8 personas te cuentan sus experiencias (buenas y malas) yendo al psicólogo

yasss.es 02/03/2018 16:12

Anónimo, 26

Fui al psicólogo por una cuestión de autoestima. Los primeros 8 meses fueron los más duros. La terapia era como un oasis en mitad del desierto. Siempre me desahogaba y salía mejor de como entraba. También aprendí a ponerle nombre a mis emociones desestigmatizando las que se consideran “negativas”, y a expresar cómo me sentía. Ahora la terapia (a la que voy muy de vez en cuando) es como una sala de entrenamiento más que aquel oasis. Como tengo la fortaleza y los instrumentos necesarios, es un lugar para reflexionar y trabajar sobre aspectos tabú o que me da más temor encarar de frente.

Anónimo, 22

Fui al psicólogo porque mi relación con mi madre no había sido sana desde hacía ya muchos años, y eso había creado en mí cierta inestabilidad emocional y falta de autoestima que no me permitía avanzar en mi día a día. Lo más útil de la terapia es que te hace hablar contigo mismo, conocerte y saber hasta dónde llegan tus problemas. Parcela tus miedos y así son mucho más fáciles de abordar, y aprendes a conocer tus emociones de manera más directa. Por supuesto tienes que estar abierto a contar y dejar que te cuenten, tienes que querer cambiar, si no el psicólogo no te servirá y probablemente te ofenderá cuando te explique porqué te pasa lo que te pasa. Ir a terapia es algo que recomiendo a todos. Vivimos en un mundo lleno de estímulos que hacen que no escuchemos nuestro interior o lo hagamos muy poco; con la terapia se consigue.

Anónima, 34

En una etapa no necesariamente mala, me rompí. Mi pareja insistió en que buscase ayuda profesional. Encontré una psicóloga en la ciudad donde vivía y la fue genial porque me ayudó a ver dónde estaba el problema y a identificar porque me sentía mal. Dejé de ir antes de terminar la terapia, porque me encontraba mejor y no estaba muy bien de dinero. Tuve que volver hace un año por una posible recaída y a día de hoy continuo con ella porque me ayuda muchísimo, hemos espaciado un poco las visitas y son cada 15 días. Lo más importante es que me siento más fuerte, capaz de afrontar los cambios y mis miedos y he ganado más confianza en mí misma.

Gonzalo, 25

Voy a la psicóloga porque tuve una depresión de caballo. Llevaba meses sin levantarme de la cama y con pensamientos suicidas. Aprendí que mentirle y ocultarle mis sentimientos, era como escupir hacia arriba, y que así no mejoraría. Gracias a ella salí del pozo. Me salvó la vida.

Anónima, 23

Fui al psicólogo por la insistencia de personas cercanas porque había tenido una “experiencia traumática”, y no volví porque me sentí juzgada, poco comprendida e incómoda. Además, a mí no me dio ninguna recomendación realmente útil (al menos a mi parecer). Me hubiese gustado que no hubiese quitado importancia a mis sentimientos y malestar. Quizá no debí renunciar tan rápido a la ayuda, pero soy una persona a la que le cuesta pedirla y además ahora me cuesta mucho confiar en los demás.

Elisa, 25

Fui a terapia con mi familia, y en una sesión individual, el psicólogo empezó a hablarme de la vida en pareja y de si yo no quería tener una. Me comentó que mis padres le habían dicho que tuve un novio pero que las cosas no habían ido bien. El chico se había matado en un accidente de tráfico, y ya estaba tan harta de que intentara indagar en los motivos por los que yo no seguí con él, que se lo dije. Lo apuntó, me empezó a preguntar cómo paso todo, cómo era nuestra relación, y de repente soltó “y cuando te enteraste de que había tenido un accidente, ¿te lo imaginaste tirado en la carretera muriéndose?”. Mi cara fue un poema. A todo esto, sonó el timbre, miró el reloj, sonrió y me dijo que me veía la semana siguiente. Me pasé toda la tarde llorando medio histérica y dos días destrozada. No volví.

Anónima, 23

Fui al psicólogo hace dos años para tratar lo que hoy sé que es un trastorno de la personalidad por evitación. Me gustaría poder decir que mi experiencia fue buena, pero no fue así. Llegó a replicarme que a las mujeres nos atraían los “chicos malos” cuando le contaba los problemas que atravesaba con mis relaciones interpersonales. Por cosas como esa, dejé de ir. Me arrepiento mucho de no haber buscado otro psicólogo. Creo que la terapia podía haberme ayudado mucho y a día de hoy estoy medicándome para mi TPE y depresión con vistas a retomar la terapia con un profesional que sí pueda ayudarme.

Anónima, 28

Fui al psicólogo porque tenía desánimo, ansiedad, estrés y un trastorno de alimentación. Fui dos veces una media hora (lo que concede mi aseguradora por paciente) y todo eran papeles. No volví. Me pareció frío, sin ningún cuidado al paciente y encima con exigencias. Cuando vas a terapia, lo haces dispuesto a cambiar una situación que te tiene muy enferma y te cuesta dar el paso como para sentirte tratada así.

Como habrás leído, hay vivencias buenas y malas, pero un garbanzo malo no estropea un cocido. Puedes encontrar profesionales negados en cualquier especialidad, y no debes dejar que una mala experiencia te impida buscar ayuda cuando la vuelves a necesitar. ¿Pedirías una segunda opinión si te partes un brazo y el médico te manda para casa? Pues haz lo mismo con tu salud mental.