Victoire Cogevina, la mujer que quiere convertir el fútbol femenino en el mayor negocio del mundo

  • Es la vicepresidenta de OneFootball con la misión de crear un negocio paralelo al de los hombres con 144 millones de consumidoras potenciales en Europa

  • En conversación con NIUS desde Londres, explica que las industrias de la moda, de la belleza y de la salud son las que más están apostando por el fútbol femenino

  • Cuenta que las compañías están empezando a invertir en el estudio del cuerpo de las futbolistas para entender, por ejemplo, cómo las afecta la menstruación y mejorar su rendimiento

“El futbol femenino será el principal negocio global para los próximos veinte años”, afirma Victoire Cogevina, vicepresidenta de Fútbol Femenino de OneFootball, la plataforma de medios de comunicación más popular para la nueva generación de aficionados del fútbol, con más de cien millones de usuarios activos mensuales en todo el mundo. Cogevina es una de las mujeres más poderosas de este deporte. Su misión: elevar el futbol femenino al mismo nivel que el de los hombres y acercarlo a un público nuevo de principalmente mujeres.

“El fútbol femenino se vende como fútbol masculino -explica Cogevina, en conversación con Nius desde Londres, donde reside-. El ochenta por ciento de la audiencia son hombres porque nadie hasta ahora se había sentado a hacerse la pregunta que nos estamos haciendo en mi equipo: ¿qué significa para una mujer consumir fútbol? Porque todos asumen que consumir fútbol para una mujer es lo mismo que para un hombre y yo, siendo mujer y habiendo consumido fútbol toda mi vida, les digo que no”.

El primer recuerdo de infancia que tiene Cogevina es en el estadio del Racing de Avellaneda, en Buenos Aires, cuando tenía cinco años y apenas levantaba dos palmos del suelo. Su hermano Nicolás, nueve años mayor, la llevó con sus amigos a la popular, la grada sin asientos detrás de la portería. Ella vivió el partido de pie entre todos aquellos hombres enloquecidos y apasionados. “Era demasiado chiquita, mi altura no me dejaba ver el partido, miraba todo lo que había a mi alrededor, a todos los fanáticos, y me gustaba escuchar las canciones y ver como saltaban”.

La colocaban delante de los hierros del paraavalanchas para evitar que la aplastaran cuando Racing marcaba un gol y los fanáticos se lanzaban como una avalancha hacia adelante para celebrarlo. “Aún hoy tengo trauma y cuando hay un gol, con el alboroto me entra miedo”, confiesa. Aquella primera experiencia le permitió hacer una radiografía de lo que era ser hincha. “Me pregunté cómo un deporte podía emocionar tanto a tantos hombres, veía cómo gritaban, cómo lloraban, cómo estaban contentos y se decepcionaban, toda la gama de emociones y pensaba qué poderoso es este deporte -cuenta-. Para ellos era una forma de olvidarse de sus problemas durante la semana e ir a la cancha era un desahogo emocional”.

“Desde que empecé a ir a la cancha que me di cuenta de que los hombres necesitan una excusa para hablar entre ellos y el fútbol siempre ha sido un gran conector -explica-. Un hombre llama a un amigo no para preguntarle cómo está, sino que le pregunta por el gol de Messi y luego hablan. Pero una mujer no necesita una excusa, no llama a otra para preguntarle por el gol de Sam Kerr (la delantera del Chelsea) sino para decirle ¿viste qué se puso o el producto que está usando?”.

Una oportunidad de negocio

Están entrando industrias completamente nuevas en el fútbol femenino que nada tienen que ver con el masculino. Las principales son moda, belleza y salud y farmacéuticas. “Incluso hay un equipo de fútbol en España que tiene como sponsor una clínica de fertilidad -dice-: Son productos que consumen las mujeres y dónde mejor que ponerlo en otra mujer representandolá”.

“Estamos al principio del desarrollo del fútbol femenino -cuenta Cogevina-. El fútbol fue creado por hombres y durante cien años fue mercadeado y vendido solo para hombres, pero ahora tenemos una oportunidad de negocio”. Aunque el fútbol siempre se ha relacionado con los hombres, en China, hace dos mil años, las mujeres ya practicaban un deporte similar. En 1920 el fútbol femenino era un deporte muy popular en Inglaterra y había partidos de mujeres a los que asistían cincuenta mil espectadores. Hasta que la Federación Inglesa lo prohibió en 1921 por considerar que no era un deporte para mujeres, una prohibición que perduró durante cincuenta años.

