Salud y bienestar

Así cambia tu cerebro cuando pasas mucho tiempo sin hablar con nadie, según la ciencia

Soledad, la peor compañía
Soledad, la peor compañíaUnsplash
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Los seres humanos somos seres sociales. Los vínculos sociales, que se forman en las primeras etapas de la vida, sientan las bases para la coexistencia de los seres humanos dentro y entre grupos, y son una parte vital y esencial de la experiencia humana. Según la pirámide de necesidades de Maslow, las conexiones sociales y afectivas son las terceras en importancia, solamente por detrás de las fisiológicas, necesarias para la subsistencia, y las de seguridad. Por tanto, comprender el papel que desempeñan las relaciones en nuestro bienestar personal es necesario, así como los efectos negativos que pueden suceder como consecuencia de un aislamiento.

Efectos de la privación social

Los seres humanos nacemos con una capacidad innata para establecer conexiones sociales. Ya hay una socialización temprana durante la infancia y la niñez y esta desempeña un papel fundamental en el desarrollo personal y emocional. También precisamos de conexiones sociales y emocionales para el aprendizaje y la cognición de orden superior. El aprendizaje se ve facilitado o dificultado por las experiencias sociales y emocionales del alumnado, por lo que el desarrollo emocional y social de una persona es tan importante como su desarrollo cognitivo y biológico.

Por tanto, es complicado investigar en humanos qué sucede en casos de aislamiento social, de soledad mantenida, de falta de comunicación con otros semejantes. Sí que se han ido realizando con el paso de los años investigaciones en animales sociales no humanos. Por ejemplo, un estudio publicado en 'Frontiers in Neuroscience' ahondó en las consecuencias del aislamiento social en primates, cuyas interacciones y necesidades son similares a las de los humanos. Los resultados no engañaron: la privación social de 1 a 3 semanas genera estrés (indicado por niveles elevados de cortisol) y produce conductas ansiosas que, a su vez, podrían afectar la neurogénesis (la creación de nuevas células cerebrales) y contribuir a las consecuencias perjudiciales de las condiciones de estrés prolongado.

Los efectos nocivos del aislamiento social comienzan a aparecer a medida que avanzan los días, y no es cuestión de horas sin hablar o relacionarnos con nadie. En este caso, según un estudio realizado en ratones y publicado en la revista 'Brain, Structure, and Function' en el que se esperaba usar el silencio como variable de control, pero los ratones expuestos a dos horas de silencio completo al día desarrollaron un efecto secundario peculiar en la neurogénesis: comenzaron a desarrollar nuevas células en el hipocampo del cerebro, el área que se asocia con el aprendizaje de cosas nuevas, la retención de la memoria y el procesamiento de las emociones. “Vimos que el silencio realmente está ayudando a las nuevas células generadas a diferenciarse en neuronas e integrarse en el sistema”, dijo la investigadora Imke Kirste.

Pasar mucho tiempo solo cambia el cerebro

Los resultados tras el análisis de las consecuencias del aislamiento social se han realizado principalmente en animales no humanos y, al igual que el ejemplo anterior, es un estudio realizado en comunidades de ratones el que mejor nos puede aproximar a las consecuencias catastróficas que puede tener para nuestro cerebro no relacionarnos socialmente de forma prolongada. Un gran ejemplo de ello es el resultado de un estudio publicado en la revista 'Cell' a cargo del del Instituto de Tecnología de California (Caltech).

Tras aislar a los roedores durante un periodo de dos semanas, el aislamiento crónico provoca un aumento en la expresión del gen Tac2 y la producción de NkB, un neuropéptido llamado neuroquinina B, en todo el cerebro. Estos cambios neuroquímicos tienen su traducción en amplia gama de cambios de comportamiento: mayor agresividad hacia ratones desconocidos, miedo persistente e hipersensibilidad a estímulos amenazantes. Para verificar esta relación causa-efecto, también se probó en la dirección contraria y la administración de un fármaco que bloquea químicamente los receptores específicos de NkB permitió a los ratones estresados comportarse normalmente, eliminando los efectos negativos del aislamiento social.

Aunque pueda parecer que el estudio en ratones no nos dice mucho para entender a los humanos, no opinan así los responsables de este estudio, quienes, de hecho, consideran que tiene implicaciones potenciales para comprender cómo el estrés crónico afecta a los humanos. “Los seres humanos tienen un sistema de señalización Tac2 análogo al de los ratones, lo que implica posibles traducciones clínicas de este trabajo. Al analizar el tratamiento de los trastornos de salud mental, tradicionalmente nos centramos en dirigirnos a amplios sistemas de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina que circulan ampliamente por todo el cerebro. La manipulación generalizada de estos sistemas puede provocar efectos secundarios no deseados. Por lo tanto, ser capaz de modificar de manera precisa y local un neuropéptido como Tac2 es un enfoque prometedor para los tratamientos de salud mental”.