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Jonathan Arribas, escritor: "Lo que imaginamos se entremezcla con la realidad y un día pasa a ser real"

El escritor Jonathan Arribas
El escritor Jonathan ArribasFoto cedida por Jonathan Arribas
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Nico, el protagonista de Vallesordo, es un niño que vive en un pequeño pueblo de Zamora. A su alrededor, parece que todo el mundo ha perdido la ilusión menos él, que sueña con ser como los concursantes de su programa favorito Fama, ¡a bailar!. Sobre todo como Yure, a quien manda muchos ánimos y por quien daría todo. El problema es que, eso que de alguna manera le agarra a la vida, supone un problema –por algo que no llega a entender del todo– para los que le rodean. Por suerte tiene a sus dos amigos, Izan y Telma, que sin llegar a compartir ese sentimiento, le apoyan y comprenden hasta el final.

Con este trasfondo, Jonathan Arribas se estrena en el mundo de las letras con una novela que habla de la lucha por intentar encajar sin renunciar a lo que somos, de la ilusión, imaginación, amistad y un largo etcétera de aspectos positivos más en un mundo que muchas veces da la espalda. Todo ello contado desde la perspectiva de un protagonista plagado de ternura y rabia al mismo tiempo al que es imposible no querer.

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Pregunta: El protagonista de Vallesordo es Nico, un niño cuyo sueño es bailar en un mundo rural. ¿Por qué un personaje así? ¿Qué aportaba a la novela?

Respuesta: Cuando empecé a escribir ficción hace 6 años, lo hacía sobre la infancia y el mundo rural, de donde yo vengo. Por lo que Nico siempre había estado allí. Él vive en un pueblo de Zamora, tiene 12 años y cuenta el verano en el que tenía 10 porque su profesora le dice que haga una redacción sobre el mejor de su vida. Es un niño muy curioso, al que le gusta mucho el baile y que se está empezando a dar cuenta de que cosas que no acaba de entender, pero intuye. También que tiene muy buenos amigos.

P: Un niño con mucho ímpetu vital e imaginación. Busca todos los recovecos para conseguir lo que quiere.

R: La imaginación en su casa juega un papel muy importante. Su fantasía no es un refugio, sino que incide directamente en su realidad. Pienso en una escena del libro en la que está bailando en su casa y se imagina que es una criada de los Borges. En su cabeza todo el espacio físico del salón se transforma en esa época. El libro habla un poco de eso: lo que imaginamos se entremezcla con la realidad y un día pasa a ser real.

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P: El deseo por bailar es lo que le agarra a la vida en un mundo que no le comprende. Lo que hace que su alrededor no sea muy amable con él.

R: Nico encuentra un eco para la intensidad que siente al otro lado de la pantalla. A su alrededor no es que nadie se entusiasme con el baile, sino que no tienen ni entusiasmo. Como si la gente que le rodea no estuviera muy motivada. El simple hecho de que él esté entusiasmado con algo genera una distancia con el mundo que le rodea. Pero encima, lo que le entusiasma es el baile, algo que no entienden y que les da una información de por dónde puede ir la vida de Nico. Algo que no les gusta.

Portada de la novela de Jonathan Arribas

P: Esto que comenta podría indicar que la obra es dramática. Pero gracias a la personalidad de Nico y a que la historia la cuentas desde ahí, hace que se salve, que sea tierna. Somos nosotros, ya adultos, los que vamos rellenando esos espacios oscuros.

R: El lector es cómplice, porque una parte del libro no se lee. Se tiene que completar e interpretar. Nico simplemente vive y no reflexiona demasiado sobre lo que está ocurriendo. Me gusta escribir así, porque justamente eso ha dado lugar a que gente haya conectado con la parte más dramática y otra con la más tierna. Parece que hablan de libros distintos.

P: Aunque Nico peca de esa inocencia, de no darse cuenta de lo que le ocurre alrededor, no es tratado desde la niñez más simple: en un momento incluso llega a decir que le gusta que le hablen como a un adulto.

R: Él es muy consciente de cómo se dirigen los adultos a él y no le gusta que le traten como si fuera un ser humano con menos inteligencia. Él hay cosas que no ve, pero no porque sea un niño, sino porque no conoce otra cosa. De los problemas que ocurren en nuestras familias nos solemos dar cuenta cuando nos alejamos de ellas. Él simplemente tira para adelante, pero es muy consciente de cómo le tratan los adultos. Es bastante avispado.

P: Antes te decía que su pasión por el baile le agarra a la vida, pero también le salvan los amigos. ¿Cuánto peso tienen a la hora de apoyarle?

R: Es muy clave la relación que tiene con sus dos amigos. Él quiere llegar a ser bailarín y sus amigos lo entienden aunque no lo compartan. Algo que me parece muy bonito: para ellos su mayor ilusión es otra, pero aun así le acompañan a donde haga falta. Es una forma de amistad muy verdadera y que creo que tiene mucho que ver con la infancia.

P: Aparte de comprenderle, en sus ojos se entiende mejor.

R: No había pensado en ello, pero sí. Con quien más tiempo pasa es con ellos, por lo que los tres saben qué pasa pero no tienen palabras para describirlo.

P: Todo ello ocurre en un ámbito rural. ¿Por qué ubicarlo ahí? ¿Tenía más fuerza?

Yo me he criado en dos pueblos muy parecidos en Zamora y, desde que empecé a escribir, las historias siempre las ambientaba allí. Comencé a hacerlo para entender mi lugar de origen, las relaciones que se dan allí, cómo se comporta la gente y cómo me he comportado yo. Por eso no podía ser en otro lugar. Un lugar ficcionado como es Vallesordo.

R: ¿Cómo hiciste para trabajar el lenguaje de un personaje de ocho años? Es un niño que no sabe escribir bien las palabras en inglés y que habla como lo hacen en su pueblo.

La voz narrativa fue lo más difícil de encontrar. De hecho, no la conseguí hasta que no llevaba un año y medio escribiéndola. Entonces me di cuenta de que si la historia la contaba Nico, ganaba más vida. Hice un glosario con las palabras y expresiones que usan mis abuelas, intenté también llevar la cadencia de cómo se habla al papel y mezclarlo con cómo lo hace Nico. También me facilitó el atreverme porque otras autoras lo habían hecho antes. No es un libro original desde ese punto. Tampoco buscaba eso, sino que fuera lo más verdadero posible: no porque esté inspirado en lo real, sino por la verdad emocional que consigue comunicar. Y para mí tenía que ser así.