Cada vez más niños sufren TCA: "Un factor de riesgo es restringir algún alimento o empezar dieta"
Se conmemora el Día Internacional de la lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), una lucha que ahora pone el foco en los más pequeños
Cuando sobrevives a un infierno con la comida: "Los niños no deben comer con restricciones innecesarias"
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se han convertido en un desafío de proporciones pandémicas: se estima que en torno a un 8% de la población (casi una de cada diez personas) desarrollará una TCA a lo largo de su vida, con especial incidencia entre las mujeres jóvenes. Pero, contrariamente a lo que se suele creer, trastornos como la anorexia o la bulimia, por citar los más conocidos, no son tan solo un problema relacionado con nuestros cuerpos y la comida. Son también el resultado de nuestros estilos de vida, de la presión por la imagen corporal y de la ubicuidad de unos ideales de belleza cada vez más inverosímiles, que las redes y las pantallas han contribuido a agravar.
Solo en el Hospital Niño Jesús de Madrid, el número de hospitalizaciones de menores de 12 años ha crecido un 22% el último año, y el 20% de estos casos suelen cronificarse si no se tratan a tiempo. Al tratarse de jóvenes, a veces lo hacen en secreto y los padres tardan en darse cuenta. En su libro 'Entender los trastornos alimentarios' (editorial Shackelton), el psicólogo Marc Ruiz de Minteguía aborda algunos casos que reflejan precisamente esta problemática, la que afecta a los más jóvenes.
¿Cómo se puede ayudarles a que tengan una mejor relación con su corporalidad? El psicólogo bilbaíno, con 15 años de experiencia, y colaborador en la Asociación contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria de Bizkaia, nos da tres claves sencillas que funcionan: "Un factor de riesgo para sufrir un TCA es restringir algún alimento o empezar una dieta. Así que diría que procuremos no hablar de dietas delante de ellos. Orientar la alimentación sin plantear falsas dicotomías de alimentos buenos y malos, así como no valorar cuerpos propios ni ajenos, ni en positivo ni en negativo. Y si aparecen señales de alarma, pedir ayuda pronto, cuanto antes mejor. El pronóstico es mejor si solicitamos ayuda lo antes posible", explica la web de Informativos Telecinco.
Insatisfacción corporal y cánones de belleza exigentes
La explicación de por qué cada vez hay más jóvenes con este tipo de trastornos podría estar en el consumo de imágenes irreales en las redes sociales. "Confundimos salud con delgadez, y asociamos a su vez esa delgadez o una determinada estética al éxito. Y mantenernos en esa eterna insatisfacción enriquece más aún a una industria multimillonaria que vive de hacernos sentir que nunca estamos suficiente bien. La insatisfacción corporal es un fenómeno social muy bien alimentado. Es la norma", sugiere.
Como advierten los estudios y expertos, los TCA afectan más a mujeres que hombres, especialmente los ligados a la restricción como la anorexia y la bulimia. "En hombres también existen, sobre todo los relacionados con la sobreingesta o con la búsqueda excesiva de musculatura, pero muchos casos pasan desapercibidos por el estigma o por falta de herramientas diagnósticas adaptadas".
La explicación no es biológica, sino cultural. Desde edades muy tempranas, a las mujeres se las presiona para ser delgadas y a los hombres para ser fuertes o grandes. Es decir, cambia el ideal corporal, pero al final el mecanismo es el mismo, un bombardeo de presión estética que afecta a la relación con el cuerpo. Y añade, el experto: "Además, algunos colectivos, como las personas trans, muestran una mayor vulnerabilidad debido al estigma y a la presión sobre el cuerpo que reciben desde fuera. Todo esto pone de manifiesto una vez más que los trastornos alimentarios no dependen sólo del individuo, sino del contexto sociocultural en el que crece".
