

También de Turquía es originaria otra de las fibras más calentitas y suaves: la del conejo de Angora. Su abundante pelaje es objeto de explotación económica, debido a su escaso diámetro y a la longitud de los pelos, ya que es posible confeccionar prendas más ligeras que la lana y que incluso abrigan más. Es usada principalmente para suéteres, bufandas, calcetines y guantes, y son ideales para ropa térmica.

Para ambientes húmedos

Pero si lo que necesitamos es que además de abrigarnos, nos aísle de la humedad de la lluvia o de la nieve, la pluma es el material ideal, siempre y cuando se recolecte de forma no invasiva.

La pluma imprime mayor calidez, es muy ligera y sirve de aislante exterior. Entre toda la gama de plumas naturales, la que mayor calidad térmica aporta es el plumón de oca.

Si no queremos gastarnos tanto dinero en una cazadora de plumas, un relleno sintético es mucho más polivalente y gana terreno en condiciones de humedad extrema, ya que permite mantener el calor incluso cuando la chaqueta se moja por completo. La fibra sintética es más económica que la pluma natural, pero su proceso de deterioro es más rápido.

Una vez que hayamos elegido el material que más nos convenga contra el frío y que más se adapte a nuestro estilo, el invierno ya será nuestro.