Tarjetas de crédito: cómo usarlas a tu favor y no caer en la trampa de los intereses

Tarjetas de crédito
Cómo usar las tarjetas de crédito para que no te cobren interesesPeter Dazeley
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MadridUtilizar una tarjeta de crédito no tiene por qué convertirse en una condena financiera. Al contrario: si se maneja con criterio y conocimiento, puede convertirse en una poderosa aliada para organizar el gasto, acceder a servicios y hasta beneficiarse de descuentos o recompensas. El problema, sin embargo, está en el desconocimiento o el uso despreocupado. 

Las cifras son elocuentes: en España, más del 35% de los usuarios de tarjetas no paga el total de su deuda cada mes, lo que implica asumir intereses que, en muchos casos, superan el 20% anual, especialmente en el caso de las temidas tarjetas 'revolving'.

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Uno de los errores más comunes es ignorar cómo funciona el período de gracia. Este margen de tiempo, que suele oscilar entre los 21 y los 30 días, permite abonar las compras sin pagar intereses. Si se salda la totalidad del gasto antes del cierre de ese ciclo, el uso de la tarjeta resulta gratuito. 

Aplazar los pagos no siempre ayuda

El problema aparece cuando se opta por fraccionar los pagos o se deja pasar el plazo sin cubrir el saldo: ahí entran en juego los tipos de interés, y en ocasiones también comisiones ocultas que elevan considerablemente la deuda. La clave es clara: no utilizar la tarjeta como una extensión del sueldo, sino como un método de pago eficiente que debe estar respaldado por nuestra capacidad real de asumir el gasto.

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La trampa más peligrosa para muchos consumidores son las tarjetas 'revolving', que fraccionan automáticamente todos los pagos y aplican intereses mensuales que pueden derivar en deudas acumulativas y difíciles de liquidar. Organizaciones como la OCU llevan años denunciando la falta de transparencia de este producto, y el propio Tribunal Supremo ha emitido sentencias señalando su carácter usurario en algunos casos. 

En 2023, el Banco de España reforzó los mecanismos de control y exigió a las entidades una mayor claridad en las condiciones contractuales. Aun así, miles de consumidores siguen atrapados en este tipo de crédito sin entender cómo su deuda apenas disminuye pese a pagar mensualmente.

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Frente a esto, los expertos en salud financiera coinciden en que el mejor antídoto es la prevención. No basta con pagar el mínimo mensual: hay que tratar de abonar siempre el total del gasto o, al menos, una parte sustancial que permita reducir el saldo pendiente de forma efectiva. 

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En paralelo, es fundamental mantener un nivel de utilización que se sitúe por debajo del 30% del límite disponible. Esto no solo reduce el riesgo de endeudamiento, sino que además protege el historial crediticio, un elemento cada vez más relevante en operaciones como la solicitud de préstamos, hipotecas o incluso la firma de contratos de alquiler.

Hay quien asocia el uso responsable de la tarjeta con una vida gris y restrictiva, pero no tiene por qué ser así. Existen muchas formas de sacar partido a estos productos sin incurrir en riesgos innecesarios. Las tarjetas con programas de fidelización, cashback o acumulación de puntos pueden suponer un ahorro notable si se utilizan para gastos habituales y siempre se salda el importe total a final de mes. El problema no es la recompensa, sino usarla como excusa para gastar más. La diferencia entre un usuario prudente y uno imprudente suele estar en ese matiz.

Los anticipos en efectivo, por otro lado, son una de las prácticas más desaconsejadas. Retirar dinero de un cajero con la tarjeta de crédito implica comisiones inmediatas y la pérdida del período de gracia. Es, en esencia, como pedir un préstamo exprés con uno de los intereses más altos del mercado. Si se necesita liquidez, siempre será preferible buscar otras vías más asequibles, como una transferencia desde una cuenta con ahorro o un micropréstamo con mejores condiciones.

Otro aspecto clave en la gestión de una tarjeta de crédito es la revisión periódica de los movimientos. Detectar a tiempo errores, fraudes o cargos indebidos puede evitar disgustos mayores. La digitalización bancaria ha facilitado esta tarea gracias a las notificaciones móviles y el acceso en tiempo real a los estados de cuenta. No obstante, la responsabilidad última sigue siendo del usuario, que debe asumir un rol activo en la vigilancia de su salud financiera.

Por último, conviene recordar que la relación con la entidad emisora no es inamovible. Si se tiene un historial de pagos positivo, es posible negociar una rebaja del tipo de interés o condiciones más favorables. También puede ser interesante explorar la opción de transferir el saldo a una tarjeta con tipo promocional del 0% durante los primeros meses, aunque siempre hay que leer la letra pequeña y tener claro cuándo y cómo se activarán los intereses.

En definitiva, una tarjeta de crédito puede ser una herramienta eficaz o una trampa costosa, dependiendo exclusivamente del uso que se le dé. Saber cómo funciona, conocer sus límites y actuar con sentido común son los mejores seguros frente al endeudamiento. No se trata de renunciar a ella, sino de comprender que, como cualquier instrumento financiero, exige responsabilidad, información y una estrategia clara para estar al servicio del usuario, y no al revés.