Las protestas en Irán cambian y ahora derriban los turbantes de los clérigos

A pesar de la cruel represión de las autoridades, no cesan las protestas de los jóvenes iraníes que han optado ahora por ridiculizar al régimen islamista de los ayatolás.

La nueva forma de protesta de los jóvenes es quitar el turbante a los clérigos, los que imponen las normas que atentan contra los derechos humanos y por las que se rige la llamada policía de la moral, esa policía que detuvo a Masha Amini porque se le veía un mechón de pelo.

Nuevo desafío al régimen de los ayatolás

Esta es la nueva forma de protesta con la que juventud iraní trata de liberarse. Decenas de chicas y también de chicos se graban quitando los turbantes de las cabezas de los clérigos chiíes.

Un símbolo de poder y tradición que acaba por los suelos. Todo un nuevo desafío al régimen de los ayatolás que a pesar de la censura logra hacerse viral a toda velocidad.

Este gesto, un tanto cómico, atenta directamente contra el poder político que estos clérigos imponen desde hace 43 años.

Reivindicación para separar islam de política

“No es un rechazo hacia la religión, es un rechazo contra el islam político…es una reivindicación para separar islam de política”, asegura Daniel Bashandeh, analista político.

Algunos clérigos ya se atan el turbante

“La protesta de los turbantes simboliza la protesta de los más jóvenes que están altamente desconectados de unos valores revolucionarios, de un sistema revolucionario como es el sistema del régimen islámico de Irán, y lo que hay ahora mismo es una desconexión total por parte de los jóvenes con el sistema político”

“El hecho de estar tirando los turbantes del clero simboliza un rechazo frontal al clero en el poder. Es un punto de inflexión entre los más jóvenes y pone de manifiesto el rechazo hacia el clero en el poder, esa es la idea” destaca el experto.

Las normas dictadas por estos clérigos llevaron a prisión a la joven Masha Amini por no llevar bien puesto el velo. Ahora, su muerte ha inspirado esta provocadora venganza que se repite en decenas de ciudades. Algunos clérigos ya se atan el turbante para evitar la humillante escena.