Anne-Sophie Monrad: "Vender la imagen de que una modelo es una persona sana es algo absurdo"

  • La supermodelo alemana Anne-Sophie Monrad explica a NIUS su decisión de escribir un libro sobre las sombras de la industria de la moda, un sector en el que parece que la salud de las modelos sigue contando muy poco o nada.

Anne-Sophie Monrad, (Flensburgo, 1991) ha trabajado para los grandes nombres del mundo de la moda como los diseñadores Karl Lagarfeld o Jean-Paul Gaultier, entre otros. Ha posado para las revistas de mayor prestigio de la industria de la moda, ya fueran Voguee, Harper's Bazaar o Elle. También ha desfilado en las grandes capitales de esa industria: París, Londres, Nueva York, Berlín...

En su momento, la llamaron en Alemania la “niña maravilla” de las pasarelas. Su carrera profesional, que comenzó sin haber cumplido los 18 años, fue meteórica.

Pero no todo brilla en la imagen de top model. Ella se pasó, entre otras cosas, casi un década infra-alimentada para satisfacer así las exigencias de las marcas que hacía lucir en las pasarelas.

Sobre los aspectos más sombríos de vivir en las pasarelas internacionales de mayor prestigio versa un libro que ha publicado en Alemania de elocuente título. Se titula 'Fashion Victim. Licht und Schatten des Modelbusiness: Ein Topmodel berichtet' (Ed. DTV, 2020) o “Víctima de la moda. Luces y sombras de un modelo de negocio: habla una top model”.

¿Por qué decidió escribir un libro sobre su experiencia como supermodelo?

Quería poder decir cómo son las cosas de verdad en el mundo de la moda, porque no siempre ese mundo es lo que el público ve. Personalmente, yo acabé creyéndome esa imagen.

¿A qué se refiere?

A que llevé una vida que no era nada sana. Haciendo mucho deporte y no comiendo lo suficiente. Me decía a mí misma que aquello estaba bien. Habiendo jugado un papel importante en el mundo de la moda, yo quería ahora dejar claro que las cosas no son lo que parecen. Porque, por ejemplo, yo tenía hambre todo el tiempo. Hice que mi cuerpo enfermara. Y esto es algo peligroso, altamente peligroso, algo malo.

¿Se juega con la salud de las modelos en el mundo de la moda?

Yo empecé con 17 años, casi 18. Cuando llegué a la primera agencia que se ocupó de mí, yo estaba totalmente sana. No estaba en sobrepeso. Era una chica normal. Pero desde que empecé el trabajo en la moda, comenzó la presión por perder peso. Fue así a medida que trabajaba ya fuera en Nueva York, París o Tokio.

En la industria me decían que veían potencial en mí, que podía trabajar y que lo único que tenía que hacer era perder peso. Esto lleva a alteraciones en la dieta y a no dar al cuerpo lo que necesita. Por eso se puede decir que en ese mundo a la gente sana se la convierte en gente que no vive de modo saludable.

¿En algún momento de su carrera recibió asesoramiento médico para poder perder ese peso que le decían que tenía que perder? ¿Estuvo usted en contacto con nutricionistas, por ejemplo?

Hay una regla en el mundo de la moda. Y es que tiene que parecer que lo que se ve es sano. Pero eso es algo totalmente absurdo. Porque eso de que cuanto más delgado se está, más sano se es resulta totalmente falso.

De hecho, que las modelos dejen de tener la regla por el modo de vida que llevan es lo normal. También es normal que tengan que tomar hormonas para poder tener hijos. Todo esto ocurre porque su cuerpo está por debajo de las necesidades nutricionales que le corresponden. Vender la imagen de que una modelo es una persona sana es algo totalmente absurdo.

¿Qué le parecen las medidas que hay en países como Francia según las cuales a las modelos se les pide un certificado médico para poder desfilar?

Esas reglas se rompen muy habitualmente. Por ejemplo, antes de poder recibir el certificado para desfilar en París, hay chicas que beben mucha agua antes de ir al médico para parecer más pesadas. Otras se ponen pesos en la ropa interior para parecer más pesadas.

Las modelos piden a los médicos que pongan que están bien porque son dependientes del trabajo desde un punto de vista económico. Se hace lo que sea por recibir ese certificado médico. Y, en general, a las modelos se lo dan. Yo sólo he sabido de una chica a la que se mandó a su casa tras pasar por el médico. En mi caso, yo siempre obtuve ese certificado.

Actualmente usted afronta el trabajo con una perspectiva distinta a la que marcó su carrera desde los 17 a los 28 años. ¿Cómo describiría esa nueva forma suya de trabajar?

Yo no quiero salir de la industria, sino cambiar algo las cosas. Pero para mí ahora hay algo que está claro. Yo ahora quiero tener unos hábitos alimenticios sanos. Los clientes tienen ahora que aceptarme como soy. Y hay clientes que quieren trabajar conmigo, aunque no tenga las medidas de antes.

¿Cómo ha afectado ese cambio respecto a los grandes nombres del mundo de la moda con los que ha trabajado y que promueven esa imagen de mujer que usted critica?

Por lo pronto no he oído nada de ellos. Pero, por ahora, mi portafolio ha generado muchas respuestas positivas, y también de gente de la industria.

¿Cuáles son las medidas estándar de su tiempo como supermodelo?

Una talla 34 o una 32. Es una talla muy pequeña. Yo actualmente tengo una 38, que es una medida totalmente normal.

