Más de 35 bodegas argentinas y 300 vinos hicieron desfilar su carácter y diversidad, recordando que Argentina también emociona en cada sorbo
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Hay días en los que Madrid huele distinto. No es el aroma a pan de masa madre o a café de barrio; es algo más profundo, más evocador. Hace unos días, Forbes House se llenó de ese perfume que nace del Malbec, de la altura de los Andes y de la hospitalidad que solo los argentinos saben servir en copa. Así debutó el I Salón de Vinos de Argentina, una cita que dejó al público madrileño con el paladar rendido y el corazón un poco más cerca de Mendoza.
Más de 750 profesionales del vino español —sumilleres, restauradores, distribuidores, periodistas y curiosos con buen gusto— cruzaron las puertas de Amador de los Ríos 5 para vivir un auténtico viaje sensorial. Más de 35 bodegas argentinas y 300 vinos hicieron desfilar su carácter y diversidad, recordando que Argentina ya no solo exporta talento futbolero: también emociona en cada sorbo.
Un viaje líquido por la geografía argentina
El recorrido fue un mapa bebible del país del tango. Desde los suelos privilegiados de Cuyo, donde el Malbec se expresa con potencia y elegancia, hasta los extremos australes de Patagonia, con su frescura casi polar. Hubo copas que olían a altura —esas que nacen a más de 2.000 metros en Salta y Catamarca— y otras que sorprendieron con las brisas atlánticas de Buenos Aires, recordando que el vino argentino ya no tiene fronteras.
Cada etiqueta contaba una historia. Algunas hablaban de familia y tradición; otras, de innovación y riesgo. Todas tenían en común ese doble lazo de la emoción. Porque si algo quedó claro es que el vino argentino no es tendencia, es emoción embotellada.
Brindis, masterclasses y hospitalidad en estado puro
La jornada fue un hervidero de entusiasmo. Las tres masterclasses y las dos catas temáticas se llenaron hasta la bandera, con nombres propios que son referencia: Luis Gutiérrez, Valeria Gamper, María Laura Ortíz Chiavetta, Federico Oldenburg o Adrianna Catena, entre otros. Entre brindis y cuadernos de cata —se repartieron más de 450—, se levantaron 3.000 copas Riedel al aire, en un gesto tan universal como hermoso: celebrar el vino y la amistad.
Detrás del evento, una pareja que conoce el vino desde el alma: Pilar Oltra y Daniel Perchante, sumilleres y empresarios argentinos, cuidaron cada detalle con una profesionalidad impecable y esa calidez rioplatense que convierte cualquier encuentro en una fiesta.

Un puente de pasiones entre dos orillas
La Embajada de Argentina en España, con el embajador Wenceslao Bunge Saravia al frente, inauguró oficialmente el encuentro, recordando que el vino es más que economía: es cultura compartida. La colaboración de Wines of Argentina reforzó la difusión desde el otro lado del Atlántico, consolidando esta primera edición como un puente de pasiones entre dos países que comparten idioma, alma y copa.
Y como todo buen brindis merece repetición, la organización ya ha confirmado la segunda edición del Salón de Vinos de Argentina, que se celebrará los días 5 y 6 de octubre de 2026, esta vez con dos jornadas —una para profesionales y otra abierta al público general—. Porque cuando algo sale tan redondo, la única opción es descorchar de nuevo.
Madrid habló en acento argentino
Al caer la tarde, mientras las últimas copas tintineaban, Madrid ya había sucumbido al embrujo del vino argentino. Entre malbecs que emocionan, patagonias que refrescan y atlánticos que sorprenden, la ciudad descubrió que el vino no entiende de fronteras: entiende de pasión.
Y es que, como escribió Jorge Luis Borges, ese eterno porteño que sabía que la vida se mide en matices: “El vino es una cosa admirable: anima el corazón del hombre, y en su transparencia cabe el universo entero.”
Aquella tarde, en Forbes House, ese universo se sirvió en copa. Con cuerpo, con alma y con acento argentino.
