¿De verdad el kiwi ayuda a ir al baño?
Muchas personas comen kiwi para tratar de combatir el estreñimiento, pero ¿realmente funciona o se trata solo de una creencia sin fundamento?
El cereal sin gluten perfecto para ayudar a la pérdida de peso y evitar el estreñimiento
Hasta hace tan solo unas pocas décadas el kiwi era un alimento exótico que apenas se veía en nuestro entorno. Pero hoy es raro no encontrar esta fruta en cualquier frutería o supermercado. De hecho, muchas personas la consumen diariamente, a menudo para tratar de combatir el estreñimiento.
Respaldado por la ciencia
Lo cierto es que comer kiwi sí puede ayudarnos a ir al baño. Así lo confirman varios estudios científicos que se han realizado al respecto. Tanto es así que recientemente la legislación europea ha incluido la posibilidad de utilizar ese reclamo en la publicidad o el etiquetado de esta fruta. Concretamente se ha autorizado la declaración de salud “El kiwi verde contribuye al funcionamiento normal del intestino al aumentar la frecuencia de las deposiciones”, algo que había sido solicitado por la principal empresa comercializadora de esta fruta a nivel mundial.
Hay que aclarar que esa declaración está aprobada tan solo para el kiwi verde (no para el amarillo) porque es para el que existen evidencias científicas y para el que se solicitó dicha autorización.
¿Cuánta cantidad hay que comer?
Si se utiliza esa declaración de salud como reclamo a la hora de vender o publicitar el kiwi, debe especificarse que se necesita comer al menos 200 gramos para lograr ese efecto. Es decir, si queremos que el kiwi nos ayude a ir al baño tenemos que comer al menos dos piezas.
Ahora bien, es importante tener en cuenta que ese efecto del kiwi no se debe a que contenga compuestos exclusivos que solo estén presentes en esta fruta, sino que obedece a su contenido en fibra, que es de unos 3 gramos por cada pieza. Es decir, el efecto se produciría tras comer al menos 6 gramos de fibra.
Esto significa que no es imprescindible comer kiwi parar tratar de ir al baño. Podemos comer cualquier otro alimento rico en fibra, como frutas, verduras, hortalizas, legumbres o cereales integrales (por ejemplo, pasta integral o arroz integral). Así, probablemente nos saldrá más económico y tendrá menos impacto medioambiental porque el kiwi no es una fruta barata precisamente y además se suele importar desde la otra punta del planeta. Aunque también es cierto que hay kiwis de producción local, más económicos y con menor impacto ambiental.
No es un medicamento
En cualquier caso, no es buena idea concebir los alimentos como si fueran medicamentos o remedios que podamos consumir en determinadas ocasiones como si fueran píldoras mágicas para conseguir determinados efectos o tratar de compensar unos malos hábitos. Sobre todo, porque esa instrumentalización de la alimentación puede llevarnos a una obsesión con la comida y alejarnos del disfrute.
Es decir, si nos gusta el kiwi, estupendo. Disfrutémoslo. Es una fruta interesante desde el punto de vista nutricional. Pero si no nos gusta o no queremos o no podemos comerlo, no hay problema. Como acabamos de mencionar, podemos optar por muchos otros alimentos interesantes que nos gusten o que sí queramos o podamos comer y que pueden cumplir esa misma función: frutas, verduras, etc.
La clave está en los hábitos
Lo ideal es seguir una dieta rica en alimentos frescos o poco procesados, priorizando los de origen vegetal, como frutas, verduras, hortalizas, frutos secos, legumbres o cereales integrales, a los que podemos sumar otros interesantes de origen animal, como huevos o pescado, por poner algunos ejemplos. Los que nos gusten y preparados de la forma que nos guste, tratando de reducir o evitar en la medida de lo posible ingredientes poco interesantes, como sal o azúcar. También es importante realizar actividad física de forma habitual. De ese modo lo más probable es que podamos ir al baño sin problemas.
Si no es así, es posible que nuestro estreñimiento pueda ser debido a otras causas que no estén directamente relacionadas con los alimentos que componen nuestra dieta o con nuestra actividad física. En ese caso, si el problema es recurrente o se prolonga en el tiempo, es posible que necesitemos acudir a un profesional de la salud, como un médico o un dietista-nutricionista.