El trastorno de conducta alimentario no es solo un problema con la comida
¿Cuándo y cómo se desencadena un TCA? Lo cierto es que es una suma de varios factores, que pueden desde un simple comentario de alguien sobre nuestro físico, a estrés, bullying, un cambio vital importante, problemas personales o laborales, etc. Lo que sí que se puede apreciar es que la persona experimenta cambios bruscos de peso, se obsesiona por determinados alimentos, come a escondidas, evita comidas sociales, hace ejercicio de forma compulsiva, se aísla... Pero, como vemos, no siempre hay un problema de origen con la comida. "Podemos encontrarnos historias de sufrimiento humano muy duras y diversas. La explicación de estos problemas es multicausal. Hay dificultades para regularse emocionalmente y mucho dolor e inseguridad. La historia de aprendizaje, el contexto social, factores culturales... todo puede convertirse en caldo de cultivo", expresa en una entrevista a la web de Informativos Telecinco, el psicólogo Marc Ruiz de Minteguía.
En los TCA asociados a la restricción, como la anorexia, el objetivo de la persona es reducir la ingesta, controlar, adelgazar ininterrumpidamente a cualquier precio, mientras que en los que giran en torno a la sobreingesta, como el trastorno por atracón, lo que domina son episodios de pérdida de control en forma de atracones de grandes cantidades de comida, que, en muchas ocasiones, vienen dados por tratar también de controlar y no concederse aquello ante lo que suelen acabar sucumbiendo en esos episodios. "El hecho de prohibírselo lo convierte en irrenunciable. Pero en muchas ocasiones ambos polos del espectro pueden tener muchas similitudes. Generan mucho sufrimiento, puede haber mucha insatisfacción corporal y hay una ilusión de control que acaba por provocar una gran pérdida de control". Como señala el experto, el síntoma solo es la punta del iceberg. La comida suele usarse como aquello que da control y seguridad a la persona, pero el problema está debajo.
"La recuperación real ocurre cuando construimos una vida que no necesita el trastorno para sentir seguridad"
Cómo se trata un TCA
En el caso de que sea detectado a tiempo, sobre todo en jóvenes, siempre garantiza un porcentaje de éxito. En uno de cada dos casos, la enfermedad se manifiesta antes de los 14 años y en un 20 o 30% evoluciona hacia la cronicidad. De hecho, es la tercera enfermedad crónica más frecuente en la población adolescente y se ha convertido en uno de los trastornos más prevalentes en los centros de salud mental infanto juvenil (CSMIJ), al tiempo que también se han incrementado los ingresos de hospitalización de día y hospitalización de agudos. Estos datos los aportaba el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona que puso el año pasado en marcha un programa pionero en España llamado Minerva y que pretendía precisamente detectar los casos de forma temprana y evitar que se cronifiquen.
El trabajo de los profesionales es, por tanto, generar un espacio de confianza para que la persona pueda expresar su problema e ir desgranando todas las particularidades del caso para poder diseñar la intervención. Pero siempre dependerá de cada caso. "¿Es una adolescente que viene obligada por sus padres con mucho miedo a engordar descontroladamente, sin consciencia de la gravedad de su problema y sin apenas energía para pasar el día, o es una persona adulta que tiene atracones nocturnos, que viene recomendada y motivada para cambiar? Podríamos añadir muchos más matices que irían condicionando c ómo trabajar desde un inicio simplemente a nivel de estilo comunicativo".
La principal prioridad es que esa persona se sienta segura con el profesional que la acompaña. Si solo se cambia lo que come, no se trabajan los miedos, la culpa, la vergüenza, la autoexigencia o las heridas previas, y el problema va a retornar disfrazado y posiblemente con mayor virulencia. "La recuperación real ocurre cuando construimos una vida que no necesita el trastorno para sentir seguridad. ¿Cuáles son los TCA más complejos de resolver? Aquellos en los que hay un riesgo médico algo o que van asociados con otros problemas importantes como impulsividad, autolesiones o emociones muy intensas y difíciles de manejar. También los casos cronificados. El consejo siempre es que haya mucha ayuda profesional, porque la familia sola no puede con algo tan grande.