“Hablando de empresario a empresario -explica Cogevina-, la oportunidad de negocio para vender fútbol a la mujer es de billones de dólares, si no trillones. Imaginate a una mujer, que ya de por sí consume mucho más que un hombre, si encima lleva a toda la familia porque un partido de fútbol femenino es una experiencia mucho más segura que uno de hombres”.

Recuerda que el estadio de Wembley batió el récord de venta de entradas en la final de la Eurocopa femenina el pasado mes de julio porque vendieron los asientos que normalmente en el fútbol masculino se dejan vacíos para separar a las dos aficiones. “Estamos empezando a ver muchos cambios en las actitudes del consumidor y las marcas tienen que entender que es el momento de entrar y movilizarlas”, dice. El mercado potencial de mujeres en Europa que son fans del fútbol y no van a los estadios es de ciento cuarenta y cuatro millones de personas. Y estas mujeres son el objetivo de Cogevina y de OneFootball.

La excepción de ser de Racing

Nadie se hace de Racing de Avellaneda así como así porque no es un club ganador como Boca o River. La única manera es por herencia o por alguna extraña circunstancia. En el caso de su hermano, fue su adoración al portero Sergio Goycoechea, subcampeón del mundo en 1990. Nicolás también jugó como arquero en el colegio. Victoire no alcanzaba a ver los partidos desde la grada, pero los escuchaba, los olía, los sentía, los cantaba. Y allí creció, en el campo de Racing.

Nicolás la llevó para que se olvidara de los problemas que había en casa entre sus padres, que estaban a punto de separarse y la estaban afectando. Aquella experiencia le cambió la vida, la conectó para siempre con el futbol, con Racing y con su hermano. “No era un lugar para una niña de cinco años -reconoce-, pero me sentía más en casa en la cancha que en mi propia casa”.

Victoire es greco-argentina, de padre griego y madre argentina. Su padre era un diplomático griego. Fue cónsul general en Boston, donde nació Victoire, y Buenos Aires, etapa en la que Nicolás la llevó al campo por primera vez. Luego fue embajador en París, donde sus padres finalmente se separaron y su madre se la llevó a vivir a Buenos Aires cuando Victoire tenía nueve años. Más tarde su padre consiguió que lo destinaran como embajador en Buenos Aires para no perderse la infancia y adolescencia de su hija.

La primera aerolínea privada argentina

Su madre es Shalimar Reynal, emprendedora, fundadora de la primera agencia de representación de futbolistas dirigida solo por mujeres reconocida por FIFA. El padre de Shalimar (y abuelo de Victoire) fue Billy Reynal, emprendedor pionero, nacido en Estados Unidos y criado en Argentina, descendiente de catalanes. La aviación era su pasión. Fundó Austral, la primera aerolínea privada en Argentina, y cuando el negocio de la aviación dejó de ser productivo, desarrolló Bariloche, en la Patagonia, como centro turístico de esquí y fomentó los viajes en avión para llegar. Eran tres horas de vuelo. También hizo los primeros contratos para que los empresarios estadounidenses pudieran extraer petróleo en Argentina.

Pero detrás del todopoderoso Billy Reynal estaba Nelly, su esposa, también emprendedora, menos conocida pero igual o más extraordinaria que él. Era una francesa nacida en el entonces protectorado francés de Marruecos que vivió en varios países. Tuvo una infancia dura. Al nacer fue enviada a Suiza y no conoció a sus padres hasta los cinco años. Era extremadamente guapa e hizo carrera como modelo. Tiene una melliza idéntica. Mantuvo una relación con el príncipe de Marruecos que no formalizó porque él tenía un harén de mujeres y ella no quería ser una más. Se marchó a París donde montó una fábrica de porcelana y fue escritora y artista.

“Mi abuelo nunca fue tan exitoso como cuando estuvo con ella”, cuenta Cogevina. Nelly fue la tercera de las cinco esposas que tuvo Reynal. Creó dos empresas de moda. Una para diseñar los uniformes de Austral (“mi abuela decía que ella vestía a las azafatas y su marido las desvestía”) y otra para la línea de indumentaria de esquí para mujeres. Su abuela todavía vive, tiene ochenta y cinco años y siempre le dice que lo más importante en esta vida es saber decir que no. Shalimar, su hija, también creó una empresa de moda. La llamó Shalimar et Natalie, que era el nombre de su prima, la hija de la melliza de Nelly. 

