Así funciona la pena medicinal, el duro castigo para quien vulnere el secretismo del cónclave

Uno de los cardenales llegando a Santa Marta. Cordon Press
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Tras el fallecimiento del papa Francisco, que murió el pasado 21 de abril por un ictus después de una larga lucha contra la neumonía bilateral, se ha iniciado un cónclave para elegir a su digno sucesor. Hasta 133 cardenales votan - dos veces por la mañana y dos por la tarde, sin excepciones - hasta alcanzar el acuerdo de los 2/3 de la sala para designar al que será el papa número 267 en la historia de la Iglesia Católica. Su primera fumata, que se hizo esperar hasta las 21:00 horas de la noche, fue de color negro, por lo que no se ha llegado todavía a ninguna conclusión.

Aunque las votaciones se hacen siempre en el interior de la Capilla Sixtina, es en la casa de Santa Marta, la antigua residencia de Bergoglio, donde los cardenales van a dormir, comer, rezar e, incluso, intercambiar sus opiniones. Para que todo salga a la perfección, los integrantes de esta santa residencia, tanto los purpurados como el personal de apoyo que se encarga de la comida, el mantenimiento y la limpieza, se han sometido a un juramento de confidencialidad que impide que ningún tipo de información sobre el desarrollo de las votaciones se filtre al exterior.

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Para evitarlo aún más - además del voto de silencio - los operarios deben blindar las instalaciones con 80 cerrojos (o sellos) de plomo, con la intención de que nadie salga de las inmediaciones de la residencia gestionada por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Como ya se ha visto, ha habido hasta algunas ventanas que se han oscurecido para que nada de lo que ocurra durante el cónclave pueda salir a la luz. Así lo dictan los artículos 58, 59 y 60 de la Constitución Apostólica, que estipula también el grave castigo que sufrirá quien 'se vaya de la lengua' durante el proceso de selección del "romano pontífice".

Pena de excomunión latae sententiae

El sagrado documento determina que: "Se prohíbe en particular a los cardenales electores revelar a sus eventuales servidores o a cualquier otra persona noticias que directa o indirectamente se relacionan con las votaciones, así como lo que se ha tratado o decidido sobre la elección del Pontífice en las Congregaciones de cardenales, bien sea antes, bien durante el Cónclave. Asimismo, los ayudantes del cónclave están obligados a evitar atentamente todo lo que de algún modo podría violar directa o indirectamente el secreto, como palabras, escritos, signos o cualquier otra cosa, bajo pena de excomunión latae sententiae, reservada a la Sede Apostólica".

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Por tanto, cualquier persona que revele un mínimo de información sobre el cónclave será inmediatamente expulsado de su confesión religiosa, lo que se considera una pena medicinal. Y esto no solo es aplicable durante el periodo de la votación, sea cual sea su extensión. También al resto de la vida: "Ordenamos también a los cardenales electores, graviter onerata ipsorum conscientia, guardar secreto sobre todo esto aun después de la elección del nuevo Pontífice, recordando que no es lícito violarlo de ningún modo, si no ha sido concedida una especial y explícita facultad por el mismo Pontífice. Queremos extender esta orden a todos los demás que participan en el Cónclave, que por casualidad, de buena o mala fe, hayan llegado a conocimiento de lo que se ha hecho dentro", concluye la Constitución Apostólica.

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