Educación

Cuántas horas debe estudiar un niño según su edad: orientaciones realistas y lo que dicen los estudios

Los expertos recomiendan adaptar el tiempo de estudio a la edad del niño
Los expertos recomiendan adaptar el tiempo de estudio a la edad del niño. Freepik
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MadridEl rendimiento académico se empieza a valorar cada vez más pronto, por eso es comprensible que las familias se pregunten cuántas horas deberían estudiar los niños dependiendo de la edad que tengan, para poder ofrecerles una rutina de estudio eficaz. Aunque, en esta preocupación hay un error muy frecuente: pensar que más horas equivale a un mejor resultado.

La realidad es que cada niño tiene su propio ritmo, tiene una capacidad de concentración distinta y también unas circunstancias personales y familiares que pueden influir en su rendimiento escolar. Asimismo, el tiempo de estudio no puede verse de manera aislada, debe estar equilibrado con horas de sueño reparador, juego libre, actividad física, relaciones sociales y momentos de desconexión.

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De 3 a 6 años: aprendizaje a través del juego

Durante esta etapa, el aprendizaje formal debe ser mínimo. Muchos estudios como los del Instituto de la Primera Infancia y de la Universidad de Harvard, coinciden en que el desarrollo cognitivo y emocional se potencia a través del juego libre, la exploración sensorial y la interacción social. Por esto, no se recomienda imponer tiempos de estudio estructurado fuera del aula, excepto en casos muy puntuales y de manera lúdica.

En estas edades lo más aconsejable es fomentar la curiosidad natural del niño, estimular el lenguaje con lecturas compartidas y permitir espacios para la creatividad. Si hay que introducir algún hábito de concentración, con 10-15 minutos al día sería suficiente de actividades tranquilas como puzzles, cuentos o juegos de lógica adaptados a su edad.

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De 6 a 12 años: crear hábitos sin sobrecargar

A partir de los 6 años es cuando se debería empezar a construir la base del hábito de estudio. Según los expertos, no debería dedicarse más de 30 a 60 minutos al día al trabajo escolar en casa, dependiendo del curso. Una buena regla orientativa sería entre 10 y 15 minutos por año de edad.

En estos cursos, lo esencial es que los niños comiencen a identificar un horario regular para concentrarse, siempre en un ambiente tranquilo y sin pantallas. El objetivo es ayudarles a desarrollar su autonomía, comprensión lectora, organización y capacidad de esfuerzo. La cantidad de tareas que puedan realizar en esa cantidad de tiempo es menos relevante. También es fundamental que el tiempo libre, el juego y el deporte no se vean desplazados por los deberes.

De 12 a 16 años: más autonomía y exigencia

Durante la ESO, la carga académica aumenta de manera considerable y con ella, el nivel de exigencia. Las recomendaciones más habituales apuntan a que se debe dedicar entre 1 y 2 horas al día al estudio, aunque esto siempre puede cambiar en función del ritmo del alumno, los exámenes o las materias pendientes.

Los adolescentes necesitan aprender estrategias de planificación, técnicas de memorización y habilidades para organizar tareas a medio y largo plazo. No se trata simplemente de estar horas delante del libro: el estudio debe ser eficaz. Los alumnos también deben entender y tener en cuenta los ciclos de atención, organizando sesiones de estudio de 25 a 30 minutos con pequeños descansos entre ellas para poder mantener la concentración.

Bachillerato: concentración y preparación a largo plazo

En Bachillerato, sobre todo en el segundo curso, los estudiantes deben prepararse para pruebas importantes como la PAU. Es habitual que se dediquen entre 2 y 3 horas diarias al estudio en casa, aunque este tiempo siempre puede aumentarse durante las épocas de exámenes. Se trata de una etapa en la que la gestión emocional y el estrés pueden jugar un papel fundamental.

Los expertos recomiendan organizar el tiempo con antelación y evitar sesiones maratonianas que solo pueden generar fatiga mental. Lo ideal es mantener descansos activos, dormir al menos 8 horas y no descuidar la vida social. Además, tener un buen ambiente familiar que preste su apoyo, con expectativas razonables y refuerzo positivo es esencial para que esa motivación se sostenga.

Otros factores que hay que tener en cuenta más allá de la edad

La edad es un criterio muy útil, pero no tiene por qué ser el único. El rendimiento escolar también está muy condicionado por la personalidad del niño, la capacidad que tenga para concentrarse, el entorno familiar, el tipo de colegio al que asista y la metodología pedagógica. Un niño que tenga dificultades de atención va a necesitar sesiones más cortas, mientras que otro que sea más autónomo va a poder asumir más tiempo sin problema.

También hay que tener en cuenta que la calidad del estudio es mucho más importante que la cantidad. No es igual estar una hora distraído que media hora bien enfocado. Por esto, algunas herramientas como el método Pomodoro, la planificación semanal o las agendas visuales pueden ser mucho más eficaces que sencillamente aumentar el número de horas. Cada familia debe adaptar las rutinas a la realidad del niño, siempre buscando el equilibrio entre estudio y bienestar.