Terelu y el globo: análisis de la imagen viral que define a una generación

Ramón Azcárate 20/09/2017 16:10

Hay un término (y un Tumblr maravilloso, donde probablemente estuvo su génesis, creado por el periodista Roberto Enríquez, alías Bob Pop) denominado 'terelook'. Sirve para referirse a la forma de vestir de Terelu Campos o incluso la de cualquiera que por haches o por bes recuerde a la suya. "Me encanta tu terelook de hoy", dicen. Cuando tu nombre se convierte en un sustantivo, ya eres importante. Cuando tu nombre no necesita apellido porque nadie más se llama así, ya eres importante. Cuando una sola imagen tuya sirve para definir la sensación de apatía y desengaño de una generación entera, ya eres importante. Y hoy vamos a hablar de esa imagen.

Era 4 de octubre de 2015. El programa '¡Qué tiempo tan feliz!') celebraba su sexto aniversario en antena. En la imagen, Terelu está sentada en una de las sillas de los colaboradores fijos de un programa con una cualidad fascinante que, hasta donde yo sé, no tuvo precedentes en la televisión española: se emitió sin título hasta bastantes meses después de su llegada a la parrilla (en sus inicios consistía en una serie de especiales monográficos sobre personajes de la vida social española). Terelu, sentada al lado de Jesús Mariñas, mira seriamente a un punto indeterminado del plató, fuera de nuestro campo visual, probablemente a la nada, al éter, a la vacuidad misma de la existencia. Con las piernas cruzadas y un vestido negro cuya pedrería bordada al cuello combina con la de sus sandalias y el plateado del reloj (¡toma terelook!), la estampa solo empieza a ganar cuando uno se da cuenta de que en el televisor de plasma que descansa detrás de ella, sobreimpresa sobre la ilustración de una tarta de cumpleaños, se puede leer "...tan feliz".

Y otra aún mejor.

Terelu, con cierta desidia, con el gesto trémulo de aquel que se ve obligado a comulgar con una ceremonia que le parece un tanto impostada pero que debe seguir porque respeta al máximo las reglas... está sujetando un globo.

No conocemos las circunstancias que rodeaban a esta imagen. Cualquiera con un poco de experiencia audiovisual sabe que un microsegundo congelado en el tiempo siempre se puede malinterpretar y tomarse como el representante de un todo. Es probable que justo un segundo antes Terelu estuviese riendo. O es posible que la fotografía se tomase en un segmento dedicado a recordar algún episodio luctuoso de los que se vivieron en el programa y eso explique su gesto. Pero, a la vez, cualquiera con experiencia audiovisual sabe que a veces esa imagen congelada, ese pequeño gesto, trasciende la realidad y se convierte en algo mucho más poderoso que ella.

Y este es uno de esos casos. "¿Qué Terelu eres hoy?", pregunta un meme que circula por las redes sociales en la que podemos ver unas doce o quince imágenes de la presentadora (su estupenda portada de Interviú, su imagen menos favorecedora comiendo un churro, su recordada participación en el 'Mira quién baila' emitido en TVE...). Y casi todos, al menos en mis redes sociales, eligen ser esa Terelu que parece apagada y triste en medio de un ambiente de celebración. Hay dos cosas importantes que analizar en esta foto. Una tiene que ver con la densidad humana, otra con el dominio de las máquinas. Vamos a verlas por puntos y por orden, que ni tú ni yo ni Terelu tenemos todo el día:

1. Terelu parece triste y tiene todo el derecho a estarlo. Basta ya de la alegría impostada en las redes, de esas influencers que siempre posan saltando y enseñando la lengua en las imágenes de sus redes sociales. La tristeza no está de moda en las redes sociales: parece algo menor, algo atrevido, algo que hay que guardar para la intimidad (curiosamente los culos, torsos, pies en la arena y selfies en el ascensor sí pertenecen a la esfera pública). Terelu, probablemente sin saberlo, ha llevado a cabo el último ejercicio de militancia para la sinceridad y la autenticidad en la era de la gran mentira: mostrarse apesadumbrada bajo los focos y en medio de un plató multicolor, negarse a agarrar con fuerza ese globo. Sed esta Terelu: si estáis tristes, estadlo. No agarréis el globo. Dejadlo escapar. Dejad que la felicidad impostada se eleve hasta los focos y reviente.

2. A su vez, Terelu es todos nosotros cuando perdemos el control de una foto. Vivimos en un momento en el que creemos tener el control más absoluto sobre nuestra imagen de toda la historia reciente. Accionamos la cámara interna de nuestro teléfono móvil, lo alzamos, tensamos la mandíbula, nos mordemos los carrillos, fruncimos el ceño, et voilà!: la persona que aparece en la pantalla es guapísima, un perfecto desconocido que nos recuerda a nosotros. ¿Quién no ha montado en cólera cuando un tercero sube una instantánea nuestra en la que salimos horribles y sobre la que hemos perdido el control (¡malditos stories de Instagram!)? Esta imagen de Terelu viene a recordarnos una verdad incómoda: que no se nos ocurra ni por un instante creer que podemos dominar las lentes de las cámaras, auténticas máquinas de rayos X de los sentimientos, unos mecanismos a los que es imposible mentir. Tú puedes hacerte unos selfies fantásticos, pero tu entorno, la vía pública, tu portal, las tiendas que visitas y el telefonillo mismo de tu portal están llenos de otras cámaras que siempre estarán ahí para ver a través de tu piel y manifestarlo: tu día está siendo una mierda. Y a menudo esas cámaras son sus ojos. Los tuyos, los mismos que juzgan esta imagen de Terelu.

Por todo esto, un brindis por ella. Sed Terelu. Soltad el globo.

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