Cómo detectar y prevenir el agotamiento académico en estudiantes pre y universitarios

El estrés, la presión de exámenes finales o pruebas importantes y no tener tiempo de ocio puede hacer que el estudiante termine agotado mentalmente
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MadridEn la recta final del curso, con exámenes finales, entregas de trabajos y decisiones clave sobre el futuro, muchos estudiantes de Bachillerato y universitarios experimentan un nivel de presión que puede ser complicado de manejar. El agotamiento académico o burnout estudiantil se ha convertido en una preocupación creciente para familias, docentes y profesionales de la salud mental. No se trata de estar cansado después de estar una noche sin dormir por estudiar o de estar nervioso antes de un examen importante. Es una acumulación progresiva de estrés, exigencia y emociones que puede comprometer tanto el bienestar como el rendimiento académico de los jóvenes.
El burnout académico afecta a un porcentaje elevado de la población estudiantil española y también de otros países. Afecta, sobre todo, en etapas muy exigentes como Bachillerato o los primeros años de universidad. La presión por sacar buenas notas, cumplir con múltiples responsabilidades académicas o compaginar estudios con trabajos a tiempo parcial.
¿Qué es el burnout académico y cómo reconocerlo?
El burnout académico o agotamiento académico es un estado de desgaste físico, mental y emocional provocado por una carga excesiva y prolongada de exigencias relacionadas con los estudios. El término “burnout” surgió en el entorno laboral, pero muchos expertos también lo aplican al contexto educativo, sobre todo en adolescentes y jóvenes universitarios que se enfrentan a niveles altos de estrés.
Este agotamiento no aparece de forma repentina, se va desarrollando progresivamente y puede pasar desapercibido en sus primeras fases. Suele empezar con una sensación constante de cansancio y falta de motivación, hay dificultad para concentrarse, frustración ante los resultados e incluso, puede hacer una actitud indiferente hacia las asignaturas o el entorno educativo, lo que provoca una disminución de su rendimiento académico.
En muchas ocasiones, se produce una desconexión de los compañeros, familia y profesores, se experimenta irritabilidad, ansiedad o tristeza y hay problemas de sueño, alimentación e, incluso, dolores físicos sin causa médica aparente.
Reconocer estas señales es fundamental para poder actuar a tiempo. Este agotamiento no es simplemente pereza o un estrés pasajero. Se trata de un trastorno que puede afectar gravemente la salud mental y emocional si no se detecta y se aborda de manera adecuada. Por esto, los psicólogos educativos recomiendan observar cualquier cambio de conducta o emociones del estudiante, además de su rendimiento académico.
Estrategias para prevenir el agotamiento académico
Para prevenir el burnout académico se necesita una buena planificación, buenos hábitos tanto de estudio como de vida, entornos que apoyen en momentos de estrés y herramientas que puedan ayudar a gestionar la presión de la mejor manera posible. Aunque no siempre es posible eliminar el estrés por completo, sobre todo cuando se trata de etapas exigentes como exámenes finales o la PAU, sí que es posible gestionarlo de una manera más eficaz y evitar que pueda convertirse en agotamiento crónico. Estas son algunas de las herramientas que puedan ayudar con ello:
Planificación realista y gestión del tiempo
Una de las principales causas del agotamiento académico es la acumulación de tareas y el estudio de última hora. Para evitarlo, es esencial establecer una rutina de estudio que sea organizada, pero sobre todo, realista. No se puede olvidar incluir descansos programados para poder mantener la motivación y reducir el estrés.
Además, es esencial reservar tiempo para actividades no académicas, como ocio, deporte o relaciones sociales. Una agenda equilibrada favorece el rendimiento a largo plazo.
Fomentar el descanso de calidad
Si se duerme de manera habitual menos de 7 horas, puede afectar negativamente a la memoria, la concentración, y la capacidad de gestionar el estrés. Muchos estudiantes piensan que es una buena idea compensar la falta de estudio con noches en vela, pero solo sirve para acumular fatiga.
Mantener una alimentación equilibrada
Abusar de ultraprocesados por ir más rápido o estudiar sin haber comido correctamente, puede provocar bajones de energía, cambios de humor y mayor dificultad para concentrarse. Algunos alimentos pueden favorecer la actividad cerebral como el pescado azul o los frutos secos.
No hay que olvidarse de mantener una correcta hidratación, pero siempre es mejor escoger agua, infusiones o caldos en vez de refrescos azucarados.
Hacer ejercicio físico de forma regular
El ejercicio es uno de los antídotos más eficaces contra el estrés y el agotamiento mental. Muchos estudios han demostrado que la actividad física regular mejora la capacidad de concentración, la calidad del sueño y el estado de ánimo. Con 30 minutos al día ya sería suficiente para poder notar sus efectos positivos.
Pedir ayuda cuando se necesite
No pedir ayuda es uno de los errores más habituales. Reconocer que uno se siente desbordado y buscar apoyo, es un signo de madurez, no de debilidad. Recurrir a compañeros, profesores o familia puede ayudar mucho.
Cultivar espacios de desconexión y bienestar
Estudiar durante semanas sin parar, sin darse tiempo para hacer otras actividades, termina agotando. El cerebro necesita momentos de desconexión para procesar lo aprendido y recuperar energía. Debido a esto, se recomienda reservar un tiempo para aficiones, disfrutar del contacto con la naturaleza o practicar técnicas de relajación para desconectar.