La serie de Netflix El cuerpo en llamas, basada en el mediático crimen de la Guardia Urbana , va camino de convertirse en uno de los 'true crimes' más vistos en la historia de la plataforma de streaming. La ficción ha avivado el interés en todo el mundo por conocer la historia real de Rosa Peral, la agente de policía barcelonesa condenada por matar y calcinar a su pareja (Pedro Rodríguez) con la ayuda de su amante (Albert López), y cuál fue el móvil del macabro asesinato que impactó a la sociedad española en 2017.
La serie dirigida por Jorge Torregrosa (Intimidad, Élite, Fariña…), con guion de Laura Sarmiento (La Jefa), es bastante fiel a lo ocurrido, pero también se toma varias licencias creativas.
Una de las más llamativas es que la protagonista, interpretada por Úrsula Corberó, es madre de una sola niña, Sofía (interpretada por Guiomar Caiado), cuando en realidad Rosa Peral ya tenía dos hijas en el momento del crimen, fruto de la relación con su ex marido, Rubén Carbó, a quien en la serie también le cambian el nombre por Javi (interpretado por el actor Isak Ferriz).
La hija pequeña no se añadió a la trama por necesidades argumentales. Varios detalles sobre la ex pareja de Peral también han sido modificados, para mantenerle al margen del caso y preservar su anonimato. Bajo estas líneas, en la entrevista que concedió en 2020, ocultando su rostro, y que también sale reflejada en la ficción:
Según la novia de Rubén (Carmen en la serie y Antonia en la realidad), la hija mayor les contó que la noche del crimen había visto a Pedro bajar por las escaleras mareado y a su madre con sangre, lo cual alimentaba la tesis de que Rosa le habría narcotizado después de tener una pelea con él. Pero en el juicio, la niña, que entonces tenía 7 años, se acogió a su derecho a no declarar contra su progenitora.
En la serie se ve cómo Sofía le cuenta a su padre y la pareja de este que "vio sangre y oyó cosas", y cómo tiene pesadillas con ello. “La escena de la cría en la escalera viendo lo que pasó no se corresponde con la realidad”, se queja Juan Carlos Zayas, abogado de Pedro Rodríguez. Rosa Peral mantiene en su documental que sus hijas “no se enteraron de nada” porque estaban durmiendo en el piso superior, y acusó a Antonia de falso testimonio para perjudicarla, algo que la pareja de Rubén niega, así como que tuviera tan mala relación con Rosa como esta dijo en el juicio:
Rosa Peral ya lleva seis años en la cárcel de los 25 a los que fue condenada (5 más que su amante, Albert López, por el vínculo de parentesco). En la reciente entrevista que la ex guardia urbana dio desde la prisión de Mas d'Enric, en Tarragona -donde se encuentra después de haber sido expulsada de tres cárceles por conflictos con reclusas-, acusó a la serie de Netflix de desinformar sobre el caso y salpicar a su hija mayor, que en estos momentos "es una adolescente". "Nadie se ha parado a pensar en el dolor que sufre esta niña", dijo:
La abogada de Rosa Peral, Nuria González, se quejó en la misma entrevista de que la serie haya hecho “protagonista de la trama a una niña que tiene ahora 13 años. Esta niña va al instituto, todo el mundo está viendo la serie...¿De verdad nadie piensa en esto?".
En El cuerpo en llamas, Rosa Peral (Úrsula Corberó) aparece como una madre entregada a su única hija, mientras se plantea ser madre de nuevo con Pedro, a pesar de la relación tóxica que ya tenía con él y de haber vuelto con su amante (Albert López, interpretado por Quim Gutiérrez).
Sin embargo, en la serie se ve cómo Rosa tarda varios años en dejar que su hija la visite en prisión, alegando que no quiere que la pequeña "la vea" en esa situación. "No ayuda a tu imagen de 'femme fatale' que no hayas pedido ver a tu hija en tres años", le dice su abogada. La niña sí habla con su madre por teléfono, con ayuda de sus abuelos y a escondidas de su padre, Rubén.
