Cómo ayudar a los hijos con las tareas escolares sin hacerlas por ellos: consejos prácticos
Los padres deben ayudar en las tareas guiando y motivando, sin asumir el papel de los docentes ni resolver los deberes por sus hijos
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MadridAcompañar a los hijos en su vida académica se ha convertido en uno de los mayores retos para las familias. Las tareas escolares, que en un principio están pensadas para reforzar lo aprendido en clase y fomentar la autonomía del niño, se convierten en una fuente de tensiones para los padres. Muchos se preguntan hasta qué punto deberían implicarse sin caer en el error de hacer ellos los deberes destinados a sus hijos.
Expertos en pedagogía y psicología educativa coinciden en una premisa fundamental: el objetivo de los deberes no es que los padres sean profesores particulares, deben adoptar el rol de facilitadores del proceso de aprendizaje. Esto quiere decir que los padres pueden ayudar a sus hijos con los deberes siendo los responsables de crear un entorno adecuado, establecer rutinas, motivar y ofrecer apoyo emocional pero dejando que sea el niño o adolescente siempre el protagonista de su propio aprendizaje.
Qué papel tiene la familia en el éxito escolar
La implicación familiar es uno de los factores que más influencia tiene en el éxito escolar de los menores. Sin embargo, esta implicación debe ser equilibrada y respetuosa con la autonomía del estudiante.
Los padres deben ser conscientes de que si hacen los deberes de sus hijos por ellos, no les están ayudando. Están haciendo lo contrario. Están privándolos de una oportunidad para poder aprender, equivocarse y superarse. Los niños que consiguen desarrollar hábitos de estudio autónomos desde pequeños suelen ser más organizados, persistentes y seguros de sí mismo en etapas posteriores. Por esto, el apoyo familiar debe centrarse en guiar, observar y motivar.
Claves para ayudar sin intervenir en exceso
Para acompañar a los hijos en sus tareas escolares sin terminar haciéndolas por ellos, se necesita un equilibrio que no siempre resulta fácil. Es cierto que muchos padres, con la mejor de las intenciones, tienden a resolver los problemas de sus hijos para evitar que se frustren o ahorrar tiempo. No obstante, expertos en pedagogía y psicología infantil coinciden en que esta actitud puede ser totalmente contraproducente, ya que impide que los niños desarrollen autonomía, tolerancia a la frustración y pensamiento crítico. ¿Qué se debe hacer entonces? A continuación, dejamos algunas claves para ayudar de manera eficaz sin caer en la sobreprotección:
- Establecer un entorno adecuado: antes de empezar, se debe asegurar de que el espacio de estudio es tranquilo, ordenado y libre de distracciones. La iluminación debe ser suficiente y los materiales escolares deben estar colocados de manera accesible. Este entorno va a favorecer la concentración y transmitir el mensaje de que las tareas escolares son una actividad importante.
- Fomentar la organización y planificación: ayudar a tu hijo a organizar sus tareas y a distribuir el tiempo de manera equilibrada es fundamental. Se puede utilizar una agenda o un calendario visual para que se pueda ver de manera clara qué se debe hacer cada día. Enseñarle a priorizar y planificar no solo va a mejorar el rendimiento escolar, sino que también va a desarrollar habilidades para toda la vida.
- Hacer preguntas en lugar de dar respuestas: en vez de resolver directamente un problema o corregir un error, lo adecuado es plantear preguntas que orienten el pensamiento del niño. Por ejemplo, si no sabe cómo comenzar una redacción se puede hacer la siguiente pregunta: “¿Sobre qué tema te gustaría escribir?” o “¿Qué idea quieres transmitir primero?”. Gracias a este enfoque el niño puede reflexionar y puede aprender de manera activa.
- Reforzar el esfuerzo, no solo el resultado: los padres deben valorar la constancia, el intento y la mejora, más allá de si la tarea es perfecta. Algunas frases como “veo que has dedicado mucho tiempo a resolver este ejercicio” o “has buscado varias formas de solucionarlo” refuerzan su autoestima y le motivan a seguir aprendiendo por iniciativa propia.
- Permitir que se equivoquen: los padres también deben integrar que los errores son parte del aprendizaje. Teniendo esto en cuenta, se debe evitar corregir todas las respuestas o, incluso, reescribir sus trabajos. Si entregan una tarea con fallos, el docente podrá identificar qué es lo que necesitan reforzar. Además, se debe aprender a aceptar el error como parte del proceso. Esto fomenta la resiliencia y la capacidad de superación.
- Ser constante, pero no invasivo: acompañar a los hijos en el hábito de estudio, sobre todo cuando aún son pequeños es esencial. Pero, se debe evitar estar presente todo el tiempo. Un seguimiento breve al comienzo y al final puede ser suficiente para que se sientan apoyados sin que tengan que depender de los padres para completar esta tarea.
- Adaptar la ayuda a la edad que tengan: a medida que los niños crecen, necesitan tener más autonomía. Mientras que un niño de 6 años puede necesitar una mayor presencia y orientación por parte de los padres, un adolescente debería poder trabajar con independencia. Ofrecer el nivel de apoyo adecuado para cada etapa favorece a su maduración y responsabilidad.
- Trabajar la motivación intrínseca: los padres deben intentar que el niño comprenda el valor de aprender por sí mismos. En lugar de motivar únicamente con castigos o premios, se aconseja conectar los contenidos de las tareas con sus intereses, su vida cotidiana o sus metas personales. De esta manera, el aprendizaje se vuelve mucho más significativo y duradero.