Testigo del nido de amor de Marta Gayá y el rey emérito: "Ella venía a Madrid tres o cuatro días y se iba"

La testigo cuenta que los encuentros se producían hasta la madrugada
Asegura que Marta pasada por Madrid cada tres meses
Pepe del Real ha podido hablar en exclusiva con una testigo sobre piso que Marta Gayá tenía en el centro de Madrid, en la Calle Fuencarral, en la que se encontraba con el rey emérito durante 20 años. La testigo, vecina de la zona y amiga de la empleada del hogar que trabajaba en ese piso, ha querido hablar para contar todos los detalles de lo que ocurría en ese domicilio.
“Cada tres meses venía una semana, tres o cuatro días y se iba. Ella viajaba constantemente entre Suiza y Palma; Marta le decía 'prepara el salón, trae hielo', pero ver al rey nunca", explica sobre la información de su amiga que era empleada.
Sobre si la chica que trabajaba en la casa ha visto al rey emérito: "No, eso nunca", sin embargo confiesa que sí era consciente de ver los coches oficiales: "Cuando venían a recogerla y lo que sí ha visto han sido fotos juntos". En cuanto a la forma de actuar de Marta Gayá: "Salía escopetada, siempre elegante con trajes de chaqueta negra".
La fuente reconoce que Marta Gayá era "muy discreta" y que la mujer que trabajaba en la casa: "Estaba todo el año". Además, la entrevistada ha descrito el apartamento: "Es una torre, entras a un salón muy grande, a mano izquierda la habitación. Habían muchos trajes militares y botas, como para ir a monterías". Sobre si se intuía que había algo con el rey: "Algo raro, después cuando lo de Corina vi que se vendía el piso de Marta Gayá".
Después de conocer los detalles, era un gran ático en pleno centro de Madrid que estaba en torno a 50 millones de pesetas, inmueble de 150 metros cuadrados, con dos terrazas, una de ellas a la calle Alburqueque y otra a la calle Fuencarral. El piso tenía un amplio salón, un dormitorio principal con vestidor y baño y una pequeña cocina. Ella misma, pedía al personal de la casa que le preparase todo y que se marchase, los invitados llegaban cuando ya no llegaba nadie del servicio. Además, había un gran armario con ropa para monterías, la comida que subían a la casa era de un restaurante muy conocido de Madrid, pero no se ha visto directamente al emérito en el sitio.