Los padres de Rosa parecen convencerla de que acceda a ver a Sofía, aunque no queda muy claro qué es lo que la hace cambiar de opinión. Es en el último episodio cuando al fin se produce el ‘vis a vis’ entre madre e hija. Un tenso encuentro donde a la niña, ya adolescente, se la ve muy cambiada y distante con Rosa, que intenta conectar con ella, sin demasiado éxito por todo el tiempo que había pasado:
Rosa vivía con sus dos hijas y su pareja, Pedro, en la casa de Cubelles (Barcelona) donde se cometió el crimen. Él había dejado a su anterior pareja, con quien tenía un hijo de un año.
Una escena de El cuerpo en llamas que difiere de la realidad es cuando Rosa es detenida y esposada en su casa en presencia de su hija, cuando lo cierto es que la detención se produjo estando sola, en la comisaría de Sant Feliu de Llobregat, donde fue a acusar a Albert del crimen.
Sus hijas, que tenían 7 y 5 años cuando sucedieron los hechos, quedaron bajo la custodia de su padre.
Las pequeñas visitaron a su madre por primera vez en 2019, en la cárcel de Wad Ras (Barcelona). Un encuentro que, a diferencia de lo que se ve en la serie -donde es Rosa la que no quería ver a su hija-, tardó dos años en producirse por la negativa del padre, Rubén, a que vieran a su madre en esas circunstancias, si bien nunca se opuso a que las pequeñas siguieran teniendo contacto con sus abuelos paternos.
Bajo estas líneas, Rosa Peral denunciando la situación en 2018, un año después de su ingreso en prisión, y pidiendo ver urgentemente a sus hijas:
Recordemos que entonces la relación entre Rosa Peral y su ex era muy tensa. Ella había tratado de inculparle del asesinato de Pedro. Vengarse de él para quedarse con la custodia de las niñas fue uno de sus motivos para cometer el crimen, según la exposición del fiscal, Felix Martín, en el juicio que tuvo lugar en 2020.
Las pruebas descartaron a Rubén como sospechoso, que tenía coartada. También se investigó la posibilidad de que Rosa Peral hubiera tratado de enviar a un sicario desde prisión para matar a su ex, como contaron algunas reclusas, pero tampoco pudo demostrarse y la causa se archivó, aunque Rubén tuvo que llevar escolta durante un tiempo.
Pasados dos años, y no tres como en la serie, el padre accedió finalmente a que sus hijas tuvieran un encuentro con su madre. Los psicólogos que trataron a las niñas lo aconsejaron y la Dirección General de Prisiones no vio motivo alguno para impedirlo.
Este primer encuentro de Rosa Peral con sus hijas se produjo en presencia de la madre de Rubén y de un educador del centro penitenciario. Durante más de una hora, “Rosa rió y jugó con las niñas, fue un encuentro muy satisfactorio, especialmente cordial y cariñoso”, dijeron fuentes penitenciarias.
La familia Peral dijo que en esa primera cita no se habló absolutamente de nada del crimen ni del proceso judicial.
En la actualidad, el padre de Rosa lleva a sus nietas, de 13 y 11 años, a visitar a su madre en prisión al menos una vez al mes, además de intentar que hablen con ella todos los días, aunque no siempre es posible. “Si no fuese por ellos [sus padres], yo no podría ver a mis hijas”, cuenta Rosa en Las cintas de Rosa Peral, refiriéndose también a su madre, que falleció estando ella en prisión antes de estrenarse el documental. “Mi intención es que mis hijas se vayan con ganas de querer volver”, añade.
Francisco Peral asegura que no habla con sus nietas del motivo por el que su madre está en prisión. Reconoce que la mayor le pidió saber qué había pasado. “Le contaré la verdad, pero no la que cuentan”, dijo en esta reciente entrevista con Antena 3:
Recordemos que el padre de Rosa mintió en sus primeras declaraciones junto a su mujer, a petición de su hija. Los dos aseguraron haber visto Pedro cuando ya estaba muerto pero Rosa simulaba que estaba desaparecido, si bien luego se derrumbaron y confesaron la verdad.
El hombre mantiene que su hija "es inocente", que "no hay pruebas contra ella, solo suposiciones", cuando "el verdadero culpable es Albert", y que seguirá luchando porque se reabra el caso.