Pero, por regla general, para tener una talla tan pequeña como la que usted tuvo, hay que vivir de una manera poco o nada saludable. ¿No es así ?

Obviamente hay modelos, tal vez un 5% o un 10%, que son por naturaleza muy delgadas. Pero la gran mayoría tiene que vivir con una alimentación muy estricta que no es saludable porque el cuerpo no tiene lo que necesita. Yo he vido así durante unos diez años.

¿Cómo comía usted, por ejemplo, en sus días de modelo en Nueva York, cuando vivía usted en el momento más alto de su carrera?

En Nueva York, me levantaba e iba a hacer deporte. Luego me bebía uno de esos zumos de verduras y luego evitaba comer durante el día. Bebía mucho café y, tal vez, por la noche, quedaba con una amiga para comer algo en casa. Pero eso pasaba sólo en casos excepcionales. Pero comer, comía muy poco y no de forma regular. Bebía muchos zumos, lo que resulta a larga malo para el estómago.

Además, usted cuenta en su libro, que siempre debía estar preparada para ir a desfilar.

Sí, y como no comes nunca de forma estable, siempre tienes hambre. Te falta la energía siempre.

¿Merece la pena vivir así?

Desde un punto de vista económico, hay que decir que cuando se tiene éxito ganas un buen dinero. Pero luego te haces dependiente del dinero. Es casi como una adicción. Te dices que haces un evento o una campaña por dinero y luego otra, y luego te dices que para qué dejarlo ahora que tienes éxito. Se forma un círculo vicioso en el que cuanto más tienes más quieres. Durante los diez años de los que hablamos, yo siempre tuve momentos en los que me decía: 'no, dejo de hacer esto'. Pero al final siempre lo hacía.

¿Qué pasa cuando alguien está quince años infra-alimentado?

A mí se me llegó a decir en una consulta médica: 'tienes que tomar hormonas, de lo contrario tu cuerpo va a recurrir a los huesos para tomar lo que necesita'. Tengo compañeras de trabajo que me han dicho que par poder quedarse embarazadas tienen que tomar hormonas porque han estado demasiado tiempo comiendo demasiado poco. Estamos hablando de daños al cuerpo causados a largo plazo.

Lo que describe suena un poco a los sacrificios que hacen los deportistas de élite: mucho dinero pero también mucho sufrimiento y una vida profesional corta.

Hay modelos que pueden vivir así durante más de diez años. Algunas supertop models están incluso más tiempo. Teniendo éxito, hasta los 35 años puedes trabajar en esto.

Usted empezó muy joven a trabajar, sin cumplir los 18 años. ¿Aceptó usted cosas de la industria sin pensarlo de verdad dado que era demasiado joven?¿Se aprovecharon de usted?

La gran mayoría de las modelos tienen más de 16 años cuando empiezan. Me puedo imaginar que al principio se pueda utilizar la inocencia con la que se llega al mundo de la moda. Lo cierto es que se juega con la confianza de las modelos. Se les dice: 'eres estupenda, qué bien lo haces...'. Luego una se lo cree y nunca dices 'no' a trabajar.

En su libro usted dice contar “las luces y las sombras” de su carrera como supermodelo. Pero ¿dónde están las luces?

Las luces aparecen poco, pero algunas hay. Por ejemplo, para mí fue algo estupendo poder vivir en Nueva York. Si no hubiera sido modelo, no hubiera estado allí nunca. Tampoco hubiera hecho los amigos que hice allí. También viví fiestas y viajes increíbles. Estuve en México, Japón y Argentina. En definitiva, no habría visto tanto mundo.

Además, cuando trabajas para un gran fotógrafo o para una gran revista de moda, en el momento, hacerlo es algo estupendo. Porque ser modelo es un trabajo muy bonito. Pero hace falta explicar lo que es el mundo de la moda. Y no esconder lo que pasa debajo de la bonitas imágenes que ese mundo genera.

A quien corresponde la responsabilidad de las sombras de la industria. Hay quien dice que las agencias de modelos tienen un 50% de la culpa. ¿Y el otro 50%?

Los clientes son los que dicen a las agencias lo que quieren. Piden las modelos con determinadas medidas, un tipo de pelo o lo que sea. Y luego las agencias les dicen a las modelos cómo tiene que ser para conseguir el trabajo. Tiene que haber un cambio desde arriba, desde los clientes que son las grandes marcas.

¿Cómo afectan las redes sociales a la imagen de esa mujer de delgadez extrema con la que se trabaja en el mundo de la moda?

En las redes sociales hay modelos con millones de seguidores. En ellas, por lo que yo sé, se ponen fotos que son tratadas de forma extrema con Photoshop, por ejemplo. Hay un peligro de que esas imágenes tan tratadas sean vistas como si se tratase de la realidad. Yo en mis redes sociales busco siempre aparecer del modo más natural posible. No hay que olvidar que esos canales son, en realidad, plataformas para la publicidad.

¿Y el coronavirus?¿Cómo ha afectado a la industria?

Viajar se ha hecho complicado. Las contrataciones se hacen in situ, donde las agencias tienen a las modelos. Yo, por el momento, estoy en Berlín, y trabajo lo que puedo. Que es muy poco.

En muchos sectores se dice que la crisis del coronavirus puede ser una oportunidad para cambiar las cosas que no funcionan bien. ¿Es esto aplicable al mundo de la moda?

Yo cambié de perspectiva a la hora de trabajar antes de la crisis del coronavirus. Pero obviamente me alegrará que haya gente que decida actuar como yo.