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Los consejos para salir sano y salvo si te das de bruces con un mastín: ¿por qué es común su presencia en los montes vascos?

Un ejemplar de mastín
Un ejemplar de mastín.. Uaga
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BilbaoDe todos es conocida la irrefrenable atracción que muchos vascos sienten por la montaña. De ahí, que los fines de semana, subir al monte sea uno de los planes más repetidos por estos lares. Planificar la ruta, llevar un calzado adecuado, ropa apropiada y algo de agua son los tips básicos para cualquier montañero. Claro, que a esta lista de imprescindibles no estaría de más añadir el manual de cómo actuar si te topas con mastines durante la excursión. Así, cuidan los rebaños, los perros en el País Vasco.

Las recomendaciones no son baladís, si tenemos en cuenta que en los últimos años, la presencia de estos perros de pastoreo en nuestros montes ha ido en aumento. Criados para cuidar de los rebaños y proteger a las ovejas de posibles ataques del lobo u otros depredadores, no son pocas las veces que estos perros, fuertes e imponentes, dan un buen susto o incluso, atacan a personas. En ocasiones, han protagonizado ataques mortales.

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Lo habitual es que estos perros ladren si se sienten amenazados. Su instinto protector y territorial, sobre todo cuando trabajan como perros pastores, puede volverlos peligrosos, aunque no están considerados una raza peligrosa. Por eso, ¿cómo actuamos si nos encontramos con uno de ellos?

No correr, ni gritar

En esto, como en todo, la teoría es relativamente sencilla. Entre los consejos a seguir, el primero es tan obvio como difícil de ejecutar: mantener la calma. Estos perros pueden ser peligrosos y hay que evitar gritarles o enfrentarse a ellos. En caso de un encontronazo sorpresivo con un mastín, el siguiente paso es guardar la distancia respecto al rebaño, mínimo 20 metros. Aunque tu cuerpo te pida salir a la carrera de allí, lo más seguro es alejarte sin prisa, nunca corriendo.

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En caso de que el mastín se cruce en el camino de alguien que vaya en bici, lo más adecuado sería bajar de la BTT y caminar alejándose del rebaño; y si el montañero, camina acompañado de su propio perro, hay que sujetarlo con la correa.

Es probable que el susto de darte de bruces con uno de estos imponentes animales, escuchar sus ladridos y verle los afilados dientes, tarde días en pasarse, pero quienes frecuentan el monte saben que la posibilidad de vivir una situación así, existe.