La boda de Menchu y José Luis en el salvaje oeste... de Almería: "Es como estar en una película"

Cuando Clint Eastwood grabó en Almería "El bueno, el feo y el malo", ni Menchu ni José Luis habían nacido todavía. Sin embargo, casi 60 años después del rodaje de la mítica cinta, los dos se han casado en el mismo escenario. Ahora el popular Mini Hollywood del desierto Tabernas también acoge bodas de película.

"Nuestra idea no era hacer algo tradicional, ni siquiera celebrarlo", dice Menchu Castillo, pero los amigos les convencieron para que al menos organizaran una fiesta. En ese momento, Menchu, que es maestra, hizo una visita con sus alumnos al Mini Hollywood. "Hacía tiempo que no lo veía y me encantó como estaba".

De ahí surgió la idea, pero cuando se lo contaron a todos hubo dos respuestas. A los amigos les encantó y les animaban, pero los familiares se echaron las manos a la cabeza. "Nos dijeron que estábamos locos", recuerda ahora Menchu. Sin embargo, la locura ganó la apuesta y enseguida estaban eligiendo botas para la ceremonia.

"Yo llevaba botas de cowboy blancas", explica Menchu, que fue a una diseñadora para que le confeccionara el traje. "Me hice una falda de tul por debajo de la rodilla tipo can-can y un top pegado con una especie de estampado más basto haciendo guiño a la temática". También llevó una sombrero y una cazadora que por culpa del calor no se puso en toda la boda.

El novio sí fue a una tienda tradicional en busca de su traje, pero a su chaqueta le cambio las solapas y los botones. También se enfundó botas de cowboy y llevaba sombrero al estilo pistolero. Para llegar al poblado, nada de coches antiguos ni limusinas, los novios llegaron por separado y en diligencia.

Al llegar se encontraron la gran sorpresa. Los 200 invitados les esperaban al más puro estilo del Oeste. "Hasta mi abuela con 90 años", dice Menchu. Había botas de cowboy por todas partes, chalecos tipo sheriff, sombreros de vaquero y gorros irlandeses. Había camisas con motivos del Oeste y un ambiente de fiesta que no olvidarán nunca. "Nos emocionamos un montón", dice la novia.

Los únicos que no parecían salidos de un western eran los fotógrafos. Tras la cámara, Jessica Galindo y José María Fuentes Gutiérrez, de Maubec Fotografías, era la primera vez que vivían una ceremonia así. "Desde entonces ya hemos hecho dos bodas más allí", explica Jessica, sorprendida por el enlace, "es como estar en una película".

Llegado el momento del sí quiero, no hubo ritual del anillo, la ceremonia se hizo con tierra. "Además usamos una vela palmatoria típica del Oeste", explica Jessica, a la que no tiraron arroz sino cebada y que al terminar no brindó con champán sino con cerveza. "La persona que nos casó también hacía pequeños guiños a la temática".

Al final la fiesta concluyó con una barra libre en el bar del poblado, el mismo en el que se rodaron cientos de peleas, donde las chicas bailaban al ritmo del can-can, mientras los hombres se peleaban de mentira. Nada de eso hubo esta vez, ni tiros, ni duelos, ni venganzas, solo un final feliz con Menchu y José Luis de protagonistas.

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