La experiencia de Omar en los testigos de Jehová: "Cuando quise ir a la universidad empezaron una campaña de acoso y derribo"

  • En España hay más de 1.400 congregaciones de testigos de Jehová, aunque la sede de esta comunidad cristiana está en EEUU

  • Omar, de 29 años, cuenta su historia dentro de los testigos de Jehová, religión a la que renunció después de años de dudas

  • "Ellos no te obligan a nada, pero te controlan con una presión social enorme a la que estás sometido en cualquier aspecto de tu vida"

Los testigos de Jehová son una comunidad cristiana que se consideran a sí mismos una restitución del cristianismo primitivo, aquel que se cree que practicaban los cristianos más cercanos a Jesucristo. Justifican sus creencias con una interpretación particular de La Biblia, (por ejemplo, niegan la teoría de la evolución, defendiendo que hay una inteligencia superior creadora). Fueron precisamente un grupo de estudiantes de este libro sagrado los que fundaron esta nueva corriente a finales del siglo XIX en Estados Unidos.

Aunque recibieron muchas críticas de otros practicantes del cristianismo, lo cierto es que a primeros del siglo XX ya habían conseguido la libertad de culto en el país americano, y decidieron denominarse 'testigos de Jehová' por su propósito de santificar a esta deidad del Antiguo Testamento.

A partir de 1940 comenzaron a expandir sus ideas por el mundo, a través de viajes y de la técnica de propaganda callejera gratuita que seguro que conoces, pues aún hoy tratan de informar sobre sus creencias y difundir su mensaje en pequeños puestos callejeros en lugares concurridos. En la actualidad, se estima que en España haya más de 116.000 testigos de Jehová pertenecientes a más de 1.400 congregaciones, según informan en su web oficial JW.org

¿Cuáles son las creencias de los testigos de Jehová?

Según la información pública de libre acceso que comparten en su página web, sus creencias parten de lo escrito en La Biblia, su única fuente de referencia. Creen en Jehová, el Dios del Antiguo Testamento, y reconocen a Jesucristo como líder espiritual. Consideran a Jesucristo hijo de Dios, pero no Dios en sí mismo, y tampoco reconocen a María como madre de Dios. Rechazan todo lo aprobado en los concilios vaticanos a partir del Concilio de Nicea I, por lo tanto, no reconocen la Santísima Trinidad o el infierno. No celebran la Navidad o la Semana Santa, ni siquiera los cumpleaños, por considerar a estas costumbres paganas.

El punto fuerte de esta religión está en anunciar la llegada del fin del mundo. Creen que se acerca el apocalipsis y que solo unos pocos, "los ungidos", podrán ir al Cielo. "Cuando se fundaron los testigos de Jehová estaba de moda hablar del fin del mundo. Lo que es de traca es que han seguido haciéndolo hasta no hace tanto, aunque parece que últimamente han entendido que es mejor no mojarse y dar fechas. Llevan tantas falladas que se han ganado un artículo recopilatorio en Wikipedia", explica Omar Olmedo a Yasss, un chico de 29 años que formó parte durante los primeros veinte de su vida de los testigos de Jehová.

La experiencia de Omar creciendo como testigo de Jehová

Omar nació en una familia de testigos de Jehová: "Mi abuela materna empezó a estudiar con los testigos cuando mi madre era adolescente y educó a sus cuatro hijas como testigos también. Mi padre se convirtió a partir de ser novio de mi madre, se casaron estando ya bautizados". En este ambiente creció y se desarrolló como persona, siendo consciente desde muy pequeño que él era diferente: "Desde que tuve edad para aprender que tenía que rechazar las típicas bolsitas de chuches que regalan los niños en clase por su cumpleaños supe que yo no era como los demás".

Y es que, como ellos mismos afirman en su web oficial, "Los testigos de Jehová no celebramos los cumpleaños porque estamos convencidos de que Dios no quiere que lo hagamos". Este es solo uno de los ejemplos de las normas y la doctrina que imponen a los niños que nacen en esta comunidad religiosa. "Los educan intensamente en las doctrinas y las costumbres de la comunidad de la que forman parte", explica Omar.

Este físico y músico ha contado su experiencia como testigo de Jehová durante veinte años en un hilo de Twitter que ha alcanzado una notable repercusión, con más de dos mil likes. En él no solo cuenta sus vivencias personales, también aporta información sobre cómo funciona esta comunidad religiosa que, más o menos, todos identificamos (son los que llaman a nuestras puertas o se ponen en la plaza a repartir folletos) pero apenas conocemos en profundidad a no ser que nos haya tocado de cerca.

Un niño testigo de Jehová participa en las reuniones, pero no se convierte en un verdadero miembro de la congregación hasta que no se bautiza. El bautismo llega en la adolescencia, cuando una persona ya puede decidir por ella mismos recibir este sacramento. Aunque, según Omar, tampoco es que lo "decidan" ellos. Según su análisis propio de su experiencia, la clave de esta comunidad religiosa está en la presión social.

