El nuevo delta avanza imparable en La Palma: casi ha ganado al mar lo mismo que la fajana primigenia

  • Continúa el avance imparable de la nueva fajana surgida tras la caída de la lava al mar

  • Científicos y militares han grabado a pie de fajana la caída de la lava al mar en la playa de los Guirres

  • El nuevo delta crece a lo largo y a lo ancho sin parar de ganar terreno en La Palma

Continúa el avance imparable de la nueva fajana surgida tras la caída de la lava de la colada 2 en la playa de los Guirres. Ya mide 15 metros de altura, pero también crece a lo largo y casi ha ganado al mar lo mismo que la fajana primigenia.

A lo ancho, ya ha arrasado por completo esa emblemática playa de los Guirres y se ha unido al antiguo delta formado por volcán de San Juan, de 1949.

Creciendo rápidamente, está muy alimentada por los tubos lávicos que están haciendo la función de cañerías. Por la noche, la nube de gases que durante el día se ve blanca deja una impactante imagen teñida de rojo, ante el contacto de la lava con el mar.

Ya se ve prácticamente a la misma altura con respecto al terreno ganado al mar que la fajana principal, que medía más de 30 hectáreas. Es pronto todavía para saber cuanto mide el total del enorme delta que se está formando, pero sigue ganando terreno.

La caída de la lava al mar, a pie de fana

Científicos del IGME-CSIC y militares de la UME lograban grabar por primera vez la caída de la lava el mar. A pie de fajana, avanzaban mientras sus pasos crujían entre los cantos y las rocas de lava. Se aproximaron a solo 5 centímetros, exponiéndose a la caída de esas rocas sobre sus cabezas para inmortalizar un momento único. Era la primera y última noche que pudieron trabajar desde la playa de los Guirres. Nunca habíamos visto imágenes tan cerca cómo las han captado.

“El aporte se produce por los tubos lávicos: una lava que es bastante fluida y se junta con la viscosa. Entonces, en los cantiles de repente aparece un lagrimeo”, explica Raúl Pérez, geólogo de emergencias IGME CSIC.

Con los trajes ignífugos, protectores para acercarse a esa temperatura, con cascos y máscaras para los gases, un científico y tres militares se aproximaron para sacar muestras.

“Con medida de cámara térmica en zonas que erar un poco peligroso acercarse nos dio aproximadamente 890 grados, no llegó a 900”, cuenta Raúl Pérez.

Entre las muestras están “la que se deja enfriar a temperatura ambiente y otra a la que se fuerza a enfriarse con agua”, como explica el capitán Romero, de la Unidad Militar de Emergencias.

Han visto cristales nuevos que podrán dar pistas: si vienen de las profundidades significará que el final no está cerca.