Entrevista a Miguel Frigenti: "He tenido que ir a terapia para soportar esta profesión, hay mucho ego y clasismo"
Miguel Frigenti se abre como nunca antes en una entrevista exclusiva para esta web: su lucha profesional, la historia de amor con Nua Batle y el precio de ser sincero
Del fan de ‘Gran Hermano’ al colaborador más valiente: Frigenti repasa su carrera, desafía los prejuicios y lanza un mensaje claro al mundo de la televisión, ¡dale play!
Hay entrevistas que no necesitan adornos. Solo verdad. Y eso es lo que hace Miguel Frigenti frente a la cámara: se sienta, respira hondo, y empieza a hablar. Sin filtro. Sin necesidad de convencer.
En esta charla en exclusiva con esta web, el periodista y colaborador de Mediaset se abre como pocas veces lo ha hecho: habla de sus inicios frente a un televisor encendido, de cómo aprendió a sobrevivir en un medio inestable, de los mensajes de odio que ha recibido en redes, de su madre, de su pareja Nua Batle y de cómo se construye una vida propia cuando el mundo entero parece empeñado en encasillarte.
“Me costó muchísimo hacerme un hueco. Pero aquí estoy”
Miguel no es de los que esconden las heridas. Ni en lo personal ni en lo profesional. “He tenido que ir a terapia para aprender a vivir con esta profesión. No saber lo que vas a ganar, ni dónde vas a estar en tres meses, es agotador”, reconoce.
Desde que empezó como fan de 'Gran Hermano' hasta convertirse en uno de sus colaboradores más icónicos, ha luchado por ganarse el respeto en un entorno que, muchas veces, se rige más por los egos que por el talento. “He trabajado gratis, he aguantado que me encasillen, y he tardado años en demostrar que también valgo para otros formatos. Pero ahora estoy donde quiero estar”.
Hoy forma parte de la lista de colaboradores de 'Fiesta' y sigue en platós de realities como 'Supervivientes' y 'Los vecinos de la casa de al lado', los cuales acaban de terminar. Pero no olvida sus raíces ni el peso de la exposición. “Yo me he formado para esto. No tengo plan B. Y no lo quiero. Me parece injusto que a los periodistas se nos exija tener uno, como si nuestra pasión fuera menos válida que la de un médico o un abogado”.
Sobre el amor: “A mí lo tradicional me aburre. La clave está en hablarlo todo”
Miguel conoció a Nua Batle en el parking de una discoteca, esperando un taxi. Desde entonces, han pasado seis años y medio juntos. Y aunque su relación ha sido malinterpretada, él quiere dejarlo claro: “No somos una pareja abierta como se ha dicho. Hemos compartido momentos con otra persona tres o cuatro veces en seis años, y siempre porque los dos estábamos cómodos. Pero somos fieles a nosotros. Sinceros”.
Frigenti rechaza los clichés. “Creo que la monogamia es antinatural. Lo importante es no mentir, no traicionarte a ti mismo. Hay que hablarlo todo. Sin miedo. Sin vergüenza”. ¿Boda? ¿Hijos?: “Ya no me ilusiona casarme. Y no tengo instinto paternal. Ahora mismo, mi familia somos Nua, nuestra perrita y yo. Y somos felices así”.
“No me he casado nunca con nadie. A mí me pagan por opinar, no por hacer amigos”
Miguel no esquiva el tema: ser colaborador en realities también implica convivir con juicios, prejuicios y etiquetas. “Durante años se me llamó traidor por criticar a compañeros en plató. Pero nunca me metí en su vida personal. Solo opiné sobre sus concursos, que para eso estoy ahí”.
Lo que más le duele no son las críticas… sino el clasismo. “He visto cómo compañeros que eran exanónimos ahora son influencers y ya no saludan. Gente que va de evolucionada, pero te mira por encima del hombro. Eso me da rabia. Y pena”. También ha sufrido odio explícito en redes. “Mensajes de ‘ojalá te mueras’. Comentarios terribles. Al principio dolía, ahora ni leo las notificaciones. En esta profesión, o te blindas o te hundes”. ¡Dale play!
“Todos somos iguales. Al final, todos nos vamos a morir”
Frigenti lo resume mejor que nadie: “Aquí nadie es mejor que nadie. Ni el presentador, ni el influencer, ni yo. Lo importante es recordar quién eres y tratar bien al de al lado”. No le interesa el postureo, ni se deja llevar por los egos del plató. Le incomoda la soberbia, le molesta el clasismo y no soporta a quienes “se creen más por tener seguidores o una silla en televisión”. Lo ha vivido de cerca. Compañeros que ya no saludan. Miradas por encima del hombro. Gente que se avergüenza de sus inicios, pero no de las cámaras que los graban. Él, sin embargo, nunca ha dejado de ser el mismo.
Por eso, cuando le preguntamos si cambiaría algo de su camino, se lo piensa y sonríe. “Ha sido duro. Muy duro. Pero estoy en paz. Y eso, en esta vida, ya es mucho”. Dale play a los vídeos que acompañan esta noticia y no te pierdas sus palabras, en exclusiva.
