Javi Martín: “Ser bipolar ha sido lo más duro y maravilloso de mi vida”

  • Entrevistamos al actor y presentador del primer 'Caiga Quien Caiga' por su libro ‘Bipolar y a mucha honra’ donde narra su experiencia con este trastorno silencioso: "Hay personas sin diagnosticar más inestables que yo"

  • “Hay algo hereditario, pero las drogas y el alcohol lo desencadenan”. “Gracias a la medicación llevo una vida totalmente normal”

  • La bipolaridad también le “abrió la puerta a un mundo extrasensorial que no habría conocido de otra manera”. “A veces, un poco de estado maníaco es bueno porque te da mucha lucidez”

Vivir subido a una montaña rusa. Pasar de querer comerte el mundo, salvar el planeta o desnudarte en plena calle, a no poder levantarte de la cama, creer que la vida no tiene sentido y tener ideas suicidas.

Es el trastorno bipolar, antes conocido como síndrome “maníaco-depresivo”, una enfermedad cada vez menos silenciosa que afecta a una de cada 50 personas en España, sin contar las que no están diagnosticadas. La “china” le tocó a Javi Martín, el “guapo” del primer Caiga Quien Caiga, como él mismo se define con humor por su etapa como presentador del informativo satírico de Telecinco, junto a Wyoming, que le hizo famoso en los años 90.

Después de un tiempo alejado de la televisión y volcado en el teatro, su "pasión", reapareció hace dos años con una desgarradora entrevista en TVE en la que revelaba que sufría de bipolaridad y había intentado quitarse la vida.

Ahora, el actor y presentador madrileño de 49 años regresa con un libro, Bipolar, y a mucha honra (Espasa), en el que narra su historia de superación, desde brote psicóticos que le llevaron a estar internado en dos psiquiátricos, hasta aceptar y comprender su enfermedad y la importancia de dejar radicalmente las drogas, buscar ayuda profesional y "medicarse a rajatabla”, algo a lo que al principio se negaba, para poder llevar, por fin, una vida “completamente normal”.

Un libro escrito con cercanía, humor, y sin dramatismo, que puede ser muy útil para otras personas, así como sus parejas y familiares, que estén pasando por lo mismo y no sepan cómo abordarlo.

Pregunta. ¿Cómo diste el paso de hablar por primera vez de tu trastorno bipolar?

Respuesta. Yo sabía que lo quería contar, pero no estaba preparado, no sabía si iba a afectar a mi trabajo. Después de la entrevista en televisión, La Barandilla, una de las asociaciones con las que colaboro, me llamó para pedirme poner una foto mía en una campaña, y esa fue la señal. Dije ‘voy a contarlo todo’ y ya veremos lo que pasa, porque quiero que mi historia llegue a otras personas.

Me negaba a ir al psiquiatra y medicarme, sabía que era bipolar pero no me creía que estuviera tan mal

P. ¿Cómo reaccionaste cuando te dijeron por primera vez el diagnóstico?

R. La primera vez que oí la palabra “trastoro bipolar”, estaba en estado maníaco, de elevación. No me preocupó, me pareció maravilloso lo de “bipolar”, porque yo le daba otro sentido completamente distinto. Con el tiempo fui asimilando lo que me pasaba y que era una cosa que tenía que tomarme muy en serio. Pero ha sido un periplo complicado, al principio me negaba a ir al psiquiatra y a tomar la medicación, como le pasa a mucha gente con trastornos mentales. No es que no creyera que fuera bipolar, es que yo creía que estaba mejor de lo que me decían.

P. Dices que eres bipolar “a mucha honra”, ¿cuál es el lado positivo de esta enfermedad?

R. El haber pasado por una situación tan dramática (ser bipolar, la depresión, haber intentado quitarme la vida), fue lo más duro de mi vida, pero lo que más me ha enseñado a valorarla como nunca, a sentir que todo lo que vivo son regalos, que cualquier momento es especial.

P. Comparas el subidón de la fase maníaca con estar drogado (en el buen sentido)…

R. Las fases maníacas me han abierto la puerta a un mundo de experiencias extrasensoriales, mágicas, que yo no hubiese conocido de otra manera. Me han servido para conectar de una manera especial con los demás. Yo soy mucho de energías y espiritualidad, y eso sigo practicándolo.

Una señal de que algo va mal es la falta de sueño y querer salvar el mundo

P. ¿Cuál es la diferencia entre el “Javi alegre y payaso” y el “Javi elevado” por la bipolaridad? ¿Cuál es la principal señal de alarma de que algo va mal?

