Hay años que parecen décadas

  • En el primer año de vida de NIUS hemos narrado tal cantidad de noticias excepcionales que parece que hemos vivido un década entera

Cumplimos un año en NIUS y toca echar la vista atrás para repasar lo vivido porque todo pasa demasiado deprisa. Ha sido un año en el que hemos tenido una repetición electoral siete meses después de la anterior, el enfrentamiento y posterior matrimonio entre Iglesias y Sánchez, que pasó de no poder dormir tranquilo a fundirse con él en un abrazo nupcial, el primer Gobierno de coalición de la historia de la democracia del 78 (con Pablo Iglesias como vicepresidente), el auge y hundimiento de Ciudadanos, la irrupción de Vox como tercera fuerza política del Parlamento, la condena a los miembros de la Generalitat de Cataluña y principales líderes independentistas por sedición, la revuelta popular en Cataluña motivada por esa sentencia, la exhumación del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos y su traslado en helicóptero a su nueva tumba…

Hemos sabido que el rey Juan Carlos I tenía decenas de millones en euros en cuentas en Suiza, probablemente procedentes de comisiones irregulares, también que donó a Corinna, su examante, 65 millones de euros, y que todo esto se está investigando en Suiza y en España. Y hemos visto cómo su hijo le quitaba la asignación oficial y renunciaba a la herencia envenenada de una fundación que atesoraba el dinero de los turbios negocios de su padre. Y también hemos sido testigos de cómo el rey emérito ponía tierra de por medio y se iba de España, en una suerte de exilio, rumbo a Abu Dabi y le hemos visto bajar de la escalerilla del avión gracias a una exclusiva de NIUS

Todas ellas, noticias e imágenes con suficiente carga y dimensión histórica como para entrar en la categoría de noticia del año. Y, sin embargo, todas han quedado en segundo plano frente a una pandemia de sacudida global; la propagación de un virus invisible y minusvalorado del que China informó a la OMS mientras tomábamos las uvas del 2020, el comienzo de una pesadilla global que hasta entonces sólo habíamos visto en las películas apocalípticas. Hablamos de un virus que ha obligado, se dice pronto, al mundo entero a confinarse en sus casas. En España, el Gobierno se vio obligado a decretar el estado de alarma y el confinamiento duró tres meses en los que los ciudadanos solo salían para ir a sus trabajos si era esencial, para ir a comprar o para pasear al perro. Vivimos la explosión del teletrabajo, del acopio de harina y papel higiénico, de las videoconferencias, del boom del consumo digital… Pero también hemos visto la muerte. La pandemia por Covid-19 se ha cobrado 900.000 vidas en el mundo desde su inicio. En España, la cifra oficial de muertos por coronavirus es ya de 30.000, pero el exceso de mortalidad durante este período eleva la cifra a más de 50.000.

Hemos sido testigos de cómo la ciencia ha investigado en tiempo record a este virus que al principio se relacionaba con el sistema respiratorio, luego con el vascular, luego con problemas gastrointestinales (sobre todo en niños), más tarde con daños cerebrales. Los investigadores han intentado acortar los tiempos para conseguir que una vacuna ponga fin a esa pesadilla y el mundo aún espera la cura que les permita volver a su vida normal.

Mientras tanto, los sanitarios se han mantenido como la primera línea de combate. Hemos visto cómo los hospitales se saturaban, cómo sólo se le daba cama a quien podía sobrevivir, cómo se probaban todos los tratamientos posibles para dar con la cura, cómo se contagiaban los médicos, enfermeros, auxiliares o celadores por falta de equipamiento adecuado. Los ciudadanos han salido diariamente a los balcones a aplaudir y agradecer a los sanitarios su esfuerzo y dedicación, que han pagado con un alto porcentaje de muertos en su colectivo. La canción “Resistiré” (1988), del Dúo Dinámico con letra del periodista deportivo Carlos Toro, se convirtió en el himno del confinamiento.

También hemos vivido cómo el virus se cebaba con los ancianos. Las residencias de mayores se convirtieron en la zona cero de la pandemia, el lugar donde el virus arrasaba sin oposición a los más débiles. Tal fue el número de muertos en tan poco tiempo que hubo de habilitarse una pista de patinaje sobre hielo para poder almacenar los cadáveres. Los funerales estaban prohibidos y a los muertos se les incineraba en la clandestinidad.

La pandemia ha provocado un intenso enfrentamiento político y social. El Gobierno ha sido acusado de falta de previsión, improvisación e incapacidad. Sobre todo por permitir y alentar una manifestación feminista el 8 de marzo ignorando los peligros que ya se atisbaban. Ese fue el pecado original de las críticas, pero luego llegaron más: minusvaloración de la enfermedad, imprevisión en la compra de material para combatirla, tardanza a la hora de tomar decisiones, ocultación de datos e información… Muchos ciudadanos decidieron salir a las terrazas de sus casas a hacer caceroladas para protestar en contra del Gobierno. Algunos incluso salieron a manifestarse con mascarilla cuando empezaron a permitirse los paseos, e incluso hubo manifestaciones en coche. Claro que cada uno ha elegido el blanco de sus iras según el color político.

La pandemia y el confinamiento han hundido la economía. El PIB se ha desplomado más de un 18 %, el paro aumentó en un mes en 280.000 personas, algo nunca visto, y otros 3,4 millones de personas pudieron seguir cobrando gracias a que se acogieron a los ERTE (expedientes de regulación temporal de empleo), creados por el Gobierno para contrarrestar el súbito parón económico. El turismo se hundió en este 2020. Un 97% menos de entrada de turistas en España, las pernoctaciones en hoteles cayeron un 73% en el mes de julio. Los aeropuertos de todo el mundo se quedaron sin vuelos y sin pasajeros durante meses. La economía se paralizó y para volver a arrancarla, la UE puso en marcha el más ambicioso plan inversor de su historia: 750.000 millones de euros y la mutualización de la deuda por primera vez desde su creación. El Banco Central Europeo pone encima de la mesa otros 750.000 millones para comprar activos públicos y privados y asegurar la liquidez en el sistema. Nunca las instituciones habían tomado decisiones de esta magnitud.

Y casi sin darnos cuenta, llegó la segunda ola. Y con ella el miedo a otro confinamiento, justo cuando los niños vuelven al colegio entre críticas por falta de previsión e improvisación. Ha sido un año para familiarizarnos como términos como covid, coronavirus, pcr, test serológico, distancia social, cuarentena, aerosoles, pandemia, OMS, confinamiento, asintomáticos, resiliencia, triaje, neumonía bilateral, respirador, antiviral, desescalada, EPI, inmunidad de rebaño, remdesivir. Un año para ver a todas las personas con su mascarilla puesta, el lavado de manos permanente, las mesas de los restaurantes separadas metro y medio, los ascensores con una sola persona dentro, la toma de temperatura constante, el uso obligatorio del gel hidroalcohólico para entrar en un local, alfombras para desinfectarte los zapatos, mamparas de seguridad… Tantas cosas que no imaginábamos cuando empezamos esta aventura de información que se llama NIUS. Se atribuye a Lenin la frase: “Hay décadas donde no pasa nada y semanas donde pasan décadas.” Podríamos decir que NIUS en realidad cumple una década.