Cuando sobrevives a un infierno con la comida: "Los niños no deben comer con restricciones innecesarias"

Sara Andrade 01 MAR 2025 - 06:20h.

No es fácil de leer el relato con el que empieza el libro ‘Atrévete a comerte la vida’ (editorial Grijalbo). Lo escribe Miriam Salinas, terapeuta especializada en la ansiedad por la comida, maestra en psicología positiva, coach nutricional y chef de alimentación saludable. Y arranca con la noche en la que fue retenida contra su propia voluntad y violada por un joven que había conocido meses atrás y con el que estaba empezando a entablar una relación sentimental. En sus palabras: “Fue un momento de mi vida en el que empecé a soltar un legado de mierda para recoger vida y luz. Para renacer. A pesar de lo vivido, honro y agradezco a la vida que me haya ofrecido una segunda oportunidad y que ahora pueda disfrutar de la existencia que merezco. Honro la posibilidad de elegir cómo quiero vivir y cómo quiero habitarme”.

¿Cómo puede decir algo así después de una experiencia tan horrible? Tiene una explicación, por supuesto. Esta exdeportista profesional (se preparó para los Juegos Olímpicos de Atlanta aunque luego se retiró) ha sufrido bullying, bulimia y una infancia complicada, pero ese suceso tan traumático que ella explica con más detalle en su nuevo libro supuso la gota que colmó el vaso, la luz al final del túnel. Después de esconderse del mundo durante meses, resurgió de sus cenizas y empezó a trabajar para mejorar su salud, y uno de sus puntos más débiles era su relación con la comida. 

“El abuso, el TCA y la negligencia me transformaron. Para renacer, tuve que elegirme a mí misma, renunciando al legado familiar y forjando mi propio camino. La libertad del ser humano está en la elección, y en toda elección hay una renuncia. Rememorar el abuso y la autodestrucción me removió, pero me permitió valorar mi presente. Hoy me encuentro en un momento de renacimiento y crecimiento. He aprendido a escucharme, a quererme y a valorarme, y me siento fuerte. Ahora hay una Miriam que tiene fe, pero de esa que no tiene nada que ver con la religión. Esa fe fue primordial en mi transformación. Confiar más allá de lo tangible”, expresa en una entrevista a la web de Informativos Telecinco.

A pesar de lo vivido, honro y agradezco a la vida que me haya ofrecido una segunda oportunidad

Cómo potenciar la diversidad corporal: algunos consejos

Ahora, gracias a todas esas experiencias, ayuda en colegios, instituciones y clubes deportivos con la esperanza de que las nuevas generaciones puedan relacionarse con la comida, el cuerpo y las emociones de una forma sana. Tal y como expone en su libro, los primeros problemas con la comida surgen en su hogar. Su madre siempre estaba a dieta, obsesionada con las calorías y clasificando los alimentos. “Sin darse cuenta, los padres transmitimos nuestras propias inseguridades y creencias a nuestros hijos. Es fundamental que los adultos seamos conscientes de la influencia que tenemos en los más pequeños”. 

Por esa razón, uno de sus objetivos es concienciar sobre la importancia de cómo nos relacionamos con la comida. “Debemos acompañarlos a escuchar las señales de su cuerpo, y no castrarlas, a tomar decisiones conscientes sobre su alimentación y a desarrollar una autoestima sólida que no dependa de su imagen corporal, que no se vuelvan, como me pasó a mí, en una 'yonqui' de la mirada externa”, añade.

Para potenciar la diversidad corporal en los hijos, aporta algunos consejos para padres y madres: 

1- Evitar comentarios sobre el cuerpo. En lugar de decir "estoy gorda porque he comido mucho", podemos decir "me siento hinchada, descansaré un poco para digerir lo que hoy hemos comido". Y en lugar de criticar el cuerpo de otras personas, podemos centrarnos en sus cualidades. 

