Un grupo de cefalópodos superan una prueba de inteligencia cognitiva diseñada para niños
El estudio demuestra la capacidad para retrasar la gratificación
La investigación demuestra que la sepia puede ejercer autocontrol
Los animales esperaron más tiempo para obtener una comida mejor
Una prueba de inteligencia de cefalópodos ha reforzado la teoría de que no hay que subestimar la inteligencia animal. Como recoge Science Alert, los resultados de este estudio demuestran que en el cerebro de los cefalópodos puede haber mucha más actividad de la que pensábamos.
Para llegar a esta conclusión han elaborado la prueba del malvavisco, conocido como el experimento del malvavisco de Stanford. Se trata de un test muy sencillo diseñado para niños. Se coloca a un menor en una habitación y se le pone un plato de sepia. Se explica al menor que, si no se come el plato en 15 minutos, luego obtendrá un segundo plato y se podrá comer los dos.
MÁS
Con esta prueba se demuestran las habilidades cognitivas de los niños, la capacidad para retrasar la gratificación, y originalmente se utilizó para estudiar cómo se desarrollaba la cognición humana.
Aunque evidentemente a un cefalópodo no se le puede explicar esta prueba, la han ajustado para ellos. Se le ha entrenado para comprender que, si espera a no comerse el primer plato de inmediato, podrá disfrutar de otro más.
Esta prueba realizada en algunos primates y en algunos perros ha tenido óptimos resultados, retrasando la gratificación el tiempo necesario. Ahora, las sepias han tenido que pasar esta prueba.
Un equipo de investigadores diseñó una prueba específica para ellas. Colocaron en un tanque especial dos cámaras cerradas con puertas transparentes, para que los animales pudieran ver lo que había en el interior. En una de las cámaras había un trozo de langostino crudo y en otra un camarón de pasto vivo, un alimento mucho más llamativo para las sepias.
En las puertas había símbolos que las sepias habían sido entrenadas para poder reconocer. El círculo marcaba que la puerta se abría al instante, el triángulo, que se abriría después de un intervalo de entre 10 y 130 segundos, y el cuadrado, que la puerta no se abriría nunca.
Los investigadores analizaron cómo todas las sepias del experimento decidieron esperar a poder comer los camarones vivos.
Pero la investigación no quedó ahí. Los animales también fueron sometidos a otra prueba para demostrar su memoria. Les enseñaron un cuadrado gris y otro blanco, si se acercaban a uno de ellos obtenían recompensa. Cuando aprendieron a asociarlo, cambiaron las señales, y las sepias supieron adaptarse a ese cambio.
Parece que, por tanto, la sepia puede ejercer autocontrol, como demuestran estas investigaciones, aunque se desconoce todavía el por qué.