China acaricia la vida pre-covid

  • La ausencia de contagios, la retirada de medidas y la sensación de seguridad entre la población devuelven a China a una casi “vieja normalidad”

  • Las autoridades mantienen restricciones en Pekín, de donde algunos empleados de empresas gubernamentales y estudiantes tienen prohibido salir desde hace meses

  • China ha registrado apenas unos pocos centenares de casos de covid-19 en varios brotes aislados desde que frenó las infecciones de su primera ola en marzo

Claudia mira al cielo y señala la estela de un avión que sobrevuela el centro de Pekín. “¡Siguen existiendo los aviones! ¡Me voy a emocionar de verlos!”, bromea con tono de hartazgo. Claudia es extranjera, trabaja en una empresa estatal en la capital china y tiene prohibido salir de la ciudad desde que se implantó la norma en enero. El Gobierno quiere ser muy cauto con la capital, centro político del país. Por ello, ciertos trabajadores de empresas estatales, estudiantes o profesores no pueden viajar ni siquiera a provincias vecinas desde hace meses, a pesar de que China ha registrado pocos contagios desde marzo.

“Se agradece vivir sin miedo a contagiarse, pero es extenuante no poder salir de Pekín y, sobre todo, no saber cuándo podremos hacerlo”, comenta Claudia, que una vez por semana tiene que enviar un mensaje a su jefe con un código para que este compruebe, mediante una app de geolocalización de la señal de móvil, que no ha salido de los límites del municipio. “He pensado en dejar el móvil en casa para hacer alguna excursión algún día, pero lo necesitas para enseñar el código de salud al entrar en los sitios o pagar el taxi”, lamenta.

Feng Wu estudia su carrera universitaria en Pekín y tampoco puede salir de la ciudad desde hace meses. “Se me hace difícil, pero al menos yo tengo la ventaja de que mi familia vive aquí”, se resigna. “Se pueden hacer los trámites para solicitar la salida en un sistema, pero es muy complicado y no se aprueba solo por motivos de viaje”, cuenta.

Sin embargo, para la mayoría de la población china, la covid parece un recuerdo lejano. “La vida vuelve a ser como antes de la pandemia”, afirma Hua, que viene a la capital de la vecina provincia de Shanxi. “Sobre todo fuera de Pekín. En mi ciudad ya casi nadie lleva la mascarilla puesta”, cuenta. Hua se ríe cuando se le dice que las preguntas son para un artículo en un medio extranjero. “Parece que en otros países no les cabe en la cabeza que aquí ya vivamos como antes, con toda normalidad. Se les hace difícil creerlo”, lamenta.

La mascarilla es lo único que recuerda que en el mundo exterior hay una pandemia. Su uso todavía está extendido, aunque la sensación general de seguridad invita a que muchos no la lleven bien puesta. Sin embargo, los aforos vuelven a estar completos en los restaurantes, los lugares turísticos están abiertos y en los pocos sitios en los que se toma la temperatura al entrar o se pide el código de la app de salud ya se hace sin demasiado empeño.

“En China ya estábamos acostumbrados a las mascarillas por la contaminación. Aparte del HealthKit, que equivaldría al Radar Covid en España, ya no hay casi regulaciones en el día a día”, cuenta Li Yu, una mujer que trabaja en el sector privado. “Ya no hay grandes diferencias con la vida de antes de la covid”, afirma.

Donde sí se mantienen ciertas medidas de control es en el colegio en el que estudia su hija. “Al entrar se tienen que limpiar las manos y les toman la temperatura. Durante los festivos también tenemos que apuntar diariamente su temperatura en casa y, si hay algún brote, nos preguntan si hemos viajado a esa zona”, cuenta Li Yu, que afirma que, aunque le sigue teniendo “respeto” al virus, ya no teme una nueva ola grande de contagios.

Unos pocos centenares de casos locales desde marzo

Esta semana se han registrado dos centenares de casos en China, en su mayoría asintomáticos, todos en un distrito de la remota ciudad de Kashgar, en la región de Xinjiang, y relacionados con la misma fábrica de ropa. Las autoridades han restablecido algunas restricciones en la zona, como el cierre de colegios, y han realizado test masivos a los casi cinco millones de habitantes de la ciudad.

Hace dos semanas, también se realizaron PCRs a los nueve millones de personas que viven en la localidad costera de Qingdao después de descubrirse 12 casos de transmisión local, unas pruebas masivas de cuya utilidad muchos expertos, también chinos, dudan.

Cuando se produjo el brote de Qingdao, China llevaba dos meses sin registrar ningún contagio local, aunque sí recibe casos importados regularmente, que pasan las cuarentenas en aislamiento. Antes de esto, en el país han surgido algunos brotes aislados, pero no ha tenido cifras elevadas de contagios desde que frenó las infecciones en su primera ola en marzo.

Única gran economía que crecerá este año

Los últimos datos de crecimiento aportados por la Administración Nacional de Estadísticas china indican que el país se va recuperando de la crisis del coronavirus. El PIB aumentó un 4,9 % en el tercer trimestre, en comparación con el 3,2 % del segundo y el bajón del -6,8 % del primero. A pesar de que el consumo interno no se ha terminado de recuperar y de que la pandemia sigue azotando a sus principales socios comerciales, las autoridades chinas prevén un fuerte rebote en 2021.

El Fondo Monetario Internacional pronostica que China será la única gran economía del mundo que crecerá este año, con una subida del 1,9 %, su menor incremento en cuatro décadas.