 2- Fomentar la autoestima. Ayudar a los niños a desarrollar una autoestima sólida que no dependa de su apariencia física. “Hay que valorar sus logros, sus talentos y sus cualidades, y enseñarles a aceptarse y quererse tal como son. A un niño, tanto si le dices que está gordo como todo el rato que guapo es, le estás creando una losa. Estás haciendo, en el primer caso, que se sienta mal con su cuerpo y tenga miedo a comer (con miedo no aprendemos, solo acatamos) y en el otro caso, al destacar sólo su belleza, esa niña querrá luchar para mantenerla a toda costa para poder mantener el amor de sus padres y entorno”.

3- Educar en la alimentación consciente. Enseñar a los niños a escuchar las señales de su cuerpo, a comer cuando tienen hambre y a parar cuando están llenos. “Esto podría llamarse alimentación consciente o intuitiva, y la llevamos de serie. Hay que desterrar la idea de que hay alimentos prohibidos y que la comida es una recompensa o un castigo”.

4- Celebrar la diversidad. Mostrar a los niños que la belleza tiene muchas formas y tamaños. Podemos leer libros o ver películas con personajes diversos, y hablar con ellos sobre la importancia de la inclusión y el respeto. “Con estas acciones, podemos ayudar a nuestros hijos a crecer con una imagen corporal positiva y a desarrollar una relación sana con la comida”.

Hay que desterrar la idea de que hay alimentos prohibidos y que la comida es una recompensa o un castigo

Sobre las restricciones alimentarias en la infancia

Uno de los apartados del libro ‘Atrévete a comerte la vida’ trata precisamente de las restricciones alimentarias en la infancia y como la prohibición de determinados alimentos puede generar el efecto contrario, la fijación por ellos. Uno de los más comunes es el azúcar y el chocolate. ¿Por qué se obsesionan con estos alimentos? ¿Qué se puede hacer para fomentar una relación más sana con ellos? 

Pues bien, ella explica, que los niños determinan ese alimento como algo especial o prohibido y, por ello, puede desarrollar hábitos poco saludables, como comer a escondidas o en exceso cuando tiene la oportunidad.

“En lugar de prohibir, es importante enseñar a los niños a disfrutar de la comida de forma sana y equilibrada, que aprendan a autorregularse ante los alimentos. Dicho esto, es cierto que, según la edad del niño, deberemos ir protegiendo etapas. No es lo mismo un niño de 2 años que uno de 8, ya que a los 8 años la relación con la comida es diferente. Un niño de esa edad irá al colegio y tendrá a su disposición más alimentos que, en caso de habérsele prohibido previamente, acabarán generando más ansiedad por consumirlos”.

Miriam hace hincapié en inculcar a los más pequeños que aprendan a entender las señales de su cuerpo: cuándo tienen hambre o están saciados. De esa manera podrán tomar decisiones más responsables sobre lo que comen. “Debemos enseñarles a disfrutar de la comida con placer, sin culpa ni restricciones innecesarias. La comida no debería tener tintes moralistas”.

Nuestra relación con la comida: ¿somos como comemos?

Esta coach nutricional superó la bulimia tras un largo proceso, la relación con su cuerpo desde su infancia fue complicada, mucho más cuando empezó a hacer deporte de manera profesional y se le exigía la perfección. Para ella, la forma en que nos relacionamos con la comida habla mucho sobre nuestra personalidad. 

“Observando cómo come alguien se puede intuir si es una persona rígida, estricta, o por el contrario, alguien más flexible y adaptable. También puedo percibir si la ansiedad le domina o si, en cambio, se deja llevar por la gula. En definitiva, tu forma de comer nos da directamente información de tu carácter o estado emocional”, subraya. Si tienes ansiedad con la comida o te restringes mucho comiendo sugiere que busques la ayuda de un profesional. 

“La comida puede convertirse en un refugio, en una forma de escapar de los problemas. Pero cuando la utilizamos para gestionar nuestras emociones, entramos en un círculo vicioso que nos aleja de nosotras mismas. Por eso, es importante aprender a identificar qué hay detrás de nuestros hábitos alimentarios. ¿Comemos por hambre real o por ansiedad? ¿Nos restringimos por salud o por miedo a engordar? Responder a estas preguntas nos ayuda a comprender mejor qué nos pasa y a tomar las riendas de nuestra vida”.

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