Vuelta al cole

Neus Moya, podóloga infantil: "En la escuela infantil los niños deben ir descalzos o con calcetín antideslizante"

Neus Moya Arasa, podóloga infantil
Neus Moya, podóloga infantil. Juan Segovia
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Según un informe de la OCU en 2024, el gasto medio de las familias en la vuelta al colegio es de 2.588 euros por hijo el próximo curso escolar, un 13% más que en 2023. Esto incluye material escolar, ropa, colegio, extraescolares, pero también calzado. Nos fijamos mucho en cómo han de ir vestidos y en qué mochilas deben llevar para proteger sus espaldas, pero poco sobre cómo deben ir calzados, ya que la salud de los pies es tanto o más importante que el resto.

Consultamos cómo deben ser los zapatos de cero a 6 años con una de las expertas más reconocidas de España, la podóloga infantil Neus Moya. ¿Cómo deben ser los zapatos de los pequeños que empiezan en la escuela infantil y cómo debe ser el calzado de los que ya van al colegio. Estas son sus respuestas a la web de Informativos Telecinco.

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Pregunta: ¿Qué es aquello que tenemos que tener en cuenta para saber si nuestros hijos tienen los pies sanos? ¿Hay algún indicador?

Respuesta: A nivel no profesional, lo que nos indica si un pie sano está sano es la sintomatología. Si en adultos se reduce el dolor, en niños no, pueden ser dolor o molestias de forma recurrente, y que no cedan con el tiempo. Se considera alarmante cuando se caen con frecuencia, más de cinco veces al día cada día, tropiezos frecuentes que hacen que el niño deje de hacer cosas. Cansancio anormal, por ejemplo, un niño que se cansa enseguida cuando va a caminar; cuando van a hacer una excursión en el colegio y está con sus amigos y se cansa rápidamente. Esto habría que valorarse. Hay muchos otros indicadores que no se pueden valorar, por eso, recomendamos acudir a un buen podólogo infantil y hacer una revisión para comprobar que el pie pertenece morfológicamente a la edad del niño.

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P: ¿Por qué?

R: Porque, por ejemplo, hasta los seis años de edad el niño tiene el pie plano. Puede tener puente cuando está sentado, pero cuando se pone de pie se desparrama, eso es muy normal y es debido a un proceso evolutivo y fisiológico. Y entre los 6 y los 8 años, el puente debe ir aumentando. Lo que buscamos los podólogos es la funcionalidad de este pie: y esta funcionalidad se sabe mediante unos test que valoran si el pie durante la marcha funciona como debería. El más conocido o popular, que los padres pueden realizar en casa, es pedirle al niño que se ponga de puntillas, si cuando se pone de puntillas aparece arco en el pie quiere decir que este pie tiene una parte de funcionalidad; aunque insisto en que debe ser un podólogo quien haga una valoración, no solo del pie, sino de la extremidad inferior. 

También a nivel de padres y madres se puede observar la asimetría en las dos extremidades. Debe llamarnos la atención cuando hay un pie con más puente que otro, o cuando un pie cae más que otro; también la deformidad. Un niño no tiene que tener ningún indicio de juanete, ni dedos en garra, ni deformidades digitales, es decir, un dedito encima de otro… Y luego, la parte de piel y uñas. Las uñas en un niño deben ser lisas, finas, sin manchas, ni grosores extraños. Tampoco deben tener durezas, tenerla es indicativo de que el apoyo es incorrecto y debe tratarlo un profesional de la salud. 

P: ¿Cómo podemos saber si el calzado que llevan, sobre todo los más pequeños, le hace bien o no al pie?

R: Por una parte, los defensores del calzado respetuoso, defendemos que el niño tenga que utilizar un zapato con el que camine igual que si fuera descalzo. La evidencia científica dice que cualquier zapato va a alterar la marcha del niño, porque la suela es una barrera entre el suelo y el pie, y como barrera que es, junto con la parte de arriba del zapato, va a alterar la marcha en algún momento. Lo que tenemos que hacer es utilizar zapatos suficientemente respetuosos para que no provoquen alteraciones en la marcha del niño. Por ejemplo, la suela tiene que ser fina de 4 mm, tiene que ser muy flexible para permitir el movimiento del pie, torsionable, y tiene que tener una puntera muy amplia que permita el movimiento de los dedos y la parte trasera no debe tener contrafuerte. Si cumple estas características nos aseguramos que no va a influir negativamente en la marcha del niño. Tampoco queremos aquellos zapatos que aseguran que el niño caminará mejor, caminará antes, etc. 

P: ¿Cuáles son las señales de alarma de que un zapato puede estar causándole daño a un niño?

R: Pues, por ejemplo, que cuando se los pongamos se queje de dolor. Hay un estudio que se hizo en todos los grupos de edades para saber la causa de dolor más frecuente, y en todos los grupos, era el calzado. También pueden verse cambios a la hora de caminar, si el niño camina con las puntas de los pies hacia dentro, eso quiere decir que el zapato está alterando la forma de caminar, y no va bien. Tampoco debe dejar marcas, en bebés lo más frecuente que veo son marcas importantes, y hasta pequeños rasguños en la zona del empeine. Es un bebé y no se suele quejar de dolor, por eso es importante que no dejen marcas porque seguro que le está causando daño. 

