El pasado lunes 21 de abril, el papa Francisco fallecía a los 88 años en su residencia de Santa Marta. Tras ser ingresado en el mes de febrero por una neumonía bilateral, Jorge Mario Bergoglio murió a consecuencia de un derrame cerebral, tal y como constató el informe médico. Una vez enterrado - en la basílica Santa María la Mayor, como él quería - el cónclave elegirá a su legítimo sucesor y éste, tras elegir el nombre con el que quiere ser conocido, vivirá en la ciudad del Vaticano. Este enclave italiano es el lugar escogido como Santa Sede, sin embargo, los pontífices no siempre han residido ahí.

Durante 68 largos años, la residencia del papa se encontró en Aviñón, Francia. El primer papa que se instaló allí fue Clemente V, de origen francés y arzobispo de Burdeos. Y a él le siguieron otros seis: Juan XXII, Benedicto XII, Clemente VI, Inocencio VI, Urbano V y Gregorio XI. En principio, fue una residencia transitoria, pero entre un papado y otro se fue construyendo un magnífico y lujoso palacio al que ningún sucesor quiso renunciar. La presencia de los pontífices en Francia (y no en la convulsa Roma) facilitó la influencia del rey francés Felipe IV el Hermoso sobre la Iglesia, hasta que Gregorio XI tomó la decisión de volver a Roma.

El motivo principal fue el descrédito que había surgido en torno a la institución, dado el exagerado lujo en el que vivían los líderes del pontificado. Fue, precisamente, en el llamado 'Palacio de los papas', donde se celebraron los cónclaves para elegir a cada sucesor, como va a ocurrir en Vaticano tras la muerte de Francisco. La votación de los cardenales tendrá lugar después de los nueve días de luto por el deceso del papa y no más tarde de 20 días de plazo desde dicha fecha. Serán 133 cardenales los que voten - hasta cuatro veces al día - para designar a un nuevo papa, que será anunciado con la protocolaria fumata blanca.

Hasta el día del entierro, miles de fieles y peregrinos visitaron la capilla ardiente del papa Francisco, situada en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, donde Bergoglio vivió y murió. La ciudad se formó como un estado independiente en el año 1929 y, aunque se suele vincular el nombre del territorio directamente con la Santa Sede, son dos conceptos, aunque relacionados, independientes.

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