La afonía de Sandra

EL METRÓNOMO 07/07/2008 14:53

Podrá con ello

A pesar de sus preocupaciones y el factor paralizante del miedo, por el cual Sandra no consigue cantar relajadamente, disfrutando de su trabajo, por temer perder la voz en cualquier momento, lo cierto es que esta concursante nos ha dado buenas muestras de que llegado el momento nada se puede interponer en su camino. Una dificultad como esta, que podría ser definitiva para cualquiera, será enterrada mañana por una actuación igual de sólida que siempre, llena de fuerza y convicción.

Sandra ha tenido que superar muchas dificultades para llegar hasta aquí. Se presentó cuatro veces a los 'castings' de Operación Triunfo y no fue hasta la cuarta vez que logró entrar en esta academia, el "karaoke más caro del mundo", según definición del jurado Evaristo (entonces le llamaba así, ahora prefiero llamarle Risto y dejar las bromas aparte). El principal escollo con el que se ha encontrado ha sido precisamente el jurado, y no solamente por la 'prima donna' ya mencionada, sino que durante muchas semanas no se ha encontrado con muchas palabras amables por parte de ninguno de ellos. Sandra se ha dolido de ello, pero no ha sido suficiente motivo para dejarse vencer.1

Después de soportar ser cuestionada por razones extra musicales, que incluso nada tenían que ver con lo artístico, Risto Mejide le puso la puntilla la pasada semana, intentando rematar con el descabello de su muy descabellada descalificación, aludiendo a un supuesto pasado oscuro al equipararlo al de la María Magdalena que co-protagonizará en breve junto a la actriz titular que lleva meses encarnando ese papel en el musical de Lloyd Webber y Rice. Aunque ella permanezca a fecha de hoy, si no me corrige nadie de la productora, ignorante de la grave acusación relativa a su vida privada pretérita, no me cabe duda que aunque tuviese conocimiento de ello sería un accidente más que superar, lo cual haría con la misma firmeza de siempre.

Pero el de la voz es el mayor de los obstáculos, capaz de frustrar a cualquiera al convertirse en un indeseado impedimento físico que le llega en el momento más importante de su vida artística. El viernes Sandra no pudo cantar en el pase de micros después de estar más de tres cuartos de hora encerrada en un box con Manzo, que intentaba re-educar su voz para que lograse no dañar su garganta. Sandra se merece una mejor suerte y es de esperar que supere un obstáculo más, en su camino para estar entre los últimos elegidos.

Rompiendo platos

Si algún alumno podía decir que hasta ahora no había roto un plato en su vida, en adelante ya no podrá decir tal cosa. El viernes hicieron un ejercicio, propuesto por Ángel Llácer, consistente en lanzar platos (reales) desde la pasarela del piso superior hasta el suelo de la sala de ensayos. Ese suelo dará buena cuenta de aquí al final de la edición del desahogo que supuso estrellar los platos contra el suelo, ya que el impacto de algunos de ellos quedó grabado a base de bien.

Tras destrozar parte de la vajilla, los profesores se encargaron de recoger los millones de trozos que habían quedado esparcidos por el suelo, y después vino el momento de que los alumnos demostrasen que son capaces de prepararse a la perfección el tema de la semana en menos de dos días. Con la excepción de Sandra, una vez más, todos hicieron un pase de micros casi perfecto en el que es dificil destacar a nadie por encima (ni por debajo) del resto.

La importancia de las canciones elegidas

Llegado este momento en que todos son capaces de resolver bien la prueba de cantar el tema de la semana, cobra una especial importancia la elección que haga la dirección del programa para cada uno de ellos . No es lo mismo que Virginia tenga que cantar un tema que se corresponde perfectamente con la tesitura de su voz, tanto que escuchandola parece que estuviera uno escuchando a un niño como el Michael Jackson de los Jackson five, que la prueba insulsa y poco brillante que debe superar esta semana Manu, al que parecen querer encasillar en la música romántica italiana.2

Es curiosa la insistencia en hacer cantar ese tipo de canciones italianas, como si el proyecto que el sello discográfico relacionado con la productora del programa tuviera para Manu Castellano fuera un álbum de canciones de intérpretes italianos, del mismo modo que le han editado ya dos discos con grandes 'standards' de los ochenta, o a Lorena el suyo con temas de comedias musicales.

El problema es que no veo a Manu cantando ese tipo de música sino que le creo capaz de comandar misiones de mayor altura y, sobre todo, que de esta forma no hay forma de brillar. A Chipper cuando le han dado la oportunidad de elegir un tema, como la pasada semana, no se ha salido del esquema que siempre le proponen, por lo cual las pocas veces que no aburrió fue precisamente cuando tuvo que cantar el 'O tú no nada' (inolvidable su "amada mía, adúltera...") o también en el indeleble dueto con Noelia.

La semana de Pablo

Aunque quien tiene en sus manos, o más bien en su garganta, las manillas de la emoción en la gala de mañana, es Pablo. Sus 'Ojos verdes', le dejen interpretarlo al piano o no, pueda hacer su particular versión o le obliguen a mantenerse lo más fiel posible a la melodía original, el caso es que demostrará que es algo más que un pianista de hotel o un cantante de crucero, como el virtualmente sordo y poco clarividente Mejide le ha venido insistiendo con dudosa gracia en estos meses.3

Pablo no tiene ya nada que demostrar, y aunque fuera uno de los que deban batirse en duelo mañana, incluso en el caso de que deba de abandonar la academia al final de la noche, ya ha sido confirmado como una estrella de valor indudable . Pablo se dedicará a la música y firmará páginas gloriosas, le pese a quien le pese. El carismático 'Chepablo' sonríe cuando escucha calificativos que tienen la intención de desprestigiarle. Él, como muchos de nosotros, sabe que bromas así no están intentando ayudarle, como se empeña en decir Mejide, presuponiendo que seremos tan tontos de creerle. Pablo sonríe porque sabe que ya a ganado, y que dentro de unos años seguirá dedicándose a la música, mientras el otro habrá tenido que volver a su gris y anónimo trabajo, que nunca debió abandonar.