La confesión de un testigo del caso Romina, en exclusiva: "Raúl estaba loco, era paranoico y muy agresivo"

  • Accedemos en exclusiva al sumario del caso Romina Celeste

Frío, calculador, paranoico, así define uno de los testigos del caso a Raúl, el acusado de haber asesinado a Romina Celeste. "Si la Guardia Civil me llega a haber preguntado si pensaba que podría haber sido él, les hubiera dicho que ojalá que no, pero que lo veía capaz porque está loco y he visto el acoso que le hacía a su expareja".

'El Programa del Verano Es la expareja de la exnovia de Raúl. Le conocía desde hacía seis años y durante dos vivió con la que iba a ser la mujer de Raúl antes de su relación con Romina.

Cuando le conoció era callado y llevaba una vida normal. Pero en todos estos años Raúl había cambiado, consumía cocaína y su actitud era diferente: "Yo pienso que es bipolar, pero no creo que esté enfermo psiquiátricamente porque es muy metódico, frío y calculador".

Fue su propia actitud la que le delató. Para este testigo, Raúl siempre fue el principal sospechoso. Igual que para la Guardia Civil, que trece días después de la desaparición de la joven le detuvo.

Los vecinos del presunto asesino de Romina, en exclusiva: "Raúl tenía una actitud vigilante"

¿Qué pasó el 1 de enero en casa de Raúl y Romina? Los vecinos son quienes mejor lo saben: "Estaba durmiendo y me despertó un ruido antes de las 8 de la mañana. Era un ruido como de mover muebles... pensé que los vecinos volvían de fiesta. El ruido era mucho más intenso de lo habitual, de arrastre,pero no de arrastre largo... como de desplazamientos pequeños. Era muy fuerte como empujar una silla o una cama... pero no era metálico, sino más bien un ruido seco", cuenta un testigo en el sumario al que 'El Programa del Verano' ha tenido acceso en exclusiva.

Los fuertes ruidos de primera hora de la mañana cesaron y dieron paso a un penetrante olor a quemado: "Sobre la hora de comer, empezamos a oler un olor desagradable como a material sintético quemado. Pensé que a algún vecino se el estaba quemando una parte plástica de la barbacoa. Llamé a la puerta de Raúl y cinco minutos después, cuando ya me iba, salió. Me dijo que era una barbacoa. Aparentaba estar tranquilo, me intentó tranquilizar y me dijo que iba a apagar el fuego".

Después de ese día, el comportamiento de Raúl cambió: "Raúl era muy observador, siempre me estaba mirando desde la terraza, parecía que estaba controlando, tenía una actitud vigilante. Esa actitud la tenía desde el 1 de enero".