Chelo, eres necesaria: un alegato a favor de la mujer a la que dijeron que parecía un hombre

Ramón Azcárate 25/10/2017 10:55

En julio de 2016 el paparazzi Jordi Martín, hoy habitual de 'Cazamariposas', le dijo a Chelo García Cortés: "Tú pasabas por hombre". A todos los que aún creen en unos conceptos de masculinidad y feminidad reaccionarios y caducos va dedicado este texto.

Chelo García Cortés llegó a 'Sálvame' en 2011. Hasta entonces había estado en 'DEC', donde en 2006 nos bendijo luciendo en directo una camiseta de Rage against the machine y en 2007 otra de Cannibal Corpse. Es posible que desde el año pasado hayáis visto a decenas de 'it girls' y bloggers lánguidas con sus camisetas de grupos heavy compradas en grandes almacenes. Pues bien, Chelo García Cortés lo hizo diez años antes.

Ese mismo año, en 2007, salió del armario en una revista minoritaria dedicada al público lésbico. Sin fanfarrias, sin exclusivas. En ella contaba, además, que se había casado con su novia en agosto de 2006. Su llegada a 'Sálvame' trajo muchas novedades al programa y una de ellas era el hecho de ser lesbiana. Hasta entonces era fácil nombrar a hombres homosexuales influyentes en televisión, pero a bote pronto era difícil encontrar el nombre de una periodista lesbiana.

¿Hace falta rellenar un cupo? Pues tampoco. Pero en un programa que ya había normalizado la causa gay (empezando por su presentador, que lo hace todos los días) faltaba una colaboradora que llevase esa otra realidad todas las tardes a la España profunda, donde, por mucho que el Orgullo atraiga a millones de personas en la capital, a veces es mejor que no te toque ser el maricón o la bollera del pueblo.

Después hubo otras lesbianas en la televisión, claro. Pero Chelo aportó una realidad que necesitábamos: un estereotipo que existe y que no hay que rechazar.

"No todas las lesbianas tienen la voz grave, el pelo corto y visten con pantalones", nos hemos cansado de oír. Pues desde luego que no. Mirad, en 2004 se estrenó una serie llamada 'The L Word' (una serie magnífica) que venía a romper con eso. Las mujeres de 'The L Word' eran profesionales de diferentes ámbitos con melenas, faldas, tacones y un fondo de armario que haría temblar de emoción a una Kardashian.

¿Y sabéis que pasó? Que muchas espectadoras dijeron: "¿Y dónde están las otras lesbianas, las que tienen más modos de chicazo y rechazan la dictadura de la falda?" (había en la primera temporada una, solo una). Sus creadoras tuvieron que ponerse manos a la obra e incluirlas al darse cuenta de que, al intentar romper con un estereotipo, habían alienado a una parte enorme de los espectadores.

Porque resulta que los estereotipos existen. Hay homosexuales con muchísima pluma a los que les encanta ponerse una peluca y bailar Mónica Narajo. Luego hay otros que son cerrajeros, tienen pelo hasta en las palmas de las manos y los domingos prefieren ir al fútbol en vez de ver programas antiguos de RuPaul. Hay lesbianas con melenas brillantes e hidratadas y modales de bailarina rusa y otras con el pelo corto y modales de estibador de puerto. Las dos realidades son maravillosas.

Chelo llegó y visibilizó a esa lesbiana que habíamos olvidado porque todos quisimos ser ultramodernos. Chelo es una señora con pelo corto, zapato plano, voz grave, mala uva ocasional y una preciosa colección de camisetas de grupos de hard metal. A menudo en el programa se han metido con ella porque, vaya, se muestra de vez en cuando atribulada, no quiere prestarse al show y no se toma ciertas bromas tan a la ligera como otros colaboradores. Y está en todo su derecho.

Pero resulta que Chelo, aún con ese carácter que a veces puede parecer recio a través de la pantalla, nos regaló uno de los momentos más increíbles de 'Sálvame' y de la televisión en general de este pais. Ocurrió cuando en 2011 se sometió al polígrafo, uno de los peajes imprescindibles para convertirse en colaborador estrella de 'Sálvame'.

Allí el polígrafo concluyó que había tenido una noche de pasión con Bárbara Rey. Las dos lo negaron hasta que Bárbara acudió al programa como invitada estrella muy poco después y, tras un monólogo épico que parecía escrito por Margaret Mitchell, soltó la bomba: "Tengo que decir que el polígrafo no miente, siento mucho que no me hayan gustado las mujeres porque hubiera sido más feliz, pero tengo que decirlo. Chelo, tú y yo hemos tenido una noche de amor".

Y después abrazos, juramento de amistad eterna, lloros, aplausos desatados. Toda España hablando de ello. Chelo García Cortés, amigos, la tímida, esa de la que se reían algunos compañeros, se había acostado con la chica más deseada del territorio español.

Por cierto, hoy se vuelven a odiar. Pero eso es lo de menos. Chelo ya había ganado: ha llevado un perfil que no existía en televisión a todas las pantallas del país, ha llevado la vida que ella ha querido y también se ha llevado a una vedette a la cama.

Una curiosidad: cuando a Chelo le dijeron aquello de "tú pasabas por hombre", ella estaba disfrazada de Gloria Fuertes en uno de esos especiales que a menudo hacen en 'Sálvame' para recordar el aniversario de un personaje señalado.

Gloria Fuertes, esa escritora genial y gran activista lesbiana aunque no lo ejerciese con la liberad que hoy sí se le permitiría, aparecía presentando programas infantiles con su camisa, su corbata y su voz grave y, que yo recuerde, ningún niño del colegio iba por ahí diciendo que esa señora parecía un hombre. Necesitamos más mujeres así en la tele. De esas que "pueden pasar por hombres", de esas que desafían conceptos tan absurdos como la hombría o la feminidad.

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