El lago más gélido, la sartén, la lluvia que no cesa: siete lugares muy meteo especiales en España

eltiempohoy.es 30/04/2018 17:01

Grazalema, récord de agua por metro cuadrado

El Pirineo, el Sistema Central, Galicia y la cordillera Cantábrica son las zonas que registran mayor número de lluvias al año, sin embargo, es en la localidad gaditana de Grazalema donde se sitúa el récord de pluviosidad anual. La situación geográfica de la sierra gaditana, donde se encauzan los vientos de Poniente, hace que sobre sus montañas descarguen las nubes una media de más de 2.200 litros por metro cuadrado, en muchas ocasiones esas cifras se han duplicado. Asimismo, el pasado mes de marzo fue el más lluvioso desde 1913, con 1.476 litros por metro cuadrado.

Valle del Guadalentín, extrema aridez

Desde 2000, el valle del Guadalentín ostenta el podio del lugar más seco de España. Ya por aquellos años, un informe de la COAG advirtió de la extrema aridez de esta zona al sur de la región de Murcia, una situación que afecta especialmente a los agricultores de la comarca del Puerto de Lumbreras. En los últimos años, solo se han recogido una media unos 78 litros por metro cuadrado.

El lago Estangento, el más gélido

Los habitantes de Calamocha (Teruel), Reinosa (Cantabria), Molina de Aragón (Guadalajara) –125 días de media con heladas–, Albacete, Burgos o Vitoria saben bien lo que es pasar un invierno con el termómetro bajo cero día sí y día también, pero Estangento, un lago artificial ubicado en Torre de Cabdella (Lérida), es el lugar más frío del país. Hace ya la friolera de 62 años registró nada más y nada menos que 32 grados bajo cero justo el Día de la Marmota (Candelaria), el 2 de febrero. Sin embargo, hay constancia de más de -39 grados en el municipio de Monachil (Sierra Nevada), a más de 3.000 metros de altura.

Córdoba y Écija, el horno y la sartén

El año pasado fue especialmente caluroso, si no que se lo pregunten a los vecinos de Montoro (Córdoba), que se las vieron y se las desearon para soportar los 47,3º que marcaron los termómetros de la localidad el 13 de julio, y los casi 45º de los días alrededor a esa fecha. No obstante, la sartén de Andalucía, Écija (Sevilla), se sigue llevando la palma con los 48 grados que registró en el estío del año 2010. Es habitual que los termómetros de los pueblos situados en la ribera del Valle del Guadalquivir den valores de infarto en los meses de julio y agosto.

Calderona, un mar de rayos

El Parque Natural de la Sierra de Calderona, ubicada entre las provincias de Castellón y Valencia, es el área que más rayos registra anualmente en España. Es, desgraciadamente, uno de los lugares que más incendios sufre cuando llegan las altas temperaturas (38 desde 1997). Según datos del año pasado, en nuestro país se calcula que caen 1.3 millones de descargas eléctricas al año, y solo en esa zona se estiman que hay unos 6.1 por kilómetro cuadrado. Según los expertos, el motivo de esta mayor frecuencia se debe a la combinación del calor que se acumula en la superficie de las montañas con la brisa más fría que procede del Mediterráneo.

Oviedo, entre brumas

Es difícil superar los registros de niebla del Monte Washington y del acantilado de Point Reyes (EE UU) y de la Isla de Terranova (Canadá), pero Oviedo ocupa el primer puesto del ránking patrio con 100 días de niebla media al año. El vapor de agua condensada en capas bajas también es habitual en Valladolid, que desde 1971 a 2000 ostentó el liderazgo de la media brumosa, y en Lugo, Lérida, Zaragoza, Salamanca, Burgos, Zamora y Huesca.

Islas Canarias, habituadas a la calima

La última tormenta de arena se registró a finales del mes pasado, en una época poco habitual para estos excepcionales fenómenos meteorológicos. Las nubes de polvo sahariano son frecuentes en las islas Canarias, por su cercanía con África, y suelen alcanzar la Península y las islas Baleares con más frecuencia en los meses de verano, debido la inversión térmica, que permite que las partículas de polvo del norte de Marruecos queden suspendidas en la atmósfera. Una de las más llamativas, la que acaeció en febrero de 2016, fue registrada por las cámaras del astronauta Tim Peake, miembro de la Estación Espacial Internacional.