R. Una señal inequívoca es la falta de sueño. De repente dejas de dormir. Lo haces solo dos o tres horas por la noche, y te levantas a las cinco de la mañana con una energía increíble. También, tener ideas megalómanas, como querer salvar el mundo, cuidar el planeta, la humanidad. Yo hacía muchas ceremonias con objetos en mi casa, muchas limpiezas energéticas, cosas que se salían de lo habitual. Estás mucho más desinhibido, hablas con cualquier persona, yo iba cantando por la calle… El problema es que empieza flojito, que es el momento en que hay que atajarlo, pero tú no lo distingues. Cuando te quieres dar cuenta te disparas para arriba y ya es más difícil bajarlo, con la medicación.

P. Durante la fase maníaca, varias veces te dio por desnudarte. ¿Es esto algo habitual en los pacientes bipolares?

R. En la fase maníaca tienes una desinhibición total, no piensas que desnudarte al lado de la catedral de Palma de Mallorca, como me ocurrió a mí sea malo. Yo hacía cosas extrañas como lo de desnudarme porque sentía que el universo me decía que tenía que quitarme la camiseta y salir corriendo. En el psiquiátrico me desnudé porque pensé que había un enfermero que quería rollo, ni me acordaba de que estaba allí, hasta que los otros enfermeros me dijeron ‘¿pero qué haces?’, y entonces ya me di cuenta.

Hay algo genético, pero las drogas y el alcohol no ayudan, y eso pudo ser el detonante

P. El bipolar, ¿nace o se hace?. Fue esa Nochebuena de 2011 la primera vez que te dio un brote psicótico, o hubo alguna señal de niño?

R. Yo creo que tiene algo de hereditario, pero el abuso de drogas y el alcohol no ayuda, clarísimamente, y pudo haber sido un detonante. En mi vida, solo pasé un momento de depresión en el instituto, que me sentía algo más solo porque mis amigos se habían ido, pero hasta aquel 24 de diciembre que relato en el libro, nunca me había pasado. A mí me pasó con 39 años, pero cada caso es distinto y hay mucho por investigar.

Hay gente que tiende más a la depresión, en mi caso es a la manía

P. No es un diagnóstico fácil, ¿cómo se detecta a una persona bipolar?

R. Se descubre cuando se detecta que hay subidas y bajadas. Hay gente que tiende más a la depresión o a la manía, o está por igual. Yo tiendo más a la manía. Pero tiene que pasar un tiempo para ver que ocurren todas esas fases. Cuando ves que subes y bajas, es cuando se define.

Los cambios de estación afectan a la enfermedad

P. ¿Qué hace que esa química cerebral se desestabilice? ¿Tienen los subidones una causa concreta?

R. Mi psiquiatra dice que los cambios estacionales afectan. En invierno puede ser que tiendas más a la depresión, y en la primavera y el verano, a la manía. Mi marido me dice "siempre que me voy de viaje te da un subidón". Y es verdad, es como si mi mente dijera "venga, me quedo solo en casa, es mi momento de hacer mis magias y mis limpiezas". Pero no es algo que provoques voluntariamente. Hace mucho tiempo que no me pasa, la medicación ayuda a regularte.

P. En el libro incides mucho en la importancia de no fumar porros, que coincidía con tus crisis y es muy común en otros pacientes bipolares. ¿Cómo influyen las drogas en los brotes psicóticos y el desarrollo de esta enfermedad?

R. Mucho. El alcohol y las drogas están prohibidas. Alguien con trastorno mental no debe tocarlas porque afectan a la mente, y más si estás tomando medicación.

Me río de mi trastorno bipolar para que él no se ría de mí

P. Wyoming te dedica el prólogo y confiesa que su madre tuvo un problema similar. ¿Cómo ha reaccionado el resto de la profesión a tu libro?

R. Creo que si lo contase desde el drama, el estigma o la vergüenza, la reacción de la gente sería otra. Pero como lo cuento desde el humor y la superación (“Me río de mi trastorno bipolar para que él no se ría de mí”, dice en el libro), sacando punta incluso a los momentos dramáticos, la gente ve que lo llevo bien y lo tratan con naturalidad. No estoy ya mucho en contacto con la gente de la profesión, pero imagino que a raíz del libro, habrá personas que digan "ah, ahora entiendo por qué te pasaba eso".

