Se dispara la contaminación en todo el centro peninsular: el fenómeno meteorológico que lo alimenta

  • ¿Qué es la inversión térmica y por qué favorece que se dispare la contaminación?

  • El índice de calidad del aire previsto en Ávila, Cuenca o Teruel es moderado o malo el viernes

La contaminación en Madrid no es una sorpresa. Hemos aprendido a vivir entre una boina que se cuela en nuestros pulmones cuando el anticiclón estanca el aire, incapaz de limpiarse sin rastro de lluvias y viento. Sin embargo, no lo están tanto en otras zonas menos urbanizadas como Ávila, Cuenca o Teruel, que se van a enturbiar mucho este viernes a medida que se disparan los niveles de partículas dañinas.

El anticiclón está estancando el aire

Lo de los 20ºC en media España un 29 de febrero es raro, pero tiene una explicación. El anticiclón de las Azores lleva desde el día 1 del mes atrapado sobre la Península Ibérica y tan sólo ha dejado pasar algún que otro frente que nos envían las borrascas atlánticas, aunque apenas nos traen precipitación si comparamos con las lluvias que hemos tenido otros años.

Entre otras cosas, la estabilidad prolongada como consecuencia del anticiclón nos deja mucha inversión térmica. Y ¿eso qué es? Cuando del valle subes a la montaña y notas que el calor va a más, es porque a medida que asciendes de altura las temperaturas son más elevadas. Esto no es lo normal, a menos que las altas presiones entren en juego.

¿Cómo se produce la inversión térmica?

Lo que sucede es que el frío, más pesado que el aire caliente, desciende de capas altas de la atmosfera hasta el suelo (mediante un proceso llamado subsidencia) y se comprime. Al comprimirse, el aire se calienta porque aumenta su presión y pierde humedad. Así, se genera una capa inamovible de aire estable en superficie que no interacciona con el aire a más altura, es decir, no hay convección que dé lugar a nubes.

Al caer la noche, el calor se escapa rápidamente porque no hay humedad en el suelo que lo retenga –en las zonas costeras las temperaturas descienden menos por la influencia del mar–. El calor pasa entonces a la capa de aire inmediatamente encima del suelo. Resultado: un tapón apresa el frío 'abajo' y el calor 'encima'.

Resultado: muchísima contaminación el viernes

La falta de movimiento del aire y de precipitación o viento que lo 'agiten' suele tener como resultado un aumento de la contaminación en superficie. Suele ocurrir especialmente en zonas muy urbanizadas como la capital, donde las emisiones diarias son muy elevadas. Habitualmente la meteorología se encarga de disiparlas, pero el tiempo estable que está previsto va a complicarlo mucho.

Y esta vez no será sólo en Madrid. Buena parte de Castilla y León, Castilla-La Mancha y Aragón tendrán un índice de calidad del aire moderado o malo el viernes. Las sustancias que van a complicarnos la respiración serán principalmente de ozono (O3) y de PM10 (partículas minúsculas de polvo, cenizas, hollín, cemento o polen), estima la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Además, la irrupción de calima procedente del Sáhara va a estar presente en casi toda España.

Qué no hacer cuando hay mucha contaminación

Como es evidente, en las calles donde pasen más coches se respirará peor, con que evítalas. Siempre hay una paralela para ahorrarse tragar la polución que deja el tráfico.

Los niños son más vulnerables, por lo que este viernes lo mejor será que no hagan ejercicio o jueguen demasiado rato al aire libre. Si van a hacerlo, recuerda: lejos de los coches. También su altura influye en el riesgo superior: al estar más cerca del suelo, están más expuestos a los contaminantes que quedan atrapados.

De la misma manera, los más mayores tendrán que protegerse cuanto más, mejor. La polución agrava problemas de salud como el asma y la diabetes.

Aunque el ejercicio es bueno, lo mejor es posponer el entrenamiento al sábado. El viernes el aire que respiraremos en estas zonas no será de buena calidad y podría provocarnos una tos incómoda.

Si puedes, deja el coche en el garaje y muévete en transporte público. El aire va a estar lo suficientemente cargado como para agregar más CO2. En algunas ciudades es probable incluso que se forme una boina como la que reviste el centro de Madrid puntualmente.