Hace 22 años Fátima Hacine-Bacha daba a luz a su hijo pequeño Santi. Era el 21 de noviembre de 2001. De la felicidad del alumbramiento y de los años posteriores ya solo quedan las fotos que Fátima no se cansa de mirar. La casualidad o, tal vez el destino, ha querido que sea hoy, otro 21 de noviembre, el día en el que esta madre se ha sentado en la Audiencia Provincial de Gipuzkoa durante el juicio a los cinco acusados de asesinar a su hijo. “Hoy hubiera cumplido 22 años”, repetía.
Santi Coca no ha podido celebrarlos, ni éstos, ni tampoco la mayoría de edad, los 19, los 20 ni los siguientes. El 26 de abril de 2019, con solo 17 años le mataron. El hijo de Fátima salió de fiesta y nunca regresó. Una paliza mortal por un paquete de tabaco acabó con los sueños de este chaval que era “alegre, super cariñoso, respetuoso y muy familiar”. “Hoy me ha llamado la directora del colegio donde estudiaba mi hijo y hasta su profesora de inglés ha venido al juicio”, nos cuenta Fátima, que en su declaración ha querido recordar que “una vecina me dijo que aquella misma mañana Santi le ayudó a llevar las bolsas de la compra a su casa”.
Tras cuatro años y medio y muchas vicisitudes, entre ellas, la fuga de uno de los seis acusados, el juicio arrancó el pasado viernes con la elección del jurado popular. Sin embargo, fue este lunes cuando estaba citado a declarar Iker Coca, el hermano mayor del fallecido.
En su declaración dijo que lo que ocurrió aquella noche en el exterior del Náutico de la capital guipuzcoana no fue una pelea, sino que “iban expresamente a por él”. Mientras Iker recordaba ayer, con la voz entrecortada, cómo tuvo que ponerse encima de su hermano “para amortiguar los golpes” o que Santi quedó en tal estado que él creyó que allí mismo había muerto, su madre estaba en casa “en vilo”, según ella misma ha confesado entre lágrimas a Informativos Telecinco: “Llorando y rezando” ante la declaración del único hijo que le queda y que ha calificado de “muy dura”.
Hoy era el turno de esta madre que reconoce que ha llegado a la Audiencia de Gipuzkoa “muy triste” y también “cansada”. No es para menos, lleva cuatro años y medio esperando a “que se haga justicia”, aunque sabe que nada podrá ya devolverle a su pequeño. Sentada en la sala, compartiendo espacio con quienes están acusados de arrebatarle la vida a Santi, Fátima no ha podido evitar ponerse “nerviosa”.
“Me llamó Iker y cuando llegué al hospital me dijeron que Santi estaba en muerte cerebral”, ha rememorado. “Me avisaron de que era irreversible” y con esa brutal sentencia de muerte, Fátima tomó la decisión de no separarse de su hijo durante los dos días que estuvo en la UCI. “No me podía separar de él sabiendo que se iba”. Santi murió 48 horas después de su ingreso por un derrame cerebral.
Tras su declaración, Fátima se ha tomado un café de máquina rápido y ha salido de los juzgados. Se marcha a casa. Mientras en la sala sigue el juicio por el asesinato de su hijo pequeño, un juicio que “será largo y que tiene fisuras”, lamenta. El jurado popular deberá determinar la culpabilidad o no de los cinco acusados, de entre 18 y 22 años en el momento del crimen, que se sientan en el banquillo y que se enfrentan a un delito de asesinato en calidad de coautores, por el que podrían pasar 20 años en prisión.
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