P: ¿Qué tipo de calzado recomiendas para la escuela infantil? 

R: Siempre defiendo que la escuela infantil debería ser, a todos los efectos no solo de zapatos, sino en general, como una extensión del comedor de nuestra casa. Defendemos que en casa estén el máximo tiempo descalzos para permitir el estímulo de los mecanorreceptores del pie. Sabemos que los niños tienen el doble de sensibilidad exteroceptiva en los pies que en las manos, eso quiere decir que reciben el doble de información por los pies, además que vayan descalzos les ayuda a integrar el reflejo plantar, que luego permite que el niño se ponga de pie y empiece la marcha. Es muy importante que vaya descalzo, y muchas veces nos encontramos que los niños van con zapatos en la escuela infantil durante todo el día, y, además, son zapatos que no son respetuosos. Son suelas gruesas, rígidas, punteras estrechas… Si ya son malos de por sí, imaginémonos en un niño que se pasa ocho horas en una escuela infantil y al salir sigue llevando los zapatos. Mejor nada, y como mucho, calcetines antideslizantes o una especie de zapato que no es un zapato corriente, sino que tiene una suela de silicona con el upper de calcetín. 

P: ¿Qué pasa cuando salen al patio?

R: Si es un entorno controlado, también defendemos que vayan descalzos, porque allí lo que tenemos es un terreno irregular lleno de estímulos, que es mucho más enriquecedor en un pie y que puede ser terapéutico en un pie patológico. Pero es verdad que muchas escuelas infantiles, al estar sobrepasadas, no pueden estar lavando los pies constantemente, en ese caso, podemos poner un zapato de protección que debe cumplir las características del zapato respetuoso: fino, flexible y con la puntera muy amplia. 

P: ¿Cuánto se deberían gastar de media los padres en el comienzo del colegio? 

R: No es tanto la cantidad, sino la cantidad de zapatos que deberíamos tener por niño. Si la situación económica lo permite, podemos tener los que queramos, pero si no es posible, yo siempre recomiendo tener un zapato respetuoso de gran calidad, que resista, que sea de materiales transpirable, que permitan aguantar todo el trote; y luego un zapato alternativo, comprar un zapato de una gama inferior. Es decir, cumplir con las características de zapato respetuoso pero quizá con una calidad de materiales inferior o que sean de grandes cadenas que suelen ofrecer zapatos más asequibles. Así podemos tener otros de recambio. Si el niño realiza alguna actividad específica, vamos a necesitar calzado para esta actividad. Si, por ejemplo, hace atletismo, necesitará una zapatilla para atletismo, pero no la puede llevar todo el día en el aula, lo mismo con fútbol, básquet, etc. 

P: ¿Qué estilo de zapatos deberían comprar?

R: Pues más que el tipo de zapatos que deberían llevar por edades, deberíamos hablar del tipo de zapatos que deberían llevar según el momento de desarrollo. Por ejemplo, no es lo mismo un niño que empieza a caminar a los nueve meses que un niño que empieza a caminar a los 17 meses porque estos dos niños a los 20 meses no van a tener nada que ver. Partiendo de esta base, vamos a ir viendo por el desarrollo. En primer lugar, tenemos el niño preandante, por definición no debe llevar zapatos porque no camina. El zapato es un elemento de protección frente a agentes externos. Cuando ya se pone de pie, y hace desplazamientos, aquí tampoco es necesario que lleve zapatos pero sí que puede pasar que vayamos a dar una vuelta y el suelo donde vayamos esté pavimentado o esté frío, en ese caso se puede hacer daño, entonces sí que podemos poner un zapato para que camine. Sabemos que un niño camina cuando es capaz de dar 10 pasos por sí solo sin caerse. En este periodo los requerimientos de zapatos son mínimos, pueden ser calcetines antideslizantes, suelas de silicona con el upper calcetín, tipo attipas, shuus, etc. 

P: Y ¿qué ocurre cuando ya caminan?

R: Si lleva seis meses caminando y adquiere la marcha, aquí es cuando las necesidades del zapato cambian. El niño debe poder desarrollar su actividad sin que el zapato interfiera o la modifique, pero que tenga cierta protección. Eso es una suela de un grosor entre 3 y 4 mm, la puntera debe ser amplia, regulable y la parte del contrafuerte debe ser inexistente, y la suela debe ser flexible y torsionable. Este zapato es el que debe llevar hasta la edad adulta si quiere. A los cuatro años, eso sí, empieza la fase de la maduración de la marcha.

P: ¿Qué diferencias hay?

R: Pues que en la fase de adquisición de la marcha, la marcha evoluciona igual que evoluciona el habla, hasta los 4 años vienen dadas por la maduración del sistema nervioso central. Es muy importante aquí que el niño reciba todo el estímulo del suelo. A partir de los 4 años ya están hechos, la marcha madura pero, sobre todo, el crecimiento y la longitud de las extremidades del niño. Aunque el estímulo es importante, ya no importa tanto que el grosor de la suela sea mayor. El zapato debe ser igual, pero si la suela mide 8 mm, no pasa nada.