P. ¿Afectó tu bipolaridad a tu etapa en el ‘Caiga Quien Caiga’?

R. No. El único problema que tuve en el CQC era que un día me pasé de juerga y tuve que presentar en malas condiciones, ahí no había petardeado aún mi cabeza…

Las ganas que tenía de contarlo eran superiores al miedo porque dejaran de ofrecerme trabajos

P. ¿Temes que haberlo contado ahora repercuta en que te ofrezcan menos trabajos, o al revés?

R. Antes de contarlo tenía miedo de que me afectase en el trabajo. Pero la fuerza y las ganas que tenía de contarlo eran superiores a las malas consecuencias que pudiera tener. Yo trabajo desde hace muchos años en la compañía Teatro Lab, que dirige Gabriel Olivares. Él siempre ha confiado en mí y nunca hemos tenido problemas. No sé si me dejan de llamar de televisión por mi trastorno mental, o porque te dejan de llamar y ya está. Nunca me voy a enterar. Le pasa a mucha gente, que desaparece de la tele y no pasa nada.

P. ¿Te planteas volver a televisión?

R. Mi pasión es el teatro, yo eso lo tengo clarísimo. Ahí sí que me dolería que no me volvieran a llamarme. No me importaría volver a hacer cine y televisión porque soy actor y creo que hay que hacer de todo.

No echo de menos la fama, ir por la calle sin que te miren es maravilloso

P. ¿No añoras la fama que te dio el ‘Caiga Quien Caiga’?

R. Eso sí que no, la fama, no la echo de menos. Yo la viví a lo bestia con el CQC, porque me pillo muy joven, con 24 años, me hacía gracia. La fama tiene cosas maravillosas, pero poder ir por la calle tan tranquilo es maravilloso. Sentirte observado es una sensación rara que no me gusta.

P. ¿Cómo estás ahora? ¿Has vuelto a sentir la tentación de tomar drogas o dejar la medicación?

R. No, las drogas ya ni tocarlas. Ni siquiera echo de menos la sensación. Lo bueno que me ha dado la bipolaridad es dejar las drogas y el alcohol, porque me siento mucho mejor. La medicación me costó, pero ya he entendido que tengo que llevarla a rajatabla, porque es la clave para estar bien.

A veces, un poco de estado maníaco es bueno porque te da mucha lucidez

P. ¿Cuándo fue tu última recaída?

R. La última recaída fue a principios de año, pero muy leve. Como cuento en el libro, seguí trabajando, me subí al escenario estando un poquito elevado y me dijo todo el mundo que salió estupendamente. Porque a veces pasa también, que un poquito de elevación te hace estar estupendamente. Lo vimos en series como Homeland, cuando la protagonista, Carrie, resuelve los crímenes cuando le dan ataques maníacos. Y depresiones, hace muchos años que no tengo. Y si me pasa, ya sé lo que tengo que hacer. Hay una idea errónea. Cuando alguien tiene un trastorno mental, la gente cree que está siempre arriba o abajo, pero cuando estás medicado, puedes llevar una vida totalmente estable y normal.

Hay personas no diagnosticadas más inestables que yo

P. A veces, incluso más estable que la de personas no medicadas…

R. Cierto. Muchos de los que estamos diagnosticados de trastornos mentales estamos más estables que los no diagnosticados y no han ido al psicólogo en su vida. Yo ya me he tratado todo con mis psicólogos, mis miedos, mis inseguridades, mis conflictos familiares y profesionales. Porque hablas de todo, es una terapia global.

Salir del armario como gay me revolvió por dentro pero fue muy liberador

P. Hace dos años contaste también por primera vez que eres gay y tienes pareja, algo que no sabía el público. ¿Cómo viviste esta otra “salida de armario”?

R. Fui a ese programa de televisión y dije "si voy a hablar de súper bestias como la depresión, bipolaridad o el suicidio, creo que es momento también de quitarme todas las caretas". En mi vida personal todo el mundo sabía que era gay, pero públicamente no lo había dicho. Tenía la necesidad de no esconder nada. Para mí fue una liberación total, pero es cierto que se me revolvió algo. Que ya ves tú, decir que eres homosexual, como si eres hetero, bisexual, trans o lo que sea.

La bipolaridad ha reforzado mi relación de pareja: la clave es escuchar y aprender a perdonarse

P. “El Amoro”, como llamas a tu pareja, te ha acompañado en todo este duro y largo proceso, dando una lección de cómo amar a una persona bipolar…

R. Hubo momentos muy difíciles para mi pareja, sobre todo en la fase maníaca, porque yo estaba muy descontrolado y no sabían qué hacer conmigo. Pero como en toda pareja, si superas los momentos de dificultad, te hacen más fuerte. En nuestro caso hubo mucha comunicación, hablamos mucho. Al principio yo sentía que me tenían la correa muy corta, les daba miedo que hiciera una locura y yo me sentía muy agobiado. La pareja y los familiares también lo pasan muy mal. Ellos también viven su shock. Por eso hay que darles un tiempo para que lo asimilen, que confíen en ti y poder perdonarse mutuamente. Lo importante es escuchar, comunicarse y mucha paciencia.