Arrivederci, Montalbano; arrivederci Camilleri

  • Se publica en España 'Riccardino', la última novela de la popular serie del comisario Montalbano

  • En ella, el personaje literario ajusta cuentas con su par televisivo y su creador, el escritor Andrea Camilleri

  • Camilleri acaba con Montalbano después de muerto

Cuando contaba 89 años, en 2014, el diario ABC entrevistó a Andrea Camilleri con motivo del recibimiento del premio Pepe Carvalho. El autor confesaba entonces que cada día se levantaba temprano, se afeitaba y se vestía como para ir al trabajo.Me gusta escribir porque es siempre mejor que cargar cajas en el mercado central”, explicaba quien en ese momento ya era el autor más popular de Italia.

Sin embargo, diez años antes, en 2004, Camilleri se encontraba muy cansado y así se lo confesó –y aquí viene la gracia- al personaje que le catapultó a la fama, el comisario Montalbano. Lo hizo a través las páginas de un libro, ‘Riccardino’, donde el autor y su popular policía se hablaban de tú a tú, se lanzaban reproches, se apretaban las tuercas y terminaban por despedirse para siempre.

‘Riccardino’ era el final de la saga, el último libro de una serie que le dio una tremenda popularidad a su autor también fuera de su país, gracias en parte a su versión televisiva. Aunque estaba bien de salud, Camilleri quería escribirlo ya entonces, en 2004, por lo que pudiera pasar, por si le faltaban las fuerzas. Lo acabó y lo guardó en un cajón.

Pero la energía de este fumador empedernido no mermó en los años siguientes. Hasta su muerte, en 2019 (con 93 años), escribió 18 novelas más. El compromiso con su editora siciliana de toda la vida, Elvira Sellerio, era publicar 'Riccardino' tras su fallecimiento. Ahora, tres años después, sale a la venta la versión española de la mano de Salamandra.

Aquí interesa menos el caso policial que tiene entre manos el comisario Montalbano –la muerte violenta de Riccardino, un joven director de la sucursal local de un banco- que las discusiones entre el autor y su personaje. Éste dice que metió la pata hace muchos años cuando le contó a aquél uno de sus casos. De aquello el "escritor de pueblo” (como le llama) hizo una novela que luego triunfó. Desde entonces -se queja el personaje-, ha perdido el anonimato, es casi una estrella gracias a su par televisivo, con quien ahora no deja de compararse. “Lo mejor que puedes hacer –le responde el autor-, es apagar la televisión cuando pongan la serie que lleva tu nombre”

En el fondo, lo que descubrimos en ‘Riccardino’ son los mimbres de la novela, la tensión soterrada entre los deseos del autor y el personaje a la hora de dar forma a una historia. Pero, de paso, Camilleri se despacha a gusto con los críticos, que le acusan de ser un autor comercial y “vender en supermercados”, con los curas (una fijación del autor siciliano), los políticos, la magistratura y hasta los medios de comunicación, convertidos en un espectáculo. Y todo ello con una prosa sencilla pero sin clichés, alejada del lenguaje estándar de muchas novelas del género. Tampoco faltan, como es habitual, las referencias cultas a su amado y coterráneo Pirandello, o a De Quincey, Foucault o Poe.

En 2004, Camilleri, decíamos, estaba cansando de Montalbano. Quería dedicarle más tiempo a otra de sus pasiones, la novela histórica, pero era incapaz de desprenderse del comisario. A Camilleri le pasaba un poco como a Ennio Morricone: siempre quiso ser un músico clásico, pero los directores le perseguían para poner música a sus películas. Al final, como Camilleri, llegó a una entente cordiale entre sus dos mundos. Por eso, a ambos genios italianos les ocurre lo mismo: sus creaciones, siendo tan populares, poseen una calidad fuera de la común.