¿Hay una música adecuada para el calor y otra para el frío? Lucas Vidal nos responde

Violeta S. Martín 25/03/2016 10:00

Acaba de recibir dos Goyas por su trabajo como compositor en dos largometrajes totalmente antagónicos: 'Palmeras en la nieve', una película de Fernando González Molina, rodada en la cálida Guinea; y 'Nadie quiere la noche', de Isabel Coixet, ambientada en la gélida Groenlandia. Dos bandas sonoras en las que Lucas Vidal (Madrid, 1984) demuestra que maneja como nadie las melodías en nuestro país y con las que consigue embarcarnos en un viaje a través de sus melodías desde uno de los lugares más cálidos del planeta a uno de los más fríos. Un hecho que nos hace cuestionarnos si hay una música para el frío y otra para el calor.

Cuando uno escucha ritmos cálidos, a la cabeza le vienen Guinea o África, por consiguiente esta música se asemeja al calor”, explica el joven compositor madrileño refiriéndose a su trabajo en 'Palmeras en la Nieve'. Lo mismo ocurre cuando se escuchan melodías frías, que nos lleva al invierno, a la nieve del mismo Polo Norte. Aunque puntualiza cuando habla de componer canciones para una u otra estación, “no creo que haya una música típica para el frío y otra para el calor, lo que sí puede hacer uno es tratar de crear atmósferas para que se asemejen a lo que está pasando en pantalla”. Atmósferas que logra en estos dos trabajos en los que da un salto de las frías melodías inspiradas en la Groenlandia de 1908 de 'Nadie quiere la noche' a los ritmos cálidos de la Guinea de 1954 de 'Palmeras en la Nieve'.

Aunque viene de familia 'musical' (su abuelo fue fundador de Hispavox), Lucas no supo que lo suyo era la música, más concretamente la del cine, hasta que a sus 16 años realizó un curso de verano en Berklee (posiblemente la escuela de música más prestigiosa del mundo). Años más tarde una beca le permitió licenciarse en el Berklee College of Music de Boston con Summa Cum Laude para continuar su formación en la escuela Juilliard de Nueva York, pero enseguida Hollywood llamó a su puerta. Desde entonces Lucas Vidal vive a caballo entre sus estudios de Los Ángeles y de Madrid, desde donde pone música a todo tipo de proyectos cinematográficos.

La paleta de sonidos, las melodías y las armonías son claves

Lucas logra crear a través de la música atmósferas distintas adaptadas a lo que quiere transmitir cada película estudiándolas plano a plano. “El proceso de composición es similar en todas las películas, primero hablo con el director para empezar a desarrollar los temas principales, después

vienen los cortes de las escenas donde va a ir la música”, afirma Lucas. ¿Las divergencias entre las distintas músicas que compone? “Lo que diferencia realmente una canción de otra es la paleta de sonidos, las melodías en sí y las armonías”. Aunque al final en el proceso creativo lo que realmente importa es el resultado final “que la historia funcione y se entienda bien”. Al final la música es una pieza crucial del engranaje en una película, por eso ayuda a crear tanto atmósferas cálidas como frías.

A pesar de que afirma que le gustan todos los proyectos de los que ha formado parte, independientemente de su magnitud (ha trabajado en la banda sonora de la superproducción 'Fast & Furious 6' y en las de los trailers de 'Los juegos del hambre' y 'Lucy'), reconoce que sus últimos proyectos 'Palmeras en la nieve', 'Nadie quiere la noche' y el último trabajo del director Mateo Gil (que verá la luz este año), son los que más ha disfrutado. ¿Y qué espera en el futuro? “Seguir aprendiendo de directores buenos y tratar de ayudar a que la gente joven desarrolle sus sueños”.

En cuanto al tiempo, lo tiene claro. Tanto para trabajar como para vivir prefiere el calor, “no hay nada como el buen tiempo”, por eso vive entre Los Ángeles y Madrid. En sus ratos libres, además de escuchar música -“ahora estoy a tope con la electrónica”, dice riendo-, a Lucas le gusta ir a shows en Los Ángeles, visitar museos, ver musicales y todo lo relacionado con el arte. Y se guarda un hobby más deportista. Le encanta practicar surf, aunque reconoce, “soy muy paquete”. No se le podía dar todo bien.