A pesar de todas las restricciones que se han ido aprobando a lo largo de las Navidades para evitar una tercera ola del coronavirus que ya es casi una realidad, la policía ha intervenido fiestas de Nochevieja salvajes como la de Llinars del Vallès, Barcelona.
Allí, 200 personas se reunieron con la intención de celebrar una fiesta que durase días (querían que terminara hoy, lunes 4 de enero), aun sabiendo que estaba totalmente prohibido por las autoridades y que era un evento que atentaba directamente contra la salud pública en un contexto de pandemia como en el que seguimos inmersos.
La reportera Mayka Navarro ha entrado en la nave del delito: un espacio amplísimo que puede albergar a un gran número de personas y que era una antigua fábrica de ladrillos que ha ido pasando de mano en mano y que llevaba tiempo abandonada. Allí, la noche del 31 de diciembre se formó una tremenda caravana de coches con los cientos de asistentes a una fiesta que tardó casi dos días en ser desalojada por la policía.
Ésa ha sido, precisamente, la gran queja de Patricia Pardo, que no entiende que los Mossos d’Esquadra tardaran tanto tiempo en actuar y que no tuvieran “un protocolo de actuación para estas fechas”, en las que se temía que podría haber muchas fiestas ilegales como ésta.
La reportera, que ha cubierto la noticia durante todo el fin de semana, entiende que los agentes no se acercaran a la nave: "Era peligroso para los Mossos intervenir en una fiesta de este tipo, en una nave tan grande y con tanta oscuridad", ha dicho, si bien Trapero ha reconocido que llegaron tarde para evitar el delito y, por ende, el contagio.