El pasado posfascista persigue a Georgia Meloni, la líder ultra que puede ganar las elecciones italianas

  • Corren las voces en la política italiana que de la semilla “post fascista” de su partido puede comprometer la creación de una clase dirigente en la próxima legislatura

  • La política italiana intenta echar balones fuera y lanzar un mensaje europeísta y atlantista

  • Sin embargo, para los poderes internacionales, no pasa desapercibido su pasado

Hace tiempo que los sondeos electorales sonríen a Giorgia Meloni, la líder de Hermanos de Italia, el partido de extrema derecha que se ha mantenido siempre en la oposición durante esta convulsa legislatura italiana. Esa postura parece haberle beneficiado y hoy se pronostica que del 3% que consiguió en 2018 llegue al 24% y se proclame así como el partido más votado de Italia. La idea de que ella, una mujer de 45 años, rubia, menuda y romana hasta la médula, sea no solo la próxima Presidenta del Consejo de Ministros, sino también la primera mujer de la historia en Italia en llegar a ese cargo, no deja a nadie indiferente. Los orígenes extremistas de su partido y el marcado anti europeísmo que defendió durante mucho tiempo la persiguen ahora que pretende mantener una postura más “atlantista” para ser vista con buenos ojos por los poderes internacionales. Las elecciones de este próximo 25 de septiembre estarán marcadas por el descontento de la población que Meloni ha repetido tanto en los últimos meses con un discurso feroz. La inflación, la guerra y el verano más caluroso en décadas no dejan respiro a la política del país transalpino.

Fuera de Italia, el episodio con VOX la convirtió en viral para el gran público y en preocupante para algunas fuerzas internacionales que ahora miran su discurso de rabia con temor. Además, su amistad con el líder húngaro Viktor Orban, que ha evidenciado en más de una ocasión, no ayuda. Los miedos fuera de Italia son que una líder como Meloni aleje al país del proyecto común, que se ha visto reforzado tras la pandemia. Es por eso que especialmente en los últimos días ha moderado siempre más su discurso. Meloni quiere alejar la idea de que con ella Italia puede quedarse fuera de los márgenes comunitarios. Ayer no acompañó a Matteo Salvini a Lampedusa para denunciar la llegada de inmigrantes y aunciar "puertos cerrados" y su discurso prudente se parece más a las palabras de Draghi en las últimas horas: se avecina un invierno duro para el país y la seriedad en la gestión será fundamental. Además se ha negado a nombrar ministros antes de las elecciones o conceder demasiadas entrevistas cuando todos los líderes políticos lo están haciendo. La cautela marca estas primeras semanas de precampaña electoral para la líder de Hermanos de Italia. 

Su agenda está marcada por una lucha contra “la ideología de género” mientras defiende a toda costa “la familia natural”; en inmigración pide “bloquear los puertos”; en seguridad vincula el discurso migratorio a un mayor vandalismo que azota el país y sobre la crisis climática no tiene un discurso “favorable” y en más de una ocasión ha caído en dialécticas negacionistas. Su posición política está en línea con otras fuerzas conservaduristas europeas -en Bruselas pertenece al grupo al grupo de Partido Conservadores y Reformistas Europeos-, pero lo que más pesa en este momento es su pasado, no su presente. Es el origen de su partido y cuánto puede aún estar vivo en la formación que Hermanos de Italia es ahora lo que hace saltar las alarmas. El partido nace en 2013 y justo un año después Meloni asume su presidencia, se crea con los restos que quedaban del Movimiento Social Italiano (MSI) y del posterior Alianza Nacional (AN), ambos posfascistas. Ella rehúye de esa connotación pero no lo tiene fácil. Se justifica diciendo que cuando AN hizo el paso del “borrado de memoria fascista”, en el que renunciaba a esos valores, ella lo aceptó y estaba dentro del partido. Eso, dice, ratifica que su postura ahora no puede relacionarse con el autoritarismo, como contó hace unos días en una entrevista en La Stampa, donde, además, decía que en su partido no había ya espacio para los nostálgicos.

Giulia Merlo, periodista política especializada en el centro derecha del diario italiano Domani, analiza cuáles han sido las estrategias de Meloni en estos meses mientras las posibilidades de que fuese la próxima premier aumentaban cada vez más. “Ella viene del mundo político postfascista, esa ha sido su militancia cuando era joven y eso es un hecho que está ahí y también su entorno, de dónde nace luego Hermanos de Italia tiene ese origen. Es por eso que ahora que deberá elegir a una clase dirigente mucho mayor de la que tiene puede salirle alguno ‘rana’ porque el entorno que ha tenido siempre es el de sus inicios en política. Y ese es su gran miedo en este momento”, explica. Para intentar mitigar este problema ha desarrollado, explica Merlo, dos estrategias concretas. “Una operación cultural para convertirse en una líder ‘conservadora’ en Europa, término mucho más moderado y que se opone a ideas más radicales como el soberanismo que defiende Salvini y que ya no tiene rentabilidad electoral”, explica. “La otra gran estrategia es la de construir una clase dirigente en la que haya voces de referencia, no solo desconocidos como hasta ahora. Ha contado con algún ex ministro de Berlusconi y otras personas que la ayudan a moderar su discurso y también su conversación directa con los votantes”, añade Merlo. Cualquier paso en falso, dice la periodista, se lo harán pagar más caro precisamente porque todos los ojos de los poderes internacionales están puestos sobre ella. 

Es despierta, lo fue toda su vida, eso la llevó a ser diputada con 29 años y luego, con 31, a ser la ministra más joven de la historia de Italia en uno de los gobiernos de Berlusconi, esa dureza “de la supervivencia” está hoy también en su mensaje. Una derecha católica e inamovible como ha declarado ella misma al diario Corriere della Sera en una entrevista: “Conservadores significa sentirse herederos. Tener la conciencia histórica de heredar una tradición, una cultura, una identidad y una pertenencia. Soy contraria a esa visión de la izquierda que dice que avanzar significa olvidar todo de lo que venimos“. Sus ideas que miran siempre con admiración al pasado y que apuestan por la “identidad nacional italiana” -como proclamaba en su discurso con VOX en España- marcan un país, Italia, que afronta estos días una serie de episodios racistas que muchos acusan a una derecha extrema, como la de Meloni, que llevan años de retórica xenófoba y racista. Pero la líder de Hermanos de Italia está cuidando mucho los pasos que da porque una polémica como la del discurso de VOX ahora pondría el foco de nuevo sobre ella, algo que intenta evitar a toda costa.

Marcello Carammia, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Catania, analiza qué plan puede seguir Meloni en los próximos días para encauzar el problema de la credibilidad. “Un escenario es que el partido, como ya ha ocurrido desde sus inicios, se vaya ligeramente moderando. Esta es una opción que la prensa italiana sostiene porque la ve como una política inteligente. El otro escenario, que es el que yo creo que ocurrirá, es que mezcle la cooperación internacional para mantener un status moderado fuera de Italia, pero que dentro sea mucho más conservadora como hacía Trump o hace Orban. Ella intentará mantener de puertas para dentro cierta coherencia con sus orígenes ideológicos porque no quiere perder la línea que ha seguido hasta con su electorado”, explica. Pero, añade el experto, un crecimiento tan "brutal" como el suyo conlleva también muchos riesgos.