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Bebidas

La sidra de Asturias: mucho más que una bebida, un patrimonio vivo

Museo de la sidra
Existen más de 200 variedades de manzanas autóctonas dedicadas a la producción de sidra. Telecinco.es
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Asturias no se concibe sin sidra, y la sidra no se concibe sin Asturias. La sidra asturiana es uno de los emblemas más potentes de la identidad culinaria asturiana. Esta bebida, está hecha a base de manzanas autóctonas y fermentación natural, no lleva gas añadido y se consume sin filtrar -aunque sí escanciada-. Es decir, se vierte (escancia) de una forma única y muy particular para oxigenar la bebida y potenciar su sabor.

La cultura sidrera de Asturias y la UNESCO

A finales del pasado año, la UNESCO reconoció la cultura sidrera asturiana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este reconocimiento abarca todas las prácticas tradicionales relacionadas con la producción, distribución y consumo de la sidra natural en Asturias, incluyendo como es lógico el cultivo del manzano, su elaboración artesanal, el escanciado y su papel en la vida social y cultural asturiana. Este hecho vino a reafirmar algo ya muy presente en todos los que han formado parte de una manera u otra de la cultura de la sidra: se trata de algo más que una bebida, es una forma de vida.

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La cultura de la sidra en Asturias

La sidra en Asturias forma y es parte esencial de su paisaje. Las pomaradas, esos campos de manzanos que salpican la geografía del Principado, son el punto de partida de un producto que no sólo se consume, sino que se celebra.

Un poco de historia: origen de la sidra asturiana

La sidra se elabora en esta tierra desde tiempos antiguos, hay referencias escritas del siglo VIII -referencias sobre el cultivo de manzanas en la región-, aunque probablemente se produjera mucho antes, de la época romana e incluso celta.

En la Edad Media, se había intensificado tanto el cultivo de manzanos que se convirtió en una de las principales riquezas agrícolas del Principado. La sidra ya era una bebida común entre campesinos y monjes.

No es extraño que Asturias, con su clima húmedo y templado haya favorecido el cultivo de manzanas, tanto es así, que existen más de 200 variedades autóctonas utilizadas exclusivamente para la producción de sidra. No es de extrañar por tanto que, a lo largo de los siglos, la sidra haya estado presente en las casas, las fiestas, los rituales… convirtiéndose en una bebida popular y social.

Cultivo de manzanos en Asturias

La sidra de Asturias: tradición, cultura, símbolo de hospitalidad y celebración

Pero la sidra asturiana no es solo tradición, es también una experiencia sensorial, un acto social y cultural. El modo en que se sirve se comparte y se bebe está cargado de significado. El trabajo de los llagares, el saber hacer de los productores, la transmisión de conocimientos de generación en generación, el vocabulario sidrero, las fiestas populares y el propio entorno natural fueron considerados por la UNESCO más allá de la bebida.

Barriles de sidra

Hoy en día, beber sidra en Asturias es participar de un rito que conecta con la tierra, es hermanarse con la memoria colectiva y fundirse con una forma de entender el tiempo: sin prisa, con respeto. Desde el chigre más tradicional (bar en donde se consume sidra) hasta el restaurante más innovador, la sidra está siempre presente como símbolo de hospitalidad y carácter.

Cultura sidrera de Asturias

La sidra de Asturias forma parte de la identidad y motor turístico de la comunidad. Miles de personas visitan cada año la región para recorrer las rutas de la sidra, conocer las pomaradas, visitar los llagares y aprender sobre la fermentación o asistir a las múltiples fiestas sidreras que se celebran por todo el territorio. Todo esto nos lleva a considerar a la sidra no sólo como una bebida, sino como un patrimonio vivo enraizado en la tierra y en sus gentes que, -por supuesto- no dudan en compartir ‘culines’ y tradición con el visitante.

Culín de sidra Asturiana

La sidra asturiana, con su sabor único y su carga simbólica, invitan a levantar el vaso y a brindar por una cultura que ha sabido mantener sus raíces.