Cuenta Omar que al convertirte en un miembro activo empiezas a notar el sentimiento de culpa y la vigilancia por parte del resto de la comunidad. Por lo tanto, te obsesionas con no pecar y arrepentirte de tus pecados: "Prácticamente nada es obligatorio ni está prohibido. Todo son recomendaciones para tu felicidad o para ayudarte a seguir los amorosos consejos de Dios. Lo que pasa es que está la presión social para que las sigas y hay consecuencias si no lo haces, desde comentarios a modo de bronca amistosa hasta formarte una especie de comité judicial que te puede imponer medidas disciplinarias", explica. "La culpa se convierte en algo general: culpa por sentir envidia de los compañeros en Navidad, culpa por masturbarte, culpa por esconder una relación sentimental prohibida...", añade.

La asistencia a sus reuniones, dos por semana, tampoco es una norma, pero, nuevamente, es altamente recomendable. Estas reuniones se dedican a estudios bíblicos y a entrenamiento para predicar: "Se hacen una especie de interpretaciones teatrales de cómo convencer a la gente sobre ciertos temas o cómo refutar cosas que te dicen, un poco como la formación de un teleoperador de los que hace venta por teléfono", cuenta el joven extestigo de Jehová.

A los dieciséis años aproximadamente, Omar comenzó a tener dudas sobre su religión a raíz de lo que le enseñaban en clase de filosofía en el instituto. Todo se complicó cuando decidió que quería ir a la universidad.

En esta comunidad, y según Omar, consideran que "mientras estás en la universidad no estás sirviendo a Jehová. El tiempo que estás en la universidad no lo pasas predicando o con otros testigos". En lo que concierne a cursar una enseñanza superior, otros exmiembros de la congregación han contado experiencias similares. Además, la Watchtower, la principal fuente de financiación y la entidad jurídica utilizada por los Testigos de Jehová, también desaconseja que sus miembros cursen estudios superiores. En la web oficial de la congregación hay un artículo donde explican su punto de vista sobre la educación: "La educación es vital y nos permite cuidar de nuestras familias", puede leerse. Sin embargo, también aseguran que "la educación bíblica tiene más valor que la educación académica". Omar añade: "consideran que en la universidad hay malas compañías, no les interesa que veas otras maneras de vivir la vida o que aprendas cosas que hagan que cuestiones la doctrina, como me pasó a mi estudiando Física".

La aplicación de las normas depende mucho de la congregación

Cuando estaba en segundo de carrera, Omar publicó en su Facebook unas fotos de un día en la playa con unos compañeros de su clase. Eso fue un problema en su congregación y un anciano se reunió con él para recordarle qué tipo de compañías deberían interesarle.

También se reunieron con él cuando decidió dejarse barba, algo que no está bien visto. "Hay doctrina sobre qué ropa y aspecto son adecuados o no, claro. Aunque, por lo que me han comentado varias personas en Twitter, la aplicación de las normas depende mucho de la congregación", explica. De nuevo, en la página web oficial de los Testigos de Jehová se pueden consultar varios artículos sobre la forma de vestir y la imagen personal. "Dejarse la barba podría dificultar que un hermano diera gloria a Dios y fuera irreprensible (Rom. 15:1-3; 1 Tim. 3:2, 7)", puede leerse.

Después de estas experiencias, Omar empezó a expresar en voz alta sus dudas sobre ser testigo. Al principio, le prestaron mucha atención para tratar de resolvérselas: "Obviamente no les interesa que te vayas. Intentan contestar las preguntas que tienes, pero acaban repitiendo la doctrina y hay preguntas fundamentales que son insalvables desde la lógica y el pensamiento racional".

Hasta que llegó el día de tomar la decisión de abandonar. "Después de muchas visitas de los ancianos a mi casa y de ver que muchas de mis dudas eran irreconciliables, les dije que quería dejar de ser testigo de Jehová. No me parecía ético quedarme como inactivo y seguir constando en sus estadísticas, me parecía que era ser una especie de colaboracionista con lo que me parecían injusticias. Quizá hubiera sido más fácil", recuerda Omar.

"En la siguiente reunión a esa conversación se anunció que yo ya no era testigo de Jehová y nadie de la comunidad volvió a mirarme o dirigirme la palabra. La gente con la que había compartido la mayor parte de mi vida prácticamente en exclusiva: amigos de la familia de toda la vida, mis amigos, la gran mayoría de mis conocidos... Fue muy duro, y aún lo es tantos años después". Evidentemente, una experiencia como esta marca a una persona para siempre. Actualmente Omar está en terapia psicológica: "Dejar la religión cuando forma parte fundamental de tu vida es como derribar todo aquello que eres. Hace unos años me diagnosticaron ansiedad y depresión, pero no ha sido hasta hace poco que ha salido el tema con mi psicóloga. No sabría describirlo muy bien, pero todo lo vivido con la religión ha moldeado mi manera de relacionarme con los demás y con el mundo: no me gusta la confrontación, muchas veces no me es fácil relacionarme con otras personas como me gustaría, soy inseguro, siento culpa muy fácilmente, cosas así".

Y cierra el relato de su testimonio con un deseo: "Ojalá hubiera una manera de juntarnos los que hemos sufrido cosas así y hacer que alguien asuma la responsabilidad de lo que se nos hizo".