¿Salió el virus de la peste porcina de un laboratorio? El IRTA-CReSA, bajo la lupa

¿Salió el virus de la peste porcina de un laboratorio? El IRTA-CReSA, bajo lupa
Todas las miradas se dirigen ahora al Centro de Investigación en Sanidad Animal (IRTA-CReSA) de Bellaterra. EFE/Enric Fontcuberta
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 ¿Salió el virus de la peste porcina africana de un laboratorio? El Gobierno lo está investigando, pero ante esta hipótesis todas las miradas se dirigen ahora al Centro de Investigación en Sanidad Animal (IRTA-CReSA) de Bellaterra, institución que lleva casi dos décadas estudiando este agente patógeno y que está situada muy cerca de donde se detectó el brote.

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El IRTA-CReSA es un uno de los laboratorios europeos de referencia en salud animal y está localizado en el Campus de la Universidad Autónoma de Barcelona, en Bellaterra, a apenas un kilómetro de donde hace unos días aparecieron los primeros ejemplares de jabalíes muertos a causa de la peste porcina africana (PPA).

El centro se dedica a estudiar las enfermedades animales, así como su epidemiología y las mejoras en el diagnóstico y control, desarrollando herramientas de prevención efectivas, como las vacunas.

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En el caso de la PPA, enfermedad altamente contagiosa que afecta a credos y jabalíes y que no se detectaba en España desde el año 1994, el IRTA-CReSA hace investigación básica y aplicada, realiza diagnósticos oficiales y ofrece apoyo científico y de asesoramiento en situaciones de emergencias sanitarias.

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Nueva vía de investigación

Hasta ahora la principal hipótesis que barajaban las autoridades era que el brote de PPA proviniera de un bocadillo con embutido contaminado que hubiera ingerido un jabalí en unas basuras.

Este viernes se ha producido un giro de guion, después de que el Ministerio de Agricultura haya anunciado la apertura de una nueva investigación sobre el origen del brote tras haber recibido el informe del centro de referencia de la Unión Europea (UE), que apunta a la posibilidad de que su origen pueda estar en un laboratorio.

Y es que todos los virus circulantes en la actualidad en los Estados miembros de la UE pertenecen a los grupos genéticos 2-28 y no al nuevo grupo genético 29 del que forma parte el virus causante del foco en la provincia de Barcelona, muy similar al grupo genético 1 que circuló en Georgia en 2007. El hallazgo de este virus "no excluye, por tanto, que su origen pueda estar en una instalación de confinamiento biológico", ha desvelado Agricultura.

El centro niega una posible fuga del virus

Diversos responsables del IRTA-CReSA han defendido esta semana, en distintas entrevistas en medios de comunicación, la actuación del centro y la imposibilidad de que el virus haya salido de allí, ya que las estrictas medidas de bioseguridad que se aplican convierten las instalaciones en un búnker.

Joaquim Segalés, veterinario e investigador del centro y catedrático de la UAB, explicó en la emisora RAC1 que debido a la detección del virus en Collserola incluso se revisaron todos los protocolos de los últimos meses, sin detectar "ninguna alteración de la bioseguridad".

"No hay ninguna evidencia de que una quiebra en los protocolos de seguridad explique el escape del virus de la peste porcina del centro", apuntó.

No hay ninguna evidencia de que una quiebra en los protocolos de seguridad explique el escape del virus de la peste porcina del centro

EFE/Enric Fontcuberta

Desde el IRTA-CReSA cuentan además que todas las muestras que se utilizan en el laboratorio se destruyen para garantizar que no quede ningún rastro y evitar incidentes.

Laboratorio de alta biocontención: así se evitan las fugas

Antes de los ensayos en humanos, la vacuna contra la covid de la farmacéutica gerundense Hipra se probó en animales en el laboratorio de IRTA-CReSA.

Este es uno de los pocos de España que puede trabajar con virus tan contagiosos gracias a un complejo sistema de biocontención, indispensable para llevar a cabo investigación con animales manipulando patógenos altamente infecciosos y de transmisión aérea.

Un laboratorio de alta biocontención (nivel 3 sobre 4) consiste en un control estricto de acceso de personas: para entrar hay que quitarse toda la ropa, ingresar desnudo por una doble puerta y, una vez dentro, vestirse con un mono y unos zuecos; lo mismo para salir, con el añadido de una ducha con dos enjabonadas.

Es trascendental igualmente el mantenimiento de presiones negativas, de manera que el aire de una habitación donde se manipulan patógenos no salga cuando se abra una puerta y se evite así la circulación de los mismos, lo que se refuerza con un sistema de renovación y doble filtrado absoluto del aire, con circuitos separados para cada sala de laboratorio.

Todo el sistema de presiones negativas está diseñado como una cascada, desde las zonas de menor a las de mayor riesgo de contaminación, con el fin de que, aunque pueda haber algún pequeño incidente, quede reducido al mínimo, casi a cero, la salida de patógenos de la unidad.

Salvo las personas y el material imprescindible -que es sometido a meticulosos procesos de desinfección-, nada sale de la unidad, tampoco los animales, que son sacrificados y, posteriormente, sus restos son tratados: o bien se incineran o pasan por un digestor alcalino, un tratamiento químico y térmico intenso para su descomposición y descontaminación.