Elon Musk y la batalla por la libertad de expresión en Twitter: ¿héroe o villano?

“Genio, millonario, playboy, filántropo…” le espeta Tony Stark a Steve Rogers en ´Los Vengadores’ cuando el Capitán América le recrimina a ‘Iron Man’ qué es él sin su traje. No sería la primera vez que se establece un paralelismo entre el personaje de los cómics de Marvel y el multimillonario sudafricano Elon Musk. Una comparación que el propio magnate parece abrazar haciendo gala de una personalidad megalómana y anuncios de proyectos empresariales dignos de los universos del cómic y la ciencia ficción: vivir en Marte, acabar con el calentamiento global, chips en el cerebro… Todos, según Musk, por el bien del futuro de la humanidad.

El argumento que ahora esgrime el hombre más rico del mundo, con una fortuna estimada de 264.000 millones de dólares, para comprar Twitter, es el de ampliar la libertad de expresión.

No es cuestión de dinero”, afirmaba Elon Musk este jueves en una entrevista en el marco del TED2022. En su opinión, comprar Twitter y sacar a la red social de la capitalización bursátil para convertirlo en una entidad privada bajo su control es “extremadamente importante para el futuro la civilización”.

Según el multimillonario, su objetivo es crear una plataforma que garantice la libertad de expresión sin límites – solo los que impongan las leyes de cada país -, y en ese objetivo, sentencia Musk, no le preocupan en absoluto las implicaciones económicas.

Musk afirma que tiene el dinero: “Puedo manejarlo”, dijo en la entrevista del jueves, lo que más bien significa que podría conseguirlo: la mayoría de su inmensa fortuna se cuenta en acciones de Tesla, SpaceX y otras compañías, como la propia Twitter, de la que posee un 9,2% y es el máximo accionista tras su reciente adquisición de 73,5 millones de acciones.

Sin embargo, dada la popularidad y la capacidad del empresario para lograr embarcar a otros en sus aventuras, no parece que le vaya a resultar complicado atraer la inversión necesaria - y deseada en forma de socios, según él mismo ha expresado -, para abordar una compra de 43.000 millones de dólares.

Twitter se defiende

A la que tiene en contra es a la junta directiva de Twitter que ha rechazado su oferta y ha anunciado que se va a defender de la OPA hostil e Musk activando lo que se conoce en la terminología de los mercados como una "píldora venenosa" con el objetivo de ganar tiempo para negociar.

La estrategia consiste en otorgar derechos especiales a algunos accionistas que les permitan adquirir títulos sin coste o con grandes descuentos. Acciones más baratas - y rentables - para algunos que le harían más difícil a Elon Musk hacerse con ellas. La defensa también permite a la compañía emitir más títulos, con lo que se diluye el poder de voto de quien quiere comprarla y su porcentaje en el accionariado.

Twitter ha anunciado que este plan estará vigente hasta el 14 de abril del próximo año, aunque sostiene que no tiene intención de impedir futuras conversaciones sobre una venta con cualquier comprador potencial y afirma que este mecanismo le dará más tiempo para negociar un posible acuerdo.

"Tomar el control de Twitter debería depender de los accionistas y no de la junta", preguntaba Elon Musk a sus seguidores este jueves, antes de conocer la respuesta de compañía, aunque posiblemente la intuyera.

¿Héroe o villano de la libertad de expresión?

La defensa a ultranza de la libertad de expresión que hace Elon Musk genera controversias en un momento en el que la desinformación y la toxicidad que abunda en las redes sociales se ha convertido en un problema que afecta a personas, instituciones, políticas públicas e incluso influye en procesos electorales.

Entre los detractores de un Twitter ‘sin filtros’ en el que se pueda decir lo que se quiera con el único límite de la legalidad que impere en cada país, sin moderación alguna de contenidos, pronto han surgido las voces que, desde sectores progresistas, acusan al magnate sudafricano de proponer una plataforma en la que personas como el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, puedan volver a usar sus perfiles como altavoces y en la que prosperen discursos de odio, negacionistas, de acoso o conspiranoicos.

Hay quien incluso está comparando el posible desembarco de Musk en Twitter con el ascenso al poder de Hitler. El profesor de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, Jeff Jarvis, escribió en su cuenta tras conocerse la oferta del magnate: "Hoy en Twitter se siente como la última noche en un club nocturno de Berlín en el crepúsculo de la Alemania de Weimar".

El propio Elon Musk ha reaccionado con emojis de carcajadas a un corte de vídeo que este fin de semana ha circulado en Twitter en el que se escucha a la presentadora y comentarista política en el programa 'Morning Joe' de MSNBC, Mika Brzezinski, decir que la adquisición de la red social por parte del multimillonario podría establecer un "precedente muy peligroso". "Está tratando de controlar cómo piensa la gente", dice la periodista. La broma de la que se ríe Musk es por como acaba el discurso:"...Y ese es nuestro trabajo".

