Cierra por falta de ayudas la primera cafetería inclusiva de Vigo: "Demostramos que era posible"

Vigo, PontevedraNacieron hace tres años como una cafetería donde se ofrecía mucho más que cafés, desayunos o meriendas. Diversum era el primer negocio de Vigo gestionado de manera íntegra por personas con alguna discapacidad física o intelectual.

En el local, situado en la calle Venezuela, trabajaban desde 2022 hasta ahora nueve personas y se habían hecho una clientela “maravillosa”, como recuerda María José Giganto, madre de una de las jóvenes trabajadoras y una de creadoras del proyecto. Ella y Rita Blanco, ambas con hijos con síndrome de Down, han apoyado este negocio “de todas las formas posibles”, pero hace solo unos días, Diversum cerró sus puertas.

La cafetería ha tenido que cerrar por falta de apoyo económico de las administraciones, como lamenta María José. Y es que este proyecto de empleo real e inclusivo se ha dado de bruces con la burocracia.  “Nosotros no buscábamos ser rentables, como negocio, simplemente mantenernos, y eso pudimos hacerlo durante todo este tiempo” cuenta esta madre.

Sin las ayudas públicas, mantener el negocio les resulta totalmente inviable

“La plantilla eran nueve personas con discapacidad y se organizaban perfectamente, con un negocio además que ya era reconocido en toda la ciudad” recuerda. La cafetería estaba planteada como un centro especial de empleo y contaba con ayudas de la Xunta de Galicia. “Pero como es una iniciativa privada, ahora nos quedamos fuera de las ayudas”, algo que no pasaría en caso de ser una ONG o una fundación, lamentan.  Sin esas ayudas, mantener el negocio les resulta totalmente inviable. Las responsables han intentado estos meses buscar alguna solución que les garantizara la viabilidad, y han contactado estas últimas semanas con algunas entidades que podrían estar interesadas en continuar con el proyecto, “pero no ha podido ser”.

Futuro complicado para la plantilla

Lo que más les duele es el futuro de los nueve trabajadores. “En un mercado laboral complicado, la integración es aún más difícil para ellos, para las personas con alguna discapacidad” recuerdan.

Ellas lanzan ahora la petición por si alguna entidad quiere continuar con el negocio: “el camino ya está avanzado, todo lo difícil, todos los protocolos, toda la formación, todo eso ya está hecho. Si alguien quisiera retomarlo, mañana abre la puerta y puede seguir con este proyecto”.

Con las luces apagadas y la persiana bajada, les queda el importante recuerdo de haberlo intentado, y así lo define María José:  “la satisfacción de haber podido demostrar estos tres años que se puede hacer algo así, que funciona, que era una opción real de integración”. Y finaliza: ”Demostramos que era posible y nos quedamos con eso, si no lo hubiéramos intentado, nos quedaríamos sin saber que hubiera pasado. Ahora sabemos que sí, que es posible”.

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