El escenario al que se enfrenta la infanta Sofía con su mayoría de edad: muy diferente al de la princesa Leonor
La benjamina de los reyes Felipe y Letizia cumple 18 años, una cifra sin duda de lo más significativa
Esta mayoría de edad se produce en un contexto muy distinto al que vivió su hermana, la princesa Leonor, hace casi dos años
Analizamos la llegada a su vida adulta, en el que cuenta con margen para descubrir quién quiere ser, sin el peso de la Corona sobre sus hombros
Este 29 de abril, la infanta Sofía de Borbón y Ortiz alcanza los 18 años y, con ello, cruza el umbral de la ciudadanía adulta. En cualquier familia, ese paso marca un antes y un después. En la suya, además, representa una línea simbólica entre el deber institucional y la libertad personal. Sin embargo, su mayoría de edad se produce en un contexto muy distinto al que vivió su hermana, la princesa Leonor.
La hija menor de los reyes Felipe y Letizia celebra este aniversario en Reino Unido, donde está a punto de completar su Bachillerato Internacional en el prestigioso UWC Atlantic College de Gales, lejos del foco mediático y, sobre todo, lejos de los compromisos oficiales que comenzaron a perfilar el futuro de su hermana en cuanto alcanzó esta misma edad.
Mientras la heredera al trono protagonizaba un acto de gran carga simbólica, el juramento de la Constitución ante las Cortes Generales, Sofía se encuentra en un entorno casi íntimo, rodeada de compañeros internacionales, sin una agenda pública ni institucional marcada para este día y ante su inminente ingreso en la universidad. El contraste no solo es evidente. Es revelador.
Desde su nacimiento en abril de 2007, la infanta ha vivido dentro del foco mediático, aunque siempre en segunda línea. Como segunda hija de los reyes de España, su papel ha estado condicionado por la línea de sucesión. Una posición que le ha permitido una vida más protegida y discreta, algo que se refleja también en este paso hacia la mayoría de edad. La decisión de estudiar fuera de España no solo responde a una elección educativa, sino que también puede leerse como un gesto hacia una vida con mayor libertad personal, alejada de los compromisos inmediatos como parte de la familia real. Y el escenario al que se enfrenta nada tiene que ver con el de su hermana mayor.
Su cumpleaños no se celebra en palacio, ni habrá una recepción oficial ni fiestas como las que sí rodearon el cumpleaños de Leonor. Tampoco se espera una agenda anunciada. Sofía podrá celebrar su mayoría de edad con sus amigos, quizá con algún contacto privado con su familia, y desde una distancia que parece decir mucho: ella tiene, al menos por ahora, la posibilidad de decidir el rumbo de su vida sin las ataduras del protocolo.
Este margen, sin embargo, no significa un desapego. La infanta ha acompañado a sus padres y a su hermana en diversos actos oficiales a lo largo de los años. Ha estado presente en momentos clave -desde la entrega de los Premios Princesa de Asturias hasta la jura de la Constitución por parte de Leonor y al décimo aniversario de la proclamación de su padre Felipe- y su comportamiento siempre ha destacado por la corrección y la naturalidad. Pero nada en su recorrido apunta, por ahora, a una agenda institucional que marque su camino más inmediato.
La diferencia más sustancial entre las dos hermanas reside en la expectativa. Leonor, como heredera, está sujeta a un itinerario que la prepara desde niña para asumir el más alto papel del Estado. Su educación, sus apariciones públicas, incluso sus silencios, están medidos bajo esa lupa. En cambio, Sofía se mueve en un terreno más flexible, menos reglado, donde lo privado tiene aún más peso que lo público. Y es ahí donde radica precisamente la novedad: la mayoría de edad de un miembro de la familia real española que no entra en la rueda institucional, sino que permanece en una esfera más personal, casi blindada.
Este escenario no está exento de interrogantes. ¿Participará más activamente en actos públicos a partir de ahora? ¿Qué papel se le reservará dentro de la familia real en los próximos años? ¿Podrá realmente elegir un futuro profesional al margen de su apellido? Son preguntas abiertas que, probablemente, tendrán respuestas en el medio y largo plazo, según cómo evolucione su formación y según las decisiones que, con el tiempo, se tomen desde la propia Casa Real.
De momento, lo que parece claro es que la infanta Sofía no va a asumir un protagonismo inmediato, ni se espera de ella el mismo nivel de exposición que su hermana. Su mayoría de edad llega en un contexto de cierta modernización de la monarquía, donde cada paso parece pensado. La discreción, en este caso, no es una ausencia, sino una forma de presencia: la de una joven que comienza su vida adulta con margen para descubrir quién quiere ser, sin el peso de la Corona sobre sus hombros.
Este 29 de abril, la infanta Sofía cumple 18 años sin ceremonia, sin ruido, pero con todo por decidir. Y en ese gesto hay una forma de madurez distinta: silenciosa y profundamente libre.
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