Una boda, una ambulancia y un deseo cumplido: Carmen pudo ver casarse a su sobrina en Sevilla

Carmen en la boda de su sobrina gracias a la Ambulancia de los Deseos
Carmen en la boda de su sobrina gracias a la Ambulancia de los Deseos. Redes Sociales
  • La Fundación Ambulancia del Deseo trasladó a Carmen desde el Hospital Militar de Sevilla hasta la Parroquia de Santa Ana para que pudiera asistir a la boda de su sobrina

  • Carmen vio entrar a la novia, recibió su ramo al final de la ceremonia y regresó al hospital cansada, pero con la felicidad de haber vivido un día que creía imposible

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SevillaHay días que quedan para el recuerdo. Días que rompen la rutina de un hospital y la transforman en algo parecido a la vida antes de la enfermedad. Para Carmen, ese día fue el 4 de octubre, cuando, contra todo pronóstico y gracias a la Fundación Ambulancia del Deseo, pudo cumplir algo que llevaba meses repitiendo en voz baja: "quiero estar en la boda de mi sobrina". Porque para ella no era una boda cualquiera, era la de su gran debilidad, su ojito derecho, "su sobrina favorita".

Carmen lleva tiempo ingresada, bastante enferma y la opción de acudir a la ceremonia estaba cada vez más en el aire. Pero esto sus amigas no iban a consentirlo, ese día tenía que poder salir a la calle y estar presente en la boda, así que fueron ellas quienes dieron el primer paso y contactaron con la Fundación Ambulancia del Deseo. "Amigas como esas quiero yo para mí", diría después entre risas Luis Perera, técnico de emergencias sanitarias y voluntario que acompañó a Carmen durante toda la jornada.

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Todo empezó en el Hospital Muñoz Cariñanos, antiguo Hospital Militar de Sevilla. El personal sanitario lo preparó todo al detalle para que Carmen cumpliera su deseo. Medicación de rescate, indicaciones médicas, recomendaciones a los acompañantes, nada podía fallar. Tampoco el estilismo, la protagonista de esta historia quería estar guapa para la ocasión y se tomó su tiempo. Salieron con un poco de retraso, sí, pero también la emoción saber que estaba a punto de vivir algo irrepetible.

En la puerta le esperaba la "ambulancia de los deseos" junto a Luis y a Alicia, los encargados de hacer el sueño realidad. Ellos la llevaron hasta la Parroquia de Santa Ana, en pleno corazón de Triana, vigilada y protegida en todo momento. Allí llegó en silla de ruedas, escoltada por sus guardianes y con una mezcla de nervios e ilusión. Llegó justo a tiempo. Pudo ver la entrada de la novia, sentarse en primera fila y ser testigo de la ceremonia. Además en el sentido más literal, porque su firma quedó registrada en el acta matrimonial.

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El ramo de la novia

Pero lo más emocionante estaba por llegar. Cuando la misa terminó, la novia se acercó a la silla de su tía, emocionada, y le entregó su ramo. Un gesto sencillo que guardaba gratitud y reconocimiento a un esfuerzo desmedido. Carmen no lo soltó en toda la tarde. "Estaba loca con su ramo", cuenta Luis. Lo llevaba apoyado en el regazo, como si fuera un trofeo silencioso, una prueba de que había llegado hasta allí.

El día no había hecho más que empezar y ahora tocaba acudir a la celebración. Así que Luis y Alicia la subieron a la ambulancia y emprendieron el camino. Ella aguantó cuanto pudo, feliz, cansada, pero radiante. Porque el cansancio llegó, como era de esperar, y tuvo que regresar, pero llena de todo lo que había vivido. "Nunca pensó que podría ir a la boda", recuerda Luis. Y sin embargo, allí estuvo viviendo junto a los suyos uno de los días más especiales que recuerda.

La Fundación Ambulancia del Deseo

Ese es precisamente el propósito de la Fundación Ambulancia del Deseo, permitir que pacientes con una enfermedad crónica, degenerativa o incurable puedan cumplir algo que parecía perdido en la lista de cosas que ya no se pueden hacer. Viajar, ver el mar por última vez, despedirse de alguien, asistir a un evento, pisar un lugar con valor emocional. Deseos que pueden parecer pequeños pero que son, a la vez, enormes.

Virginia Marín, secretaria de la Fundación, también confiesa tener un deseo: "me gustaría que cada vez más pacientes sepan que existimos, que pueden cumplir sus sueños impensables por su situación de enfermedad y que todo es gratuito". Lo más valioso, explica, es la tranquilidad de las familias, que saben que el paciente está acompañado en todo momento por personal sanitario. Y, sobre todo, la transformación emocional que se produce desde que se confirma el deseo hasta que se cumple: "el bien que se hace al paciente y a la familia es indescriptible".

Un proyecto nacido en Países Bajos

El proyecto nació en Países Bajos gracias a Kees Veldboer, un hombre de enorme vocación humanitaria que murió cumpliendo deseos. Hoy, ese legado vive en España gracias a un equipo de voluntarios que no solo conducen ambulancias, sino que también acompañan ilusiones.

Cada deseo cumplido es distinto, pero todos tienen en común la finalidad de devolver un poco de vida a quienes la enfermedad ha ido debilitando. Por eso, cuando alguien como Carmen llega de vuelta al hospital con un ramo apretado entre las manos y una sonrisa que no necesita explicación, se entiende que no ha sido solo un traslado sanitario.