La feminidad

En el fútbol Victoire es una mujer en un mundo de hombres. “Ir a la cancha de Racing me hizo mucho más femenina, era un lugar tan masculino, tan lleno de testosterona, que mi reacción fue decir voy a ser más mujer”. Se maquillaba y se arreglaba para ir a la popular. “Tuvo mucha culpa de eso mi madre, que también hacía lo mismo -confiesa-. Fui educada por mi madre, que nunca me dejó usar mi género como una excusa para nada. Ni para hacer algo ni para no hacerlo”. Explica que su madre siempre fue a romper las reglas y a meterse en mundo que pertenecían a los hombres “y lo hizo siendo muy femenina, poniéndose maquillaje y tacos (tacones), y siempre me decía no hay que tener vergüenza de ser quien sos”.

“Mi madre nunca le tuvo miedo a nada”, cuenta. En la parte interior de su muñeca, Cogevina lleva un tatuaje donde se lee “sin miedo”. “A veces ser mujer es como si nacés con miedo, miedo de ocupar demasiado espacio, de decir o hacer cosas que no debería. El hilo que une a las mujeres en el fútbol es el miedo a cómo te vean, a lo que digan de ti”, explica Cogevina, que reivindica una mayor presencia de ejecutivas en este deporte.

Su madre fue una de las primeras pilotos comerciales en Latinoamérica. Creció entre los aviones de su padre. A los dieciocho años le dijo a su padre que quería ser piloto. Éste no se la tomó muy en serio. Ella logró convertirse en piloto en la mitad del tiempo que todos los hombres. Cuando obtuvo el título, volvió a plantarse ante su progenitor y le pidió un trabajo. Él le dijo no, que las mujeres no eran pilotos, que las mujeres se casaban casan y tenían hijos.

Entonces buscó trabajo en otras aerolíneas, pero su padre era muy poderoso y habló con todos los presidentes de las compañías aéreas del continente que, por el respeto que le tenían a Billy Reynal, no le dieron trabajo a su hija pese a ser la mejor de su promoción. Shalimar no se rindió y se fue a Francia y la contrataron en Air France pero conoció a su marido, que era el cónsul griego y no le permitieron ser piloto por ser la mujer de un diplomático. Ahora es piloto aficionada de aviones.

El caso de Sara Bjork

Recientemente la futbolista islandesa Sara Bjork denunció a su club, el Olympique de Lyon, ocho veces campeón de la Champions femenina, por dejar de pagarle cuando se quedó embarazada. El club la había amenazado con acabar con su carrera si llevaba el caso a la FIFA, pero ella no se dejó intimidar y denunció la situación a la FIFA, que le ha dado la razón y ha obligado al Lyon a pagarle todo lo que la adeudaba. Sin duda, esta resolución sentará un precedente.

“El fútbol femenino es algo muy nuevo y hay que pensar que una atleta mujer viene con un montón de cosas diferentes a los hombres como la capacidad de tener hijos, pero también con el período y cuestiones que los clubes no se habían planteado hasta hace poco -cuenta-. Somos diferentes y hay que entenderlo. No se trata de ser iguales que los hombres, sino de ser tratadas igual. Lo que es válido para los hombres no siempre lo es para las mujeres. Y en este sentido estamos al principio de todo. Estamos hablando de una baja de maternidad en el mundo del fútbol. Es increíble. Ahora están empezando a entender que deben crear un espacio en el que la mujer se sienta cómoda y no vaya a perder el trabajo por quedarse embarazada, que es lo que acabamos de conseguir en la sociedad después de mucha lucha y después de muchas Saras [Bjork]”.

Explica que el equipo nacional femenino de Estados Unidos hace años que trabaja teniendo en cuenta que, cuando tienen período, las futbolistas tienen más riesgo de lesionarse. Un estudio conjunto en Inglaterra de las universidades de Lincoln y Nottingham Trent y de la Federación Inglesa de fútbol concluye que una futbolista en la fase final del ciclo menstrual tiene el doble de riesgo de sufrir lesiones de músculos y tendones que otra en la fase inicial.

“Esto permitirá coleccionar más datos de mujeres atletas que les ayuden a comprender el cuerpo de la mujer -dice Cogevina-. Hasta ahora la industria de la salud y las farmacéuticas no ha intentado comprender qué le pasa a la mujer y darle soluciones”. Cogevina cree que cada vez más empresas de este sector van a entrar en el negocio de fútbol femenino. "Primero porque es una buena decisión de negocio "porque las mujeres somos la otra mitad del mundo" y, segundo, porque cuanta más información tengan del cuerpo de la mujer en temas hasta hace poco tabúes como la menstruación, mejores resultados deportivos y más dinero obtendrán.

La vuelta olímpica

En 2001 Racing de Avellaneda ganó su primera liga después de treinta y cinco años. Victoire, que entonces tenía diez años, no pudo asistir al partido decisivo con su hermano ante Vélez porque era demasiado peligroso para una niña. Pero Nicolás la fue a buscar a casa a las dos de la madrugada para festejar el título en el Obelisco y se colaron en el Cilindro, como se conocer el estadio de Racing, saltando la alambrada para dar la vuelta olímpica, que consistía en dar la vuelta al campo desde el césped andando de rodillas. Era y es un ritual común en Argentina, una vuelta eterna, como un acto religioso de feligreses dirigiéndose a la virgen. Eran las cuatro o las cinco de la madrugada. “Aún guardo un pedazo de pasto podrido de aquella noche en un táper”, recuerda Cogevina.

La felicidad que sintió aquella noche en el césped del Cilindro en comunión con su hermano y el resto de hinchas que también se colaron para dar la vuelta olímpica, solo la volvió a sentir en diciembre cuando Argentina se proclamó campeona del mundo en Qatar, donde estuvo con Nicolás. Cuenta que, unos días después de la final, su hermano entró en el estadio de Lusail para dar la vuelta olímpica y plantar las banderas de Racing y Atlanta, otro club que siguen.

Mi hermano es una persona muy leal, con muchas pasiones, es alguien que siempre está, divertido, inteligente, un cabeza dura como todos los hermanos de nuestra familia, gran padre y deportista”, cuenta. Cogevina, que tiene otras das hermanas, Tatiana y Juanita, explica que cuando empezó a trabajar en el mundo fútbol, la invitaban al palco de Racing. Desde entonces ve la primera parte desde el palco y a la media parte se quita los tacones y va a la popular para cantar, animar y celebrar el partido con todos los hinchas, ante la mirada perpleja de los ejecutivos que la acompañan.

Nacida para ser emprendedora

Toda su familia tenía un extraordinario respeto por el abuelo Billy por su altura física, su poder, su carisma y por su fuerte temperamento. Era una persona muy volátil, de mecha corta. “Le teníamos terror, especialmente los niños porque no le gustaban los niños”, recuerda. Pero cuando se hizo mayor, se ablandó un poco y Cogevina pudo conversar con él sobre su forma de hacer negocios y le pudo hacer preguntas que le servirían para empezar su carrera. Preguntas como cuán difícil era crear una empresa o cómo se levantaba de los fracasos. Porque tuvo muchos.

“Me dijo que no había que darse nunca de baja ni en los peores momentos -explica-. Decía que hay días malos y buenos en la vida, que todos llegan, que no se deben intentar controlar y que en los días malos hay que pensar en los buenos que vendrán”. También le contó que ser emprendedor era un camino muy solitario porque uno se enfrenta a problemas que nadie antes se había planteado. “Ser emprendedor es tener una visión y venderla, y si no tenés una pasión ciega, un total convencimiento, no podés convencer al resto de la gente”, reflexiona. Su abuelo falleció cuando ella tenía veinte años.

A los diecisiete años, en Buenos Aires, Cogevina ya tenía su propia empresa de fiestas llamada Headshot con ochenta empleados. Pero quiso seguir los pasos de su madre y de su abuela y se marchó a estudiar diseño de moda a Londres. Al terminar la carrera, trabajó durante unos años en las mejores revistas de moda del mundo como Tatlers, W Magazine y Net-A-Porter, en Londres y en Nueva York. Pero ella estaba acostumbrada a tener su propia empresa.

“Estudié moda porque mis padres querían que me sacara una carrera, pero si ahora pudiera volver atrás no habría estudiado porque me iba bárbaro como emprendedora desde muy joven y generaba plata -cuenta-. Mi instinto era el de emprender, e ir a la facultad rompió mi carrera, pero me permitió buscar otros trabajos y aprendí a ser empleado, que es muy importante si eres emprendedor”. Explica que, desde pequeñita, tenía claro que quería cambiar el mundo y ser madre. “Lo intenté en la moda, pero me di cuenta que había muchas mujeres fuertes con carreras muy largas a sus espaldas, así que cuando me ofreció mi madre trabajar con ella, no me lo pensé”.

La otra mitad del mundo

En 2014, Shalimar Reynal fundó SR All Stars, la empresa de representación de futbolistas, y se asoció con su hija, que entonces tenía 22 años. “A la semana supe que aquello (el fútbol) era a lo que quería dedicarme el resto de mi vida”, confiesa Cogevina. Sintió que podía cambiar el mundo del fútbol femenino y esta es su misión. Es también embajadora de ONU Mujeres para la igualdad de género. En 2017 fundó una aplicación que se llamaba Gloria que permitía a jugadores de todo el mundo subir los vídeos con sus aptitudes a los que tenían acceso los clubes, creando una amplia base de datos de futbolistas. Se trasladó a vivir a Silicon Valley, en San Francisco, para poder desarrollar la aplicación y conseguir inversores. Consiguió convencer a Alexis Ohanian, fundador de Reddit y marido de Serena Williams. El éxito de Gloria despertó el interés de OneFootball, que adquirió la aplicación el año pasado, convirtiendo a Cogevina en vicepresidenta de la compañía, encargada de promover el fútbol femenino.