Por contra, desde la derecha estadounidense saludan la iniciativa. La congresista republicana por Georgia, Marjorie Taylor Greene, expulsada también de Twitter por sus posiciones ideológicas, instaba a Musk a que tenga el valor de devolver a la plataforma la libertad de expresión y a desterrar de ella la ‘censura’.

Desde los sectores más conservadores se suele acusar a Twitter de ser una red ‘Woke’ que censura sus opiniones al tiempo que promueve los postulados y argumentos de la izquierda. El propio Elon Musk ha criticado en numerosas ocasiones lo que él entiende como el silenciamiento de determinadas voces en la red social.

¿Un Twitter (todavía) más tóxico?

De esas quejas y críticas es, precisamente, de dónde ha partido toda esta maniobra financiera. Todo comienza, o eso parece, con una encuesta en su perfil a sus más de 80 millones de seguidores en la que les preguntaba si la red realmente promovía la libertad de expresión y si era necesario un cambio, o incluso crear una nueva plataforma con otras reglas.

La consecuencia de aquella consulta se tradujo en la compra del 9,2% de las acciones de la compañía, con lo que Musk se convertía, de facto, en su máximo accionista. Sin embargo, el magnate rehusó entrar en la junta directiva de Twitter.

En la carta que le ha enviado a la empresa con su oferta para hacerse con el 100% de las acciones sostiene ahora que aunque invirtió en Twitter por su "potencial para ser la plataforma para la libertad de expresión en todo el mundo", se ha dado cuenta de que "la empresa no prosperará ni cumplirá con este imperativo social en su forma actual. Twitter necesita transformarse en una empresa privada". Sostiene Musk.

Sostenibilidad de una red social 'sin filtros'

En este planteamiento, sin embargo, entran en juego otros factores, sobre todo de índole económica. La publicidad representa el 90% de los ingresos de Twitter y en un reciente artículo publicado en Bloomberg se pone en cuestión la voluntad de las grandes marcas para seguir anunciándose en un lugar que no imponga ningún tipo de moderación a lo que se dice.

No sería la primera vez. El artículo de Bloomberg recuerda que en 2020, docenas de empresas, desde Coca-Cola hasta Microsoft, paralizaron su publicidad en Facebook en protesta por el contenido dañino que circulaba en la red y su preocupación porque sus marcas pudieran verse asociadas a dicho contenido. Quizá consciente de ello, Elon Musk recalca que su intención de comprar Twitter no va de hacer dinero y que le dan igual las implicaciones económicas.

Pero las dudas van más allá. Hay quien se pregunta si muchos de los usuarios que ahora podrían saludar la transformación de Twitter en una red menos controlada y más libre querrían permanecer en una en la que no se establecieran límites. El artículo de Bloomberg cita al director de marketing global de la agencia de medios UM Worldwide, Joshua Lowcock, que dice: “La preocupación subyacente sería que Twitter podría convertirse en un lugar tóxico y una comunidad tóxica”. Hay quien diría que ya lo es pero preguntarse qué nivel de toxicidad puede soportar una red antes de que muchos de sus usuarios decida abandonarla parece legítimo.

Los planes de Musk para Twitter

El plan de Musk para Twitter, el que lleva días anunciando en su propio perfil y el que expuso, a grandes rasgos, en su entrevista este jueves, pasaría por intentar promover las subscripciones de pago: que por 3 dólares al mes se pudiera verificar la cuenta de usuario con el check azul; quiere eliminar todas las redes de bots y el spam de la plataforma; ha anunciado su intención de abrir el código de la red para que cualquiera pueda examinarlo, conocer los algoritmos que la operan y sugerir cambios; quiere implementar una opción para editar tuits que funcione durante unos segundos tras su publicación; y pretende que la plataforma explique de forma clara y visible por qué se da más visibilidad a algunos tuits promocionados o se penaliza o sanciona a otros.

En cuanto al funcionamiento de la empresa, Musk afirma que espera que la mayor parte de la gente que ahora trabaja en la compañía y quiera continuar haciéndolo lo haga. También dijo este jueves que si su oferta no era aceptada, como así ha sucedido, tiene un plan B, aunque no ha desvelado cuál es.

Tras el anuncio de su OPA hostil a Twitter las acciones de la compañía subieron un 3%, hasta los 47,12 dólares, aunque acabaron cerrando la sesión del jueves con una caída del 2%. Con su anterior operación de compra de títulos, que Musk estuvo haciendo hasta el pasado primero de abril, el valor de mercado de la red social ascendió hasta los 40.000 millones de dólares. Son 11.000 millones más de lo que valía el uno de enero de este año y las acciones han subido un 16% en un mes. Las acciones más caras que ha comprado Elon Musk le han costado 39,34 dólares. Incluso vendiendo ahora, algo que ya amenazaba con hacer si la junta directiva de Twitter no aceptaba su oferta, habría hecho negocio.