La subida de los materiales y el atasco en los fondos europeos impiden el despegue de la construcción

  • El secretario general de la Confederación Nacional de la Construcción advierte del riesgo de que no se aprovechen las inversiones previstas en el Plan de Recuperación

  • La subida de los precios ha provocado que casi 2.000 obras públicas hayan quedado desiertas en el último año, por valor de 882 millones

  • La CNC había calculado que de ponerse en marcha todos los proyectos previstos, el sector crearía 700.000 nuevos empleos

El sector de la construcción debería estar viviendo un auténtico boom impulsado por las inversiones ligadas al Plan de Recuperación. No solo por los 6.820 millones que está previsto dedicar en exclusiva a la rehabilitación de viviendas y la regeneración urbana, sino porque gran parte de la totalidad de los fondos europeos está vinculada a actividades relacionadas con la construcción. “Aproximadamente el 70% de los fondos europeos afectan de forma directa o indirecta al sector. Esto es importantísimo si fuéramos capaces de invertirlos”, dice Mariano Sanz, secretario general de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC).

Pero en lugar del gran crecimiento de la actividad que el sector esperaba, con un fuerte incremento de obras y de empleo, lo que que se está produciendo en la actualidad es un mero mantenimiento que está muy lejos de las expectativas creadas.  

La combinación de dos circunstancias es la que está provocando esta situación: el aumento del precio de los materiales que ha provocado enormes sobrecostes inasumibles para las empresas y los cuellos de botella en la tramitación de los proyectos relacionados con el Plan de Recuperación.

Encarecimiento de las obras en un 22%

La subida de los precios de los materiales de construcción desde finales de 2020 se ha convertido en un enorme problema para el sector que ha acabado provocando que cuatro de cada diez empresas se hayan visto obligadas a paralizar sus obras, según un estudio realizado por la CNC con cerca de 300 compañías.

“Históricamente los precios de los materiales han sufrido variaciones muy pequeñas, pero a partir del último trimestre de 2020, empezaron a subir de forma significativa por culpa de la pandemia y los problemas de suministros. Teníamos la esperanza de que los problemas de desabastecimiento se fueran relajando y de que recuperaríamos los precios anteriores, pero no esperábamos la invasión rusa de Ucrania y las nuevas subidas que originó. Es a partir de ese momento cuando las empresas empiezan a desangrarse y se producen todas esas ralentizaciones y paralizaciones de obras”, explica Sanz.

Unas paralizaciones a las que hay que sumar las 1.939 obras públicas que han quedado desiertas en el último año por un importe cercano a los 883 millones de euros. “Todo ese dinero podría estar en ejecución y no lo está porque no ha habido nadie que haya estado interesado en contratar una obra a pérdidas”, señala.

Para intentar solventar este problema el Gobierno aprobó el pasado mes de marzo una norma para permitir una revisión de precios, atendiendo a las subidas que hubieran experimentado cuatro materiales de construcción. Pero la medida establecía unas condiciones (respecto a la duración de los proyectos, su periodo de inicio o su tipología) que, en la práctica, hacía que apenas el 5% de las obras pudieran acceder al sistema de revisión.

Ahora, el Ejecutivo acaba de ampliar el número de materiales incluidos en el cálculo de los sobrecostes, lo que permitirá, dicen desde CNC, que aumenten las obras que puedan revisar los precios hasta cerca del 20%. Aun así, consideran que estas medidas, que no incluyen el encarecimiento de la energía, son insuficientes.

“Todas las obras que estuvieron afectadas por la subida de los precios durante 2021 pero que finalizaron antes de que se aprobara el decreto el 1 de marzo de 2022 están excluidas. Así que se da la paradoja de que empresas que dieron la cara y decidieron acabar las obras a pesar de las pérdidas que estaban sufriendo no tienen derecho a esa revisión de precios; mientras que las que optaron por paralizarlas esperando una bajada de los precios si podrán beneficiarse”, señala Sanz.

Más allá de estas medidas, desde CNC se reclama que los proyectos que se saquen a licitación se presenten con los precios ya actualizados y no los que tenían cuando se redactaron, en algunos casos, hace bastantes años. “Hay una obra, un hospital, que salió a licitación por 35 millones de euros y quedó desierta. La volvieron a sacar a licitación por 62 millones y entonces sí que encontraron adjudicatario. Es por esto por lo que la gente no se presenta a las obras, a pesar de lo que duele y cuesta no hacerlo. En esos 882 millones de obras desiertas los contratistas decidieron no presentarse porque se iban a arruinar”.

El retraso en los fondos europeos

A los problemas de la subida de los precios justo cuando la actividad del sector tenía que estar despegando, gracias al despliegue de los fondos europeos, se ha sumado otro relacionado directamente con esas inversiones: el retraso en la tramitación de todos esos proyectos.

“Tenemos grandes problemas de ejecución de los fondos. No está llegando a las empresas toda la actividad que se supone que tenía que haber. De los 6.820 millones de euros para rehabilitación se han puesto en marcha muy poquitos, porque hay una serie de obstáculos relacionados con la concesión de licencias, con el proceso de información de las ventajas y trámites de las subvenciones”, explica el responsable de la patronal de la construcción.

Dice Sanz que a pesar de que el Ejecutivo va recibiendo el dinero y este se transfiere con cierta celeridad a comunidades autónomas y corporaciones locales, luego falta capacidad en esas administraciones para generar la actividad. “Es un sobreesfuerzo para el que no tienen suficiente infraestructura, y la que tienen no está habituada a esta gestión. Eso paraliza muchísimo las inversiones con el riesgo que tiene de que, al final, todas las inversiones que no se ejecuten se tendrán que devolver”.

Con todo, reconoce que, aun habiendo muchas sombras, también aparecen luces. Es el caso de la tramitación y ejecución de los fondos dedicados a infraestructuras ferroviarias, que sí se están materializando y que contribuye a que la actividad en el sector “esté bien”.

¿Oportunidad perdida?

Otra muestra de la enorme diferencia entre las expectativas del sector a mediados del pasado año y lo que está sucediendo actualmente se refleja en los datos de empleo.

“Nosotros estimábamos que tener marcha todo lo que estaba previsto, habría obligado a incorporar a 700.000 nuevos trabajadores y alcanzar la cifra de los dos millones de afiliados. Sin embargo, estamos moviéndonos en el mismo nivel con un pequeño crecimiento”, reconoce Sanz, que recuerda como el empleo se mantiene en niveles casi un millón por debajo de los 2,4 millones de trabajadores que llegó a alcanzar en 2008 antes del fin de la burbuja inmobiliaria.

A pesar de todo, se niega a considerar que todas estas dificultades echen por tierra una ocasión de oro para el sector. “No se ha perdido la oportunidad, aunque a este paso perderemos una parte de ella.  Estamos haciendo mucho menos de lo que podríamos y es una pena, pero estamos manteniéndonos”, lamenta señalando que esa tranquilidad no se esté repartiendo por igual entre las diferentes empresas y que haya muchas pymes que “están agonizando”.

Aun así, el responsable de la patronal que aglutina a la práctica totalidad del sector en nuestro país, concluye optimista: “Creo que aun podríamos estar a tiempo. La capacidad de improvisación que tenemos es fundamental y a ingenio no nos gana nadie”.