“En los próximos años vamos a ver cada vez más campañas de cambio de percepción en las que el fútbol para las mujeres se va a convertir en algo totalmente cultural, en donde va a ser a algo canchero y cool (guay), una mujer yendo a la cancha va ser un signo de independencia, de igualdad de género, muy parecido a lo que sucedió con los cigarrillos”. Explica que en los años veinte estaba mal visto que una mujer fumara. Fumar era solo de hombres, pero se inició una campaña para cambiar esta percepción. Se asoció el tabaco a la independencia de la mujer y se convirtió, en pocos años, en la más grande industria del mundo porque atrajo a los consumidores femeninos, a los que Cogevina se refiere como "la otra mitad del mundo". Y esto es lo que están intentando hacer ahora, cambiar la percepción del fútbol femenino entre las mujeres.

El punto de inflexión será el mundial de Australia y Nueva Zelanda que se celebrará este verano. Ya se han vendido medio millón de entradas y las marcas están revaluando su inversión e incrementándola ante el crecimiento del último año con los récords de asistencia de los cuartos de Champions en el Camp Nou y de la final de la Eurocopa en Wembley. Para Cogevina, el fútbol femenino es un movimiento social, el más importante después del ‘Me too’, iniciado en 2017 y que denunciaba el acoso sexual. Pone como ejemplo el Angel City, el club de fútbol femenino creado solo por mujeres en Los Ángeles en 2020. Antes de jugar su primer partido ya habían vendido cincuenta millones de dólares en patrocinadores. En su primer partido llenaron el estadio. “El movimiento del fútbol femenino cruza todas las fronteras -dice-. Empezó en Estados Unidos en el Mundial de 1999, pero ya ha llegado a Japón, Brasil o Nepal, donde se han llenado estadios".

El fútbol del futuro

Ahora Cogevina está esperando su primer hijo, que será una niña, con su pareja, Philippe Souki, jugador de póker profesional, uno de los diez primeros del mundo. Le preguntamos cómo será ir a un estadio de fútbol para su hija cuando tenga la edad a la que ella empezó a ir al Cilindro y veía los partidos de pie entre las piernas de los hinchas. Explica que su hija podrá ir con su madre o con su abuela y que se va encontrar con estadios llenos de mujeres, con un ambiente muy amable. "Ponerse una camiseta será algo canchero (guay), algo que la empoderará en vez de encajarla en la categoría de marimacho, un signo de igualdad de género, de apoyo a la mujer", dice. Vaticina un cambio en el diseño de las camisetas y la entrada de diseñadores de alta costura como Gucci. “Esto puede atraer a las mujeres”, señala. Y explica con orgullo que el Racing de Avellaneda fue el primer equipo del mundo en diseñar una camiseta que permite a las madres poder amantar en público.

“Quiero ir a una cancha y que me den un latte con leche de almendra, o un cóctel, eso de emborracharse para ir a ver un partido de fútbol es algo de hombres”, dice. La mayor presencia de mujeres también obligará a cambiar la infraestructura de los estadios con espacios para dejar los cochecitos de los bebés y con guarderías donde dejar a los pequeños, unas guarderías que, dice, “podrían convertirse en una cantera de nuevos fans”.

 “Vamos a llegar a la igualdad porque las mujeres van a traer audiencias tan grandes como las de los hombres y cuando esto pase se generará un negocio y vendrán muchas cosas detrás”, asegura. Cree que esto sucederá dentro de dos o tres años, tras el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, que “va a cambiar la trayectoria de inversión”.

Cogevina cree que habrá un negocio para los hombres en el fútbol y otro para las mujeres y que no se mezclarán. “Espero que no (se mezclen) porque, si no, va a pasar lo que está pasando ahora, que el fútbol femenino es un producto para hombres, no para mujeres, y son la misma marca -dice-. A esto dedico todas las horas de mi día, a poder entender cómo vender fútbol a las mujeres”. Podría darse el caso en el futuro de que un aficionado solo consuma fútbol femenino de un equipo, no del masculino. Y esta generación nueva, a la que pertenecerá su hija, no conocerá otra realidad del fútbol que no sea esta.