Las vacunas no son todo, ¿por qué hay que seguir buscando antivirales?

  • Pfizer anuncia el primer ensayo con un antiviral muy prometedor contra la covid-19

  • Los antivirales son pocos en comparación con la cantidad de antibióticos

  • Los virus son agentes más complicados que las bacterias porque se reproducen dentro de las células

No todo son vacunas. Las farmacéuticas siguen buscando tratamientos contra la covid. Investigar en antivirales es imprescindible para complementar la protección de las vacunas. Nadie sabe cómo van a evolucionar las variantes del virus y siempre habrá personas que por una razón o por otra no tengan la protección de una vacuna.

La compañía Pfizer ha anunciado que acaba de iniciar ensayos clínicos en fase 1 con un nuevo antiviral oral dirigido a eliminar al coronavirus SARS-CoV-2. De momento, la nueva sustancia ha sido denominada PF-07321332 y por su modo de acción está catalogada como un inhibidor de la proteasa. La proteasa es una enzima viral esencial para que el coronavirus pueda replicarse con éxito en las células humanas, por lo que el candidato antiviral PF-07321332 impide la replicación del coronavirus SARS-CoV-2.

Los inhibidores de la proteasa redujeron la mortalidad del SIDA

El empleo de inhibidores de proteasa para combatir virus no es nuevo y ya han sido utilizados para tratar diferentes patógenos virales, incluidos el VIH y el virus de la hepatitis C, tanto solos como en combinación con otros antivirales.

La incorporación de los inhibidores de la proteasa (saquinavir, ritonavir, indinavir, nelfinavir) en la terapia antirretroviral supuso un importante descenso en la morbilidad y mortalidad provocada por el SIDA.

Tratamiento de choque frente a la covid

En los ensayos in vitro, la sustancia PF-07321332 ha demostrado una potente actividad antiviral contra el SARS-CoV-2 y otros coronavirus, lo que sugiere un potencial tratamiento de choque frente a la Covid-19, pero también la posibilidad de contar con un arma adicional para hacer frente a posibles futuras amenazas causadas por nuevos coronavirus.

Las terapias actuales dirigidas contra las proteasas virales no suelen estar asociadas a toxicidad por lo que la sustancia PF-07321332 podría convertirse en un tratamiento eficaz para combatir la enfermedad. PF-07321332 está diseñado como terapia oral para ser aplicada al primer signo de infección, evitando que los pacientes lleguen a estar hospitalizados o en cuidados intensivos.

No sólo vacunas, hacen falta antivirales

Controlar una pandemia vírica requiere métodos de prevención como son las vacunas y tratamientos directos con antivirales para aquellas personas que contraen el virus. Los antivirales pueden complementar las campañas vacunales y minimizar el impacto global continuo que origina la COVID-19.

El virus seguirá mutando y es previsible que aparezcan nuevos linajes, algunos de los cuales podrían escapar a la acción de las vacunas. El uso de antivirales también puede ser relevante para aquellas personas que por situación clínica no puedan ser vacunadas. Por estas razones, es fundamental tener acceso a otras opciones terapéuticas como son los antivirales, tanto ahora como cuando la pandemia esté controlada.

Pfizer también está investigando otro antiviral inhibidor de la proteasa, denominado PF-07304814, que es administrado por vía intravenosa y que está siendo probado en pacientes hospitalizados con COVID-19. De esta forma, los dos nuevos antivirales podrían controlar la enfermedad tanto en los primeros estadios como en etapas avanzadas.

¿Por qué hay tanto antibiótico y tan pocos antivirales?

Tenemos muchas más armas para combatir las bacterias que frente a los virus. El repertorio de antivirales disponibles conocidos es pobre en comparación con la lista de antibióticos que utilizamos para combatir a las bacterias. Esto se debe a varios factores.

Los antibióticos se descubrieron primero, lo que posibilitó iniciar antes la investigación en este campo. La penicilina fue descubierta en 1928 y se usó por primera vez en un paciente en 1940. Por el contrario, el primer antiviral, la idoxuridina, fue desarrollada como agente anticanceroso en 1959, se informó que bloqueaba los virus en 1961 y fue aprobada en 1963 para tratar infecciones oculares por herpes.

Los virus son más complicados que las bacterias

Por otra parte, los virus son agentes más complicados que las bacterias porque ofrecen menos objetivos de ataque para sustancias químicas. Las bacterias desarrollaron antibióticos para luchar entre ellas por lo que existe una amplia gama de estos compuestos en la naturaleza.

Es complicado encontrar sustancias antivirales que no dañen también a los huéspedes humanos.

Sin embargo, existen pocos antivirales naturales y además tienen un número limitado de formas posibles. Dado que los virus se reproducen dentro de nuestras células es complicado encontrar sustancias antivirales que no dañen también a los huéspedes humanos. Por desgracia, al igual que las bacterias pueden crear resistencias ante los antibióticos, también los virus pueden desarrollar resistencias frente a los antivirales, por lo que es prioritario encontrar nuevas sustancias que destruyan a los virus.

La naturaleza de los coronavirus implica que encontrar antivirales frente a ellos sea especialmente complicado y por ello son múltiples los tratamientos que se están explorando. Según la organización FasterCures vinculada al Milken Institute de California, que rastrea el desarrollo de tratamientos y vacunas para COVID-19, en la actualidad se están desarrollando y probando 325 tratamientos antivirales y 251